Un libro así no se improvisa, ni una escritora se estrena con la intensidad verbal que vertebran sus páginas. Ni surgen de él tantas asociaciones como éste suscita: inevitable citar, al menos, el sentido fascinante de lo que contó Pascal Quignard sugiriendo recomponer el olvido buscando que las palabras regresen. Inevitable, del mismo modo, no recordar la belleza expresiva de El Dios de las Pequeñas Cosas (Arundhatai Roy) hablando, entrecortadamente, como aquí lo hace Marifé Santiago Bolaños (Madrid, 1962), de significados incurables, de heridas innombrables. Las historias así contadas son de difícil lectura, como son difíciles de escribir, porque las empuja el afán de vengar el exilio, el miedo, el secreto de una familia, la infamia… Tanta secuela sobre la que se construyó nuestro tiempo. Pero también son, por eso mismo, difíciles de olvidar.
La canción de Ruth
Marifé García Bolaños
8 abril, 2011 02:00Un libro así no se improvisa, ni una escritora se estrena con la intensidad verbal que vertebran sus páginas. Ni surgen de él tantas asociaciones como éste suscita: inevitable citar, al menos, el sentido fascinante de lo que contó Pascal Quignard sugiriendo recomponer el olvido buscando que las palabras regresen. Inevitable, del mismo modo, no recordar la belleza expresiva de El Dios de las Pequeñas Cosas (Arundhatai Roy) hablando, entrecortadamente, como aquí lo hace Marifé Santiago Bolaños (Madrid, 1962), de significados incurables, de heridas innombrables. Las historias así contadas son de difícil lectura, como son difíciles de escribir, porque las empuja el afán de vengar el exilio, el miedo, el secreto de una familia, la infamia… Tanta secuela sobre la que se construyó nuestro tiempo. Pero también son, por eso mismo, difíciles de olvidar.