En 1927 viajó a Berlín para ser lector y, al pasar por Madrid recibió una carta de Julio Camba para Eugeni Xammar, el corresponsal de La Veu de Catalunya en Berlín, que le confirmaría en su deseo de dedicarse definitivamente hacia el mundo del periodismo y a la colaboración en periódicos madrileños como El Sol, Abc, Informaciones y La Libertad.
Agustí Calvet (Gaziel) le invitaría, en 1929, a ser corresponsal de La Vanguardia, de Barcelona,y fue entonces cuando se inventó el seudónimo para seguir escribiendo con su nombre en la prensa de Madrid. Por aquellos años Fernández Armesto parecía relacionado con los medios izquierdistas -hay quien ha aventurado su afiliación al Partido Comunista desde comienzos de los años treinta- y esa circunstancia no debió ser ajena a su expulsión de la Alemania nazi en 1933, tras un enfrentamiento directo con Goebbels.
Pasó entonces a Londres, en donde siguió como corresponsal de La Vanguardia hasta agosto de 1936, cuando se trasladó a la zona sublevada para colaborar con los militares en un periódico de Orense, Arco, y en La voz de España, de San Sebastián. Acabada la guerra civil sería enviado de nuevo, como corresponsal de La Vanguardia, a Londres, desde donde enviaría su primera crónica a finales de 1939, cuando ya se había iniciado la Segunda Guerra Mundial.
El resultado del trabajo periodístico de Augusto Assía serían docenas de crónicas como las que se recogen en este libro, que ya habían sido objeto de una primera edición en 1947 en dos volúmenes separados. Como el mismo título sugiere, al Reino Unido le correspondió, en un primer momento, ser el recio yunque sobre el que golpearía el furioso martillo alemán hasta 1943. A partir de entonces, se cambiarían las tornas y sería el Reino Unido el que se convirtiese en un implacable martillo que se abatió sin cesar sobre el yunque alemán.
Los artículos de Assía -que tal vez habrían agradecido una más detallada tarea de edición y la elaboración de algún índice- prescinden, en buena medida de los acontecimientos estrictamente militares, para volcar su atención en los valores compartidos por una sociedad británica reacia a dejarse apartar de sus hábitos y valores tradicionales.
Las crónicas revelan, en ese sentido, la profunda admiración del cronista hacia las virtudes cívicas de los británicos, y la enorme capacidad de sacrificio que les llevó a volcarse en el esfuerzo de guerra. El "keep calm and carry on", que ahora se ha vuelto a hacer popular en unas agendas que se venden en USA e Inglaterra, resumía la gran capacidad de sufrimiento de aquellas gentes.
Pero Fernández Armesto fue por aquellos años mucho más ya que, ganado por el talante británico en la guerra, se convertiría en referencia indispensable en las relaciones entre el gobierno británico y la España de Franco. Se decía que era la persona mejor relacionada en la colonia española y sus crónicas destilaban un evidente tono pro-británico que a veces irritaba en los círculos políticos madrileños.
Todo apunta a que estuvo en estrecho contacto con los servicios de inteligencia británicos a los que brindaba informaciones sobre las interioridades del franquismo. Son conocidos sus contactos con Kim Philly y Thomas Harris, lo que permite pensar que algunas de las informaciones que brindaba el periodista gallego debieron llegar hasta Moscú. En cualquier caso el gobierno británico le premiaría al final de la guerra con el título de Oficial de la Orden del Imperio británico.
La edición que ahora se publica cuenta con un penetrante prólogo de Ignacio Peyró en el que se presta especial atención al compromiso moral del cronista con la sociedad que le había dado acogida. Un testimonio de identificación con los valores de libertad que aún mantienen intacta su vigencia y su capacidad de atención de los lectores.