Una herejía española. Conversos, alumbrados e Inquisición (1449-1559)
Stefania Pastore
24 septiembre, 2010 02:00Auto de fe. Por Berruguete (1495)
El libro es un estudio del pensamiento religioso a través de una serie de itinerarios individuales. Algunos de ellos son personajes muy conocidos, como fray Hernando de Talavera o Juan de Valdés; otros, los predicadores imperiales Juan Gil o Constantino Ponce de la Fuente, relacionados con la herejía sevillana de mediados del siglo XVI; y hay, por último, gentes "de perfil más desdibujado". Los factores comunes de todos ellos son el origen converso -que la autora considera un componente decisivo- y el haber sido procesados por la Inquisición. Las trayectorias vitales estudiadas permiten analizar numerosos aspectos, no siempre bien conocidos. Entre ellos, la polémica antiinquisitorial de los primeros años, promovida por gentes cercanas a la reina; las preocupaciones religiosas del almirante de Castilla, don Fadrique Enríquez, y los intentos de reforma llevados a cabo bajo sus auspicios en tierras de Medina de Rioseco; las vinculaciones alumbradas de nobles, como los Mendoza de Guadalajara o el marqués de Villena, éste último uno de los primeros protectores de Juan de Valdés; el alumbradismo granadino; la importancia decisiva de la Universidad de Alcalá de Henares; el auge alumbrado entre 1525 y 1529, periodo que define como "un puñado de años sustraídos al imperio de la Inquisición"; la herejía sevillana, que habría de culminar en los procesos de mediados de siglo...
Menéndez Pelayo definió el alumbradismo como la única herejía "original y persistentemente española". Pastore le considera un fenómeno difuso y escurridizo, de clara matriz conversa, que atraviesa escuelas, doctrinas y personajes, y conecta con otras corrientes reformistas (Erasmo, Lutero...), que aprovecha y reelabora. A través de personajes como Miguel Servet y, sobre todo, Juan de Valdés tal aportación española al pensamiento religioso se exportó y tuvo influencia en Europa. Del rico panorama trazado se desprende la indudable participación hispana en la Reforma. Frente a la postura oficializada durante el franquismo y basada en Menéndez Pelayo, de que la única identidad española posible era la católica impuesta por la Inquisición, el libro de Pastore es una prueba más, enormemente valiosa y documentada, de la existencia de otras formas de concebir la espiritualidad, que fueron sacrificadas en el altar de la uniformidad religiosa.