La novela extranjera en España
Domingo Pérez Minik
29 julio, 2011 02:00Domingo Pérez Minik
Entre los intelectuales que desarrollaron en Canarias una fecunda tarea cultural durante los años siguientes a la guerra civil destaca con brillo propio el nombre del ensayista y crítico Domingo Pérez Minik (Santa Cruz de Tenerife, 1903-1989), a quien se deben multitud de ensayos y artículos referidos a la novela y al teatro contemporáneos de diversos países. Una recopilación de estos trabajos sobre la literatura narrativa de nuestro tiempo apareció en 1973, en una edición de difícil acceso hoy, y se reedita oportunamente ahora, con prólogo de J. M. García Ramos. El lector joven tendrá así ocasión de disponer de sesenta y siete breves ensayos -los escritos de Pérez Minik se hallan más cerca de esta modalidad que de la reseña noticiera- sobre creaciones literarias de ocho países diferentes, todo lo cual proporciona materiales de sociología literaria -qué se tradujo y cuándo, qué pudieron conocer muchos lectores de la literatura extranjera coetánea-, además de ilustrar acerca de un modo particular de acercamiento a la interpretación y enjuiciamiento de la obra nueva sin alardes eruditos, sin informaciones de segunda mano, sin más apoyos, en suma, que los que lleve consigo mismo un observador inteligente provisto de un rico caudal de lecturas. Los trabajos que aquí se recogen, casi todos aparecidos en la revista Ínsula, van desde 1965 a 1972. No se entiende por qué los editores actuales han preferido conservar los límites cronológicos de la primera edición (1973) y no ampliar la de ahora añadiendo las contribuciones posteriores del autor, que siguió colaborando en la misma revista y en otras publicaciones durante diez años más. Esto hubiera dado al volumen mayor envergadura, además de ofrecer una visión más amplia y exacta de la evolución de Pérez Minik como crítico literario.Con todo, hay aquí un conjunto de comentarios sobre los autores del nouveau roman francés -Robbe-Grillet, Butor, Simon, Duras- que, junto con algunos trabajos de aquellos años debidos a Francisco Ynduráin, constituyen documentos esenciales para conocer cómo fue la recepción del movimiento en España y cuáles fueron las virtudes y defectos más acusados que sus primeros lectores señalados. Por otra parte, Pérez Minik no desdeña el comentario de obras de rango inferior. Su artículo sobre El astrágalo, de Albertine Sarrazin, es un modelo de ensayo analítico, y lo mismo cabe decir cuando se enfrenta a Papillon o a las novelas de Mario Puzo. En terrenos de mayor cuantía artística, las observaciones que suscita El tambor de hojalata señalan en fecha muy temprana la extraordinaria calidad de Grass, y las páginas dedicadas a Beckett o Robert Musil acreditan un instinto poco frecuente para percibir los méritos artísticos de la obra sin descuidar su incardinación en un sistema histórico y social de valores. Entre los escritores norteamericanos, Mary McCarthy, Malamud, Bellow o Updike, entre otros, son objeto de lúcidas observaciones, y lo mismo cabría decir de italianos como Bassani o de rusos como Isaak Babel o Solzhenitsin. Se incluyen, además, algunos trabajos de conjunto, como el titulado "Cincuenta años de literatura soviética", o varios acerca de la narrativa inglesa entre 1969 y 1971, que conservan aún hoy casi íntacta su vigencia. Hay, pues, múltiples razones para revisar estas reflexiones literarias de un lector que, como Pérez Minik, aún entendía que el texto es el centro de la literatura, y que el acercamiento virginal y directo a la obra, sin andaderas y sin opiniones prestadas, es el mejor acceso posible.