James Langston Hughes
Contrasta esta despreocupada autobiografía con la imagen adusta y reivindicativa que muchos tienen de su autor, el poeta negro norteamericano James Langston Hughes (1902-1957). No es del todo improcedente esta pronta mención de su raza: a lo largo de su carrera, el autor convirtió su condición de negro con estudios y creciente prestigio intelectual en piedra de toque para poner de manifiesto, por contraste, la inconsistencia de la discriminación que sufría su raza. Otra cosa es que esta circunstancia, referida a un lugar y tiempo concretos -los Estados Unidos del primer tercio del siglo XX- se constituya en casi único principio rector de su conciencia de viajero. Y algo de eso se constata en este tramo -el segundo- de la autobiografía de Hughes, adecuadamente titulado en español Divago mientras vago, en remedo de la paronomasia del original: I Wonder As I Wander, por más que a la traducción se le escape la insalvable ambigüedad del verbo inglés "wonder", que es tanto "asombrarse" como "preguntarse". No otra es la actitud del autor a lo largo de la vuelta al mundo que constituye el argumento de estos años de su vida: desde que parte hacia la Unión Soviética en 1932 hasta que regresa a casa vía China y Japón, para después acudir a España como corresponsal de guerra.Ya desde el momento de su publicación se dijo que la parte más interesante de esta autobiografía era la referida a la estancia del autor en la Unión Soviética. El estado anfitrión permitió a Hughes que recorriera el país a su antojo, lo que el poeta aprovechó para ver cómo el régimen comunista manejaba el asunto de la convivencia de razas en las repúblicas "de color" -así las llama Hughes- del Asia central. El poeta constata el carácter represor del régimen pero piensa también que lo obtenido en los tres lustros transcurridos desde el comienzo de la revolución no es desdeñable: el desmantelamiento del despotismo feudal, la desaparición de la discriminación racial o la mejora de las condiciones de vida de la mujer. Quienes se oponen al nuevo estado de cosas -dice Hughes, refiriéndose poco piadosamente a los represaliados por el régimen- representan el mismo papel que quienes defienden la segregación racial en los Estados Unidos... Palabras que llaman la atención por estar escritas ya en los años 50, cuando el poeta había abjurado públicamente de sus simpatías hacia el comunismo; y por corresponder a un periodo de su periplo en el que compartió jornada con Arthur Koestler, cuya disidencia del comunismo se gestó en esos años.
También las impresiones de Hughes sobre la guerra civil española parecen limitarse a los muy localizados aspectos "raciales" del conflicto: la participación de negros americanos en las Brigadas Internacionales, o la de "moros" en el ejército de Franco. Queda en penumbra el propio autor, y cabe preguntarse si la imagen hedonista y superficial que quiere dar de sí mismo no será un pudoroso disfraz... A esas alturas, al poeta en trance de convertirse en figura pública convenía, quizá, esa ligereza.