Image: El regreso de Voltaire

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Novela

El regreso de Voltaire

Martí Domínguez

24 enero, 2008 01:00

Santi Cogolludo

Destino. Barcelona, 2007. 233 páginas, 19 euros

La novela histórica que hoy prolifera como las setas en un otoño propicio se ha ganado a pulso el descrédito que padece. Sin embargo, la culpa la tienen las parias que se pegan a la moda y no el género, pues el interés y el acierto dependen de la solvencia con que se cultive. El regreso de Voltaire demuestra las bondades de la novela histórica seria. Es la tercera entrega, la primera que conozco, de un ciclo de narraciones con el que Martí Domínguez (Madrid, 1966) asedia la encrucijada que despidió entre sobresaltos el Antiguo Régimen y dio paso a la modernidad. Al menos eso se deduce al sumar al personaje, que el autor ahora aborda, las figuras de Buffon y Goethe tratadas antes.

El proceder artístico cuidadoso de Domínguez se ve en el mismísimo arranque de la novela. El narrador se refiere durante un buen trecho a alguien innominado acerca de quien sólo se dan indicios. Se trata de "el poeta de La Henriada", el señor de Ferney, que se dirige a París después de varios lustros de exilio con motivo del estreno de su tragedia Irene. No es presumible que el lector, salvo quienes nos ganamos el cocido con el estudio de las letras, distinga de buenas a primeras al protagonista, pero esto tampoco constituye un obstáculo porque el autor no persigue ninguna clase de hermetismo y algunos indicios facilitan la pronta identificación de Voltaire, cuyo nombre, por otra parte, figura en el título.

Este arranque es coherente con el acertado planteamiento global de la novela: mostrar con datos tratados mediante una imaginación plástica el estado anímico del controvertido pensador ilustrado en los últimos meses de su vida. De ahí, sale una semblanza de dimensión trágica, honda y bien trazada. El autor reconstruye el drama de unas graves contradicciones: el espíritu rebelde y solitario que persigue el reconocimiento palaciego y social; el azote de la Iglesia que mendiga la absolución por terror a que su cuerpo no halle digno reposo; el librepensador dispuesto a hacer concesiones al dogmatismo.

Martí Domínguez afronta en primera instancia una situación humana límite en la que alguien somete a revisión los principios y determinaciones que han forjado toda su vida. Sin abusar, añade misterio y tensión al relato desvelando episodios clave del pasado del personaje que alumbran la cara oculta de una existencia. El resultado es un retrato psicológico verosímil del filósofo francés donde se asocian la firmeza de las ideas reformistas, el coraje de los planteamientos que hoy figuran en el léxico común como "volterianos" y la vida íntima.

Este biografismo moral se pone al servicio de una novela histórica que analiza el pasado con el fin de iluminar el presente. Los días finales de Voltaire sacan a la luz las resistencias que la sociedad opone a la emancipación individual. La novela muestra el conjunto de datos menudos de este revolucionario proceso y tiene la virtud de enseñarlos en vivo evitando el maniqueísmo idealizante del protagonista.

Este Voltaire bastante patético, visto en su doliente humanidad, orgulloso y desvalido, paradójico, implica además una imagen preocupante: las ideas reformistas pasan a los pioneros una enorme factura personal.