Novela

Versiones de Teresa

Andrés Barba

27 abril, 2006 02:00

Andrés Barba. Foto: Julián Martín

Premio Torrente Ballester de Novela. Anagrama, 2006. 203 páginas,15 euros

Como en La hermana de Katia y en Ahora tocad música de baile, Andrés Barba esboza una historia que es tan solo un pretexto para sumergirse en los repliegues más ocultos de unas conductas, en el oscuro mundo de la intimidad psicológica por la que se gobiernan unos personajes que ni siquiera son capaces de entender e interpretar sus propios impulsos.

Como quien lanza una sobre la superficie tranquila de un estanque para comprobar su alteración inmediata, Barba sitúa en medio de un reducido núcleo familiar o amistoso a un personaje aquejado de alguna anomalía mental -aquí es Teresa, una adolescente que padece una deficiencia psíquica- y observa en qué medida su presencia repercute en los demás y permite asimismo descubrir los resortes últimos de su personalidad. Se borra así -o, al menos, se atenúa- la distancia convencional que establecemos entre la normalidad y la anomalía, entre las conductas "transparentes" y los comportamientos inexplicables surgidos en los recovecos de una mente enferma. La dualidad en que sin percibirlo vive Teresa, que se debate entre su inocencia constitutiva y los imperativos de su cuerpo -rasgo sagazmente anotado por el narrador en una escena de enorme profundidad (pp. 115-116)-, no es muy diferente del vaivén psicológico de su hermana Verónica -en su relación con su amiga Ana y luego con Manuel- ni del titubeo del propio Manuel, vacilante entre la atracción física, la solidaridad afectiva y los escrúpulos acerca de su proceder, que dejan entrever las deficiencias afectivas de su educación sentimental.

Los catorce capítulos de la novela están encabezados alternativamente por los nombres de los dos personajes que giran en torno a Teresa -esto es, Manuel y Verónica-, a los que se concede, como coordenadas del relato, idéntica jerarquía -siete capítulos cada uno-, de tal modo que la acción avanza o, en algunos casos, retrocede para ofrecer nuevas perspectivas de un mismo hecho o distintas facetas que, como anuncian las "versiones de Teresa" del título, incrementan los ángulos de visión y también las posibilidades interpretativas del lector, enfrentado a una historia elusiva -no hay más que recordar el final-, marcada aquí y allá por rasgos poemáticos que se manifiestan a veces en la distribución de ciertos enunciados cercanos al verso e incluso en la utilización de metáforas como "silencio verde y pacífico" (p. 68). Como corresponde a cualquier relato psicológico, las acciones externas no pasan de ser un marco desdibujado, porque lo esencial de Versiones de Teresa sucede en el interior de los personajes, en los meandros de su pensamiento, en sus evocaciones íntimas, en sus reflexiones, que dan lugar a pasajes de espléndida factura, como el capítulo inicial o la escena entre Teresa y Verónica tras el encuentro de ésta con Manuel. Y todo ello servido por una prosa reconcentrada, deliberadamente reiterativa en ocasiones, en general precisa, aunque el autor continúe empeñándose en la utilización frecuentísima de una muletilla inerte como "de alguna manera" (pp. 24, 86, 102, 103, 107, 111, 172, etc), que le convendría haber suprimido en todos los casos, o caiga en algún uso mejorable, como el de apercibirse por "percatarse" (p. 196) o el de dar a luz por "parir" (p. 29), referido a una perra. Por lo demás, Versiones de Teresa permite mantener el crédito gana-do por el autor en sus obras anteriores, aunque no suponga una avance esencial.