Relojes de Einstein, mapas de Poincaré
Peter Galison
31 marzo, 2005 02:00Poincaré y Einstein
Albert Einstein (1879-1955) y Henri Poincaré (1854-1912): dos de los mayores científicos del último siglo, dos filósofos abstractos constructores de mundos hipotéticos ricos en metáforas imaginativas, dos intentos de captar el universo en su totalidad.Fascinados ambos por el problema de la electrodinámica de los cuerpos en movimiento levantan sus teo-rías en las encrucijadas de la filosofía, la física y la tecnología, estableciendo el principio de la relatividad como base constitutiva de la física. Demasiado próximos y demasiado alejados como para hablar de la relatividad con interpretaciones divergentes, nunca se cruzaron. Poincaré, tan cercano al pensamiento de Einstein como para poder haber anticipa- do la relatividad especial, no se atrevió a dar el paso definitivo hasta un final lógico y revolucionario.
El libro nos va haciendo recorrer los procesos que uno y otro siguieron en su lucha por coordinar el tiempo y definir la simultaneidad de observaciones sacándola del firmamento metafísico para atraerla a la tierra como una magnitud definida procedimentalmente. Y el procedimiento pasaba por sincronizar relojes en movimiento relativo unos con otros y llevar la hora a la totalidad del planeta, salto conceptual para concluir la larga búsqueda de Einstein. No deja de parecer curioso que las motivaciones partiesen de la necesidad de unificar horarios entre distintos puntos para la buena circu- lación del ferrocarril y la determinación de la longitud geográfica que marinos y geógrafos perseguían y que exigía saber calcular la hora de París sin estar allí.
Galison trata de mostrar cómo la sincronización de relojes fue también una coordinación de los lenguajes de la ciencia y de la tecnología. La reformulada simultaneidad de Poincaré y Einstein nos llevará a dos lugares cruciales en la vinculación de relojes que unieron las metáforas trascendentes de mapas y relojes. El Bureau des Longitudes de Paris, que dirigía Poincaré, sobresalía como uno de los grandes centros de tiempo en el mundo para la confección de mapas y la Oficina de Patentes de Berna, donde Einstein examinaba patentes, era el gran punto de inspec- ción para sincronizar el tiempo en vías férreas y ciudades.
Este año, cuando se cumplen cien de la aparición de las novedades que Einstein hizo circular y 50 de su muerte, y acabamos de rebasar los 150 del nacimiento de Poincaré, viene este libro a unir a los dos genios explicándonos con gran claridad y sencillez sus especulaciones. Popular uno de ellos y menos conocido el otro, salvo para los científicos, bienvenido sea este recuerdo sobre uno de los muchos tema que cultivaron: el imperio del tiempo.