El amante albanés
Susana Fortes
4 diciembre, 2003 01:00Susana Fortes. Foto: Begoña Rivas
Suele haber un algo extraño en las novelas de la joven y valiosa Susana Fortes: un ambiente, unos personajes, un asunto un poco raros. No escapa a esta marca de fábrica su nueva novela, El amante albanés, en especial por su emplazamiento en un lugar para nosotros un tanto remoto y enigmático, Albania, y su capital, Tirana.No falta, sin embargo, un nexo con nuestra cultura, pues uno de los protagonistas, un tal Zanum, luchó en las Brigadas internacionales contra el fascismo y se casó con una joven española huida de los horrores de la guerra civil. Pero estos detalles que aproximan la anécdota a una realidad histórica reconocible no cuentan mucho en el sentido global de la obra. En esencia, ofrece un motivo intemporal, rodeado de precisiones que lo sitúan en un contexto histórico, social y moral precisos. Ese marco es el de la locura represiva de la dictadura albanesa, a cuyo servicio trabaja, en un alto cargo, el mencionado personaje, quien paradójicamente ayer defendió la libertad en terreno español y luego en su propio país contra las tropas hitlerianas.
Hay densas y excelentes escenas sobre el terror generado por el autoritarismo político y la intolerancia ideológica y por el aplastamiento de la disidencia, pero la novela no va por ahí. El amante albanés recrea un núcleo de motivos de corte individualista donde conviven el amor pasional, los sentimientos destructivos, los celos, la venganza y los deseos incontrolables. La tormentosa historia de Zanum y su mujer se repite en sus dos hijos (no daré más detalles para no estropear una peripecia cuyos intríngulis son fundamentales y agarran con una gran fuerza), y de esas cuestiones se alta a otras vinculadas con ellas, la culpabilidad, el cainismo y la traición. Todo ello forma un excelente conglomerado de conflictos que toman cuerpo en Ismaíl, uno de los dos jóvenes hermanos, en forma de enajenación pasional un tanto fatalista. Tiene la autora la virtud de tratar estos motivos abstractos o trascendentes incorporándolos en peripecias humanas que laten con su propia vida. En cierto modo, nos las habemos con una novela centrada en una biografía individualizada, que merece la pena conocer por sus detalles particulares, por el modo eficaz de encarnar esa conflictividad en un ser concreto, con sus rasgos bien definidos en lo interior y suficientemente provisto de datos externos (estudiante, disidente, angustiado, poeta y víctima de su temperamento).
De entrada, no se sabe muy bien adónde irá a parar la novela, pero se trata de una astuta estrategia de la autora que poco a poco va rellenando de sentido preciso el argumento, el cual camina por sus pasos hacia el descubrimiento de un grave secreto (que no debo esclarecer) y la consumación de una tragedia de las gordas.
El amante albanés resulta conmovedora y en apariencia este efecto se debe a una gran simplicidad narrativa. Pero es un engaño de los ojos. Si al salir de esa historia envolvente e intensa se medita un poco, enseguida se nota que surge de la mezcla con tino y fortuna de dos modelos narrativos, la novela psicologista y la de intriga. La autora raciona muy bien el suspense, uno de los mejores aciertos del libro. Las descripciones, bastante contenidas, son buenas, y el estilo está cuidado y evita el alarde retórico innecesario.
Sin los envaramientos ni pretenciosidades a la orden del día en esta clase de novelas del sentimiento, Fortes consigue un libro denso y ameno, cuyos personajes resultan ante todo auténticos. Tal vez carga un poco las tintas en los conflictos y deja al aire el detalle de las causas, pero su historia tiene verdad literaria. A pesar de contar ya con cuatro libros narrativos, la autora era todavía una promesa, que uno veía con esperanza pero con incertidumbre. Con esta novela que merece la pena leer, la promesa se convierte en una feliz realidad.