Los banqueros y la crisis de la monarquía hispánica de 1640
Carmen Sanz Ayán
25 octubre, 2013 02:00El cambista y su mujer, de Quentin Massys (1514)
Cuando Carmen Sanz dio a la imprenta Los banqueros de Carlos II (Valladolid, 1989) libro que, por su contenido, rigor, y por su mismo título, evoca la obra de Ramón Carande, muchos supimos asegurada en España la continuidad de una línea sumamente valiosa de investigación histórica: aquella que trata sobre los recursos económicos de la Monarquía Hispánica en los siglos XVI y XVII. Requiere dicha especialidad de complejas habilidades: dominio de los conceptos financieros - clases y valor relativo de las monedas, circuitos de los metales preciosos, instrumentos crediticios, sistema fiscal, relaciones entre variables económicas- pero también y en grado elevado, conocimiento sobre la composición y funcionamiento del Estado de los Austrias, el cual, si bien respondía a una racionalidad que resulta sorprendente por su acierto, no cabe duda de que se inspiraba en criterios muy alejados de los hoy habituales en la Administración Pública. Por fortuna, aquella Monarquía bien organizada dejó testimonio de sus actos y de sus ideas en los grandes Archivos (Histórico Nacional, Simancas, Indias, el de la Real Academia de la Historia y otros) que maestros como Felipe Ruiz Martín y Antonio Domínguez Ortiz utilizaron con provecho para crear obras esclarecedoras.Con la publicación del presente libro, Carmen Sanz Ayán demuestra que la consulta de los archivos y el conocimiento de una copiosa bibliografía internacional pueden aún proporcionar rendimientos crecientes en la investigación histórica. Se ocupa de una cuestión, los banqueros de Felipe IV en el ocaso de la privanza de Olivares, que ya el profesor Ruiz Martín había estudiado y que ahora adquiere nuevas dimensiones y revela detalles más precisos, así como abre caminos a relaciones con otros campos de estudio. Por citar sólo algunas aportaciones que parten de hallazgos, retoman planteamientos y desarrollan lo que eran, a veces, meras sugerencias de aquel maestro, baste destacar, entre otras muchas, la cuantificación que en la presente obra se hace de los créditos facilitados a la Monarquía por sus principales banqueros en la década de 1640, especificando la participación del grupo más numerosos entonces, el de los conversos portugueses, convertidos en prestamistas preferentes de la Corona desde 1627; la vinculación de estos últimos con las finanzas del resto de Europa, inclusive Holanda; la confirmación de nexos entre banqueros conversos y descendientes de hebreos emigrados de la Península Ibérica, a través de fenómenos como el de los 'judíos nuevos'; la supervivencia, en ciertos casos como factores de la Corona, de importantes banqueros genoveses después del retraimiento de la mayoría de ellos trece años antes; la explicitación de los activos financieros y monetarios utilizados para devolver el capital y los cuantiosos intereses de los créditos a la Monarquía y, por último, los vínculos entre las guerras de la época (Flandes, Francia, Cataluña, Portugal), la economía peninsular, la plata americana que fluía hacia España -y cuyo caudal en esta década menguó de modo muy notable- y los cambios económicos ocurridos entonces en Asia. De esta manera, un análisis cuyo núcleo indiscutible es la historia de España se inscribe fácilmente en una perspectiva global.
Se trata esta de una obra de historia financiera, y por tanto económica; es además una historia política, y más precisamente de la organización de la Monarquía Hispánica, y es también una historia social, en cuyas páginas se explican las relaciones entre el Rey, la Iglesia, los distintos círculos del gobierno, la nobleza, alarmada por el alcance de unos impuestos de los cuales se creía exenta, y las oligarquías urbanas enfrentadas con los prestamistas, al tener que pagar las ciudades buena parte de las deudas de la Real Hacienda. Y, sobre todo, se identifican los protagonistas del libro, los banqueros, genoveses y portugueses. Se detallan sus actividades financieras, sus aspiraciones de realce social, sus obras de beneficencia, sus inclinaciones artísticas y devociones. Y como trasfondo, los escrúpulos religiosos hacia una minoría de cuya sincera conversión se dudaba. Todo ello admirablemente recogido y expuesto en una obra de excelente factura.