Miguel A. Catalán Sañudo
No llegué a conocer personalmente al profesor Catalán pero sí recuerdo aquella mañana del año 57 cuando se extendió por nuestra Facultad de Ciencias madrileña la noticia, totalmente inesperada, de su fallecimiento. A la sorpresa se unía, incluso entre el personal no docente, un comentario sincero y apenado sobre su amabilidad y simpatía. Yo era un mero profesor auxiliar y no tenía de él más referencia que una breve mención sobre sus "multipletes" en alguna clase de física de mi licenciatura, y sólo más tarde pude conocer distintos aspectos de su vida y su obra; siempre a título de amateur y no competente en aquellas materias. Ahora viene este libro a actualizar mis pequeños recuerdos y, sobre todo, a ilustrar y completar las noticias sueltas que tenía.Catalán había nacido en 1894 en Zaragoza, donde su padre era catedrático de enseñanza media. Allí cursó su licenciatura en Ciencias Químicas y pasó luego a Madrid para hacer el doctorado con D. Ángel del Campo sobre "Espectroquímica del magnesio", que marcó la línea de su investigación. En efecto, en 1919, y en el Imperial College de Londres, abordó el estudio del espectro del magnesio, deduciendo una ley general de la estructura del espectro. Los espectros ópticos de los átomos complejos están constituídos por grupos de líneas con algunas regularidades que corresponden a ciertas leyes reiterativas del comportamiento. A estos grupos los llamó multipletes del espectro de cada elemento y su descubrimiento fue una referencia obligada en la historia de la mecánica cuántica y de las leyes profundas de la naturaleza, por lo que su trabajo tuvo extraordinaria repercusión.
Simultáneamente desarrollaba una importante labor docente y de divulgación científica. Fue catedrático de los institutos de Palencia y de Ávila y, finalmente, del Instituto-Escuela de la Junta para Ampliación de Estudios a la que se sintió muy ligado. Precisamente en su calidad de figura prestigiosa intervino en la creación del Instituto Nacional de Física y Química que erigió la Fundación Rockeffeller -después Instituto Rocasolano del CSIC- de cuya sección de Espectoroscopía fue nombrado director. Y en 1934 obtuvo la cátedra de Estructura atómico-molecular y Espectrogafría de la Facultuad de Ciencias de Madrid. Sin contar con otras contribuciones en astrofísica, teoría cuántica energía nuclear y una nueva clasificación periódica de elementos. Más su inmersión humanística, al estar casado con Jimena, hija de D. Ramón Menéndez Pidal. Pero todo sucumbió a la Guerra.
A los Catalán los sorprendió en la llamada "zona nacional", con lo que se rompió toda vinculación con Madrid y, sobre todo, se perdió todo el trabajo en marcha que allí había dejado. Buscó ocupación como catedrático en excedencia del Instituto de Segovia y realizó servicios en el Centro de Información de Heridos. Desde el exterior se intenta ayudarles promoviendo su recuperación pero no consiguen permiso de salida. Posiblemente su relación con la Institución Libre de Enseñanza les hace sospechosos y finalmente, terminada la guerra, Catalán es uno de los represaliados. Salió adelante trabajando como químicoen la industria privada y como profesor de bachillerato del Colegio "Estudio" que dirige su esposa. En 1946 se reintegra a su cátedra universitaria y se incorpora también al Instituto de Óptica del CSIC. La Real Academia de Ciencias, que ya en los años 20 había premiado trabajos suyos, le elige académico en 1955; no le da tiempo a tomar posesión, pues falleció os años después, sin terminar de elaborar su discurso de ingreso.
Todo esto no es más que un breve esquema de lo que el libro ofrece. Su autor fue alumno de Catalán en el colegio "Estudio" y se le desborda la admiración y el afecto por el maestro. Ha recopilado cuanto material ha tenido a su alcance: documentos, cartas, artículos y conversaciones con familiares, amigos y conocidos y nos lo sirve sin restricciones. En un conato de clasificación de tan numerosa información, dedica una parte a describir el escenario de su vida; un poco lo que he querido esbozar aquí. En una segunda parte explica quién era Miguel Catalán: deportista, ecologista, excursionista, viajero, pedagogo, hombre íntegro, estoico, jovial, cada cualidad viene largamente acreditada. Y es tal el cúmulo de datos que nos aporta desde distintas fuentes que no es raro ver repetidas algunas opiniones, como la de que se perdió la ocasión de un premio Nobel, o noticias, como la de llevar su nombre unos cráteres lunares. Bien está para poner de relieve la figura de un científico bastante olvidado durante años, aunque últimamente han surgido buenos estudios sobre él. Saludemos, pues, la aparición de esta obra, verdaderamente apasionada, en homenaje a Miguel Antonio Catalán Sañudo.