Frederick Forsyth. Foto: Booksat

Trad. de Alberto Coscarelli. Plaza & Janés. 384 pp.



Washington. Comedor de la Casa Blanca. El presidente y la primera dama ofrecen una cena. Un incidente doméstico está a punto de dar al traste con el protocolo: la vieja camarera Maybelle tiembla con la sopera entre las manos mientras las lágrimas ruedan silenciosas por sus mejillas. El mayordomo resuelve el asunto sustituyendo a la anciana y llevándola hasta la cocina donde piensa lanzarle una buena diatriba: "Nadie debe desmoronarse delante del jefe del Estado", pero Michelle Obama, la anfitriona, le detiene, indicándole que regrese al comedor. Solícita, se inclina sobre la mujer, quien le explica la causa de su desplome: su único nieto, huérfano desde los seis años, hijo de una de las víctimas del World Trade Center, acaba de morir por una sobredosis. "En un rincón de la despensa, la primera dama y una camarera de avanzada edad, ambas descendientes de esclavos, se consolaron mutuamente".



Ya en la intimidad del matrimonio Obama, Michelle le cuenta al esposo lo sucedido y el Comandante en Jefe, conmovido por el recuerdo de su abuela, toma la decisión más drástica de su incipiente carrera: acabar con el narcotráfico de una vez por todas, a cualquier precio y sin escatimar métodos.



Tal es el terreno donde se desenvuelve la última historia del británico Frederick Forsyth (Ashford, 1938), quien aprovecha todos los tópicos del rudo e inescrupuloso antihéroe, para quien el fin justifica los medios en una sociedad donde sólo los duros tienen alguna posibilidad de supervivencia. Estos emplastos son los que unen a Cobra, el protagonista del libro, con el tan celebrado antihéroe de El día del Chacal, varias veces versionado en el cine. Quizá la diferencia sea a quién sirven estos sicarios y también quién está detrás de estas brillantes máquinas de exterminio: en el caso de Cobra es el Don, rey del cártel colombiano, principal cosechador y distribuidor de cocaína en el mundo.



En Cobra, como en otras entregas, el autor no escatima recursos en cuanto a información tecnológica se refiere, haciendo uso de los conocimientos adquiridos en sus tiempos de piloto de la Royal Air Force y como corresponsal de guerra de la BBC. Frederick Forsyth se mantiene fiel a su estilo. Mezclando ficción con elementos bien documentados, escribe libros dinámicos , apuntalados por cierta credibilidad basada en esa actualidad que a veces supera la ficción.