José Álvarez Junco. Foto: Ángel Díaz
Lo primero que debe advertirse es que este tomo -al igual que pasaba en los anteriores- no está enfocado tanto a ese impreciso "gran público" cuanto al estudiante de historia o un sector muy concreto de lectores cultos. Aunque el coordinador del libro, Jose Álvarez Junco, se propone establecer desde el prólogo su alcance y casi se disculpa por las limitaciones del mismo, lo cierto es que estamos ante un trabajo monumental, se mire por donde se mire. Desde el punto de vista formal, el denso recorrido por las distintas concepciones de España y su historia se completa con una bibliografía esencial, un repertorio de fuentes historiográficas y una muestra representativa de documentos y testimonios que, junto con los índices, dejan al ejemplar no lejos de las mil páginas. Una extensión -preciso es admitirlo- disuasoria para muchos en los tiempos que corren. Sería una lástima que tal sucediese porque, por decirlo con absoluta franqueza, se trata de una de las novedades más sólidas e interesantes de los últimos tiempos, un compendio profundo, incisivo y convincente para comprender la "historia de la historia de España".
La riqueza del contenido hace patéticamente inútil cualquier intento de aproximación de las características de esta reseña. Debemos conformarnos con el mero apunte de lo más elemental, sin entrar en consideraciones de fondo o matizaciones y discrepancias que, ine-vitablemente, en una obra tan compleja, también podrían apuntarse. En la parte primera, la más extensa, Álvarez Junco y Gregorio de la Fuente trazan las grandes líneas de "la evolución del relato histórico", o sea, las distintas maneras que a lo largo del tiempo se ha ido viendo (o construyendo, para hablar con más propiedad) la historia de España. Un término -se advierte- cuyo significado ha ido variando, como también cambiaban los habitantes de la península, que iban fijando mediante luchas, integraciones y rechazos las bases de la comunidad (y con ello, también de su identidad). Así, a lo largo de los siglos, el relato del pasado se ha ido fraguando o adaptando de acuerdo a las necesidades del momento histórico.
Debido a ello los autores se declaran beligerantes contra tradiciones, mitos y leyendas, ya sean los primeros relatos sustentados en el pueblo godo o la épica de la Reconquista, ya sean las posteriores elaboraciones basadas en una mística imperial o el indómito pueblo que se rebela en la guerra de la Independencia. Tampoco se aceptan las coordenadas contemporáneas, desde el dolorido sentir que se expresa en el "problema de España" al entusiasmo impostado de la Hispanidad y el nacional-catolicismo. La intención expresa en el examen de estas construcciones históricas e identitarias es desvelar sus mistificaciones o, en todo caso, sus intereses subyacentes, desde las bases empíricas y racionales del científico social. La misma función y el mismo propósito se ponen de manifiesto en las aportaciones de Carolyn Boyd y Edward Baker, aunque ambos realizan un análisis más específico: los textos escolares y la cultura conmemorativa, respectivamente. Estamos en definitiva ante una magnífica síntesis, un trabajo modélico en su género.