Jacqueline Rose. Foto: Youtube
Siruela. Madrid, 2018. 224 páginas. 19,95 €. Ebook: 9,99 €
Es evidente que el nivel de exigencia a las madres es demasiado alto. Desde el feminismo se han levantado testimonios evidentes. Una voz tan autorizada como la de Elisabeth Badinter lo deja bien claro en La mujer y la madre (La Esfera, 2011). En su opinión es urgente para la salud social acabar con los malentendidos que rodean la maternidad. En el mismo sentido el reputado pediatra francés Aldo Naouri (Libia, 1938) en su magnífico e intemporal Hijas y madres (Tusquets, 1999) desmenuza, con rigor de especialista, el complicado mundo de ansiedades, terrores y resentimientos implicados en el nacimiento y la crianza de los bebés. Dificultades individuales, familiares e institucionales que atenazan a las madres y que, como también señala Jacqueline Rose, las convierte en blanco fácil de todo tipo de crueldades e injusticias.En
Los materiales utilizados para armar Madres proceden de datos tomados de la realidad inglesa, de la interesante trayectoria vital de la autora, de la Grecia y la Roma clásicas y de la literatura. Autoras como Simone de Beauvoir, Adrienne Rich, la socióloga feminista Angela McRobbie, Virginia Woolf, Sylvia Plath y Elena Ferrante tienen una presencia subrayada.
La misoginia inglesa indigna a Jacqueline Rose. En su país, embarazadas y madres están más penalizadas que la mayoría de las europeas. La baja por maternidad de una mujer británica es una miseria en comparación con lo que recibe una alemana o una española. "Cada año 54.000 mujeres pierden su puesto en el Reino Unido por estar embarazadas. Un 77 por ciento de las mujeres y las madres recién paridas sufren alguna forma de trato negativo en el trabajo". El número de madres que dan pecho a sus hijos ingleses es el más bajo del mundo.
Dos referentes del feminismo, Virginia Woolf y Sylvia Plath, contribuyen con sus opiniones a formar lo que expresa este libro. Sin embargo, nada comparado con la que podríamos denominar fascinación por Elena Ferrante. Su obra al completo, sobre todo la tetralogía napolitana, proporciona a Jacqueline Rose una plataforma perfecta para saltar a los aspectos más inquietantes del texto. Las ganas de sexo perdidas después del parto, el eros -algo de lo que no se habla- y la complejidad de la relación madre-hijo, o la elección por parte de algunos hijos de parejas cuyas resonancias llevan a la imagen de la madre.
Por si todo esto fuera poco, se trenza en este relato la vida de la autora. Nieta de una judía muerta en el campo de concentración de Chelmno (Polonia), hija de un médico torturado en un campo de prisioneros japonés y de una madre frustrada por no haber podido ir a la universidad. Y madre adoptiva. Con todo, un incisivo texto destinado a ser celebrado.