El sociólogo Manuel Castells, uno de los coautores del libro

Alianza. Barcelona, 2013. 416 páginas. 24 euros

Gracias a la Fundación Calouste Gulbenkian un grupo multinacional de académicos pudo reunirse en Lisboa, entre los años 2009 y 2011, para analizar la crisis que desde 2008 afecta a numerosos países. De dichos encuentros sale Después de la crisis. Quince profesores dejan por escrito sus opiniones sobre el origen y el transcurso de un trance que ha impuesto una transformación en espiral de final incierto.



Los editores de este volumen dejan claro desde su introducción que lo que ellos denominan "crisis del capitalismo global" es un fenómeno que más allá de la economía se ha de entender como algo multidimensional. La cultura de la libertad exacerbada en las dos últimas décadas, unida al desarrollo de las nuevas tecnologías, habría generado un espíritu empresarial acorde con la cultura del individualismo. La mezcla de espíritu emprendedor, individualismo y cortoplacismo estaría en el origen del enorme proceso de desregularización, privatización y liberalización que caracterizó las últimas décadas de desarrollo. "Así, la crisis actual se debe a las tendencias destructivas inducidas por la dinámica de un capitalismo desregulado global, basado en un mercado financiero sin restricciones, compuesto por redes informáticas globales y alimentado por una generación incesante de valores sintéticos como fuente de acumulación y de préstamo de capital". Sobre la base de la desregularización financiera y del individualismo se encendería en el 2008 una crisis cuyas llamas comenzaron a ser apagadas por el Estado, vieja y odiada institución para los creyentes en el poder regulador del mercado.



Tras su introducción, los editores han armado este volumen en cinco partes que contemplan la metamorfosis de una crisis cuyo final y consecuencias no acaban de vislumbrarse aquí. Los sucesivos artículos van situando al lector en distintos momentos y circunstancias que han ido marcando los puntos de inflexión de la catástrofe. El 14 de septiembre de 2007 se forman largas colas de clientes que desean retirar sus ahorros de las distintas sucursales de Northern Rock en Londres, Nottingham u otros lugares del Reino Unido. Ha saltado la noticia de que el banco necesitaba liquidez de emergencia y los ahorradores comienzan a entrar en pánico.



Más allá de circunstancias concretas, las distintas contribuciones tratan de armar un modelo de desarrollo más sostenible que el actual para, desde ahí, superar la Gran Recesión, término muy del gusto de los autores de este volumen. Para ello se hace necesario que el "individualismo en red", las élites financieras y de gestión y los medios de comunicación de masas que construyen grupos de referencia, den paso a prácticas económicas alternativas que, a su vez, propicien nuevas políticas públicas capaces de organizar otras formas de vivir. Construir redes de solidaridad y de apoyo mutuo, producir nuevas formas de consumo e intercambio o buscar nuevas expresiones culturales tendría como primera derivada un mundo más sostenible.



Termina este volumen en tono pesimista. No es posible predecir un futuro hipotecado por un potente sistema financiero en el que las ganancias han de ser a corto plazo. Las medidas de política económica no han resuelto, en el periodo 2008-2011, prácticamente nada si se exceptúa el rescate de bancos o grandes corporaciones.



Al mismo tiempo, un sistema político sometido a un fuerte descrédito sería incapaz de liderar una sociedad civil en descomposición, cuyas organizaciones sociales han quedado muy mermadas. En este negro panorama, los nuevos actores y movimientos sociales se encontrarían en un estado incipiente que les incapacita para una acción social y política de verdadero calado.



Confeccionado con rigor académico, este volumen lleva a cabo un profundo análisis de las causas de la crisis. No obstante, el lector echa en falta, en primer lugar, una reflexión capaz de incorporar una perspectiva histórica. Como ponía de manifiesto Richard Florida en su magnífico El gran reset (Paidós, 2011), en los últimos ciento cincuenta años el mundo fue capaz de superar dos grandes crisis: la Larga Depresión de 1873 y la Gran Depresión de 1929. Ambas, pero sobre todo la primera, guardarían semejanzas con la actual. Si de ambas salió fortalecida la sociedad, ¿por qué no habría de suceder lo mismo en la actual? Por otra parte merecería explicación más detallada el hecho de que ésta no es una crisis global. Un buen número de países sigue creciendo, incluso en Europa encontramos a Finlandia cuyas calificaciones crediticias, AAA, siguen siendo excelentes.