Instrucciones para salvar el mundo
Rosa Montero
10 julio, 2008 02:00Rosa Montero. Foto: Santiago Torralba
La voluntad de esquivar las ideas establecidas es una prueba de fuego para distinguir al escritor auténtico. Figura entre las creencias actuales que las buenas novelas acaban mal y que el final feliz pertenece a la subliteratura. Rosa Montero (Madrid, 1951) se atreve a romper este axioma en Instrucciones para salvar el mundo y además añade algo no muy prestigioso ahora, un desenlace cerrado: ahí está un mérito básico de esta original novela.Primero pone en danza a unas cuantas personas desorientadas, muestrario selecto de tipos posibles de la vida urbana moderna. Movidas por la ley del azar, un médico, un taxista, una prostituta y una vieja científica cruzan sus existencias, marcadas por el dolor, el fracaso o el sinsentido vital. Esta estampa doliente de nuestro mundo, muy barojiana, tiene trazas de indagación parcial en la dura lucha por la vida. La vida maltrata a los personajes y buscan hasta con desesperación entenderla y salvarse; e incluso uno la sustituye por la realidad virtual. Este largo trecho narrativo de crónica un tanto social toma de repente un rumbo muy diferente, el del cuento. La novela deriva en un cálido cuento, y con esta nueva osadía Montero encauza el sentido global del libro.
La autora se sirve de este trazado para presentar una fábula moral que ilustra el eterno dilema de la condición humana desde una perspectiva anticonvencional. Con ello incurre en la hoy desacreditada novela de tesis. Al final, los protagonistas superan sus traumas, y hasta se llega al tono rosa en el modo como se resarce a la prostituta por el salvajismo sufrido en la infancia. Dicho así parecería un argumento de idealismo panglossiano, la sorprendente palinodia de una escritora bien conocida por su espíritu combativo. Nada de ello ocurre. Montero, tras mirar sin prejuicios nuestra condición, contrasta en ella su doble fondo, uno bueno y otro malo, dentro de una radical complejidad porque, como afirma un narrador próximo a la autora, "la existencia es esencialmente inexplicable".
La idea motriz de la novela reside en apreciar dosis equivalentes de maldad y violencia, por una parte, y de coraje y generosidad, por otra, en el hombre. A las múltiples caras del horror se oponen los impulsos de la bondad innata y la fábula se salda con un mensaje optimista. Esta propuesta resume las "instrucciones" aludidas en el título. El libro, sin embargo, no es un manifiesto sino una novela de muy gratificante lectura por la verdad de sus personajes, por su prosa animada con creativas imágenes, por su construcción, por el buen encaje de las ideas en una trama con vigorosas escenas, y por la mezcla de patetismo y ternura. Plantear un pensamiento propio, y polémico, y darle eficaz respuesta artística revela el momento de plenitud de Rosa Montero.