Image: La conducta de la vida

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Ensayo

La conducta de la vida

Ralph Waldo Emerson

24 marzo, 2005 01:00

Ralph Waldo Emerson

Ed. Javier Alcoriza y Antonio Lastra. Pre-Textos. Valencia, 2004. 247 Págs., 17 euros.

Creo que ha sido una excelente iniciativa editorial publicar una de las principales obras de R. W. Emerson, ensayista y conferenciante norteamericano del siglo XIX que se halla en el origen (romántico e idealista) de la filosofía americana, la que en el siglo XX produjo obras notables en el llamado pragmatismo.

Se le tiene pues por el padre fundador, próximo a su importante discípulo Thoreau, de una corriente educadora, filosófica en sentido amplio, cuyo influjo se mantiene vivo en la filosofía (mucho más ceñida y rigurosa) de los Peirce, Dewey, William James, y cuya huella puede perseguirse desde los grandes creadores del romanticismo y postromanticismo norteamericano -Melville, Walt Whitman, hasta el músico John Cage.

Personaje muy influyente, forjador del carácter y del estilo -individualista, anarquizante, triunfador- que asociamos a su país de origen, tuvo el mérito de iniciar una emancipación del pensamiento, por la fluida vía del ensayo, de toda tutela confesional y eclesiástica. Sus conferencias llenaban un auditorio perplejo que no terminaba de comprender el rumbo sinuoso de sus ideas. La lectura de sus textos, especialmente el que ahora se publica, corrobora ese carácter sinuoso de su forma de aproximarse a los temas, a través de un amplio mosaico impresionista de observaciones y reflexiones laxamente hilvanadas, que hallan su coherencia máxima en el título de sus dos obras más conocidas (Ensayos I y II.) Había una modesta edición en Austral de una selección de esos ensayos: quizás el único bagaje que el lector español disponía para encontrarse con este singular ensayista y pensador norteamericano.

Ese carácter ensayístico genuino, en el que se van rozando cuestiones de fondo sin tratarse de manera temática, y que quizás en el primero de los ensayos del texto aquí publicado, llamado Hado, halla su más primorosa expresión, da un atractivo singular a esta prosa, a la vez que promueve perplejidad en todo lector. Se entiende que Nietzsche, admirador de los moralistas franceses, de los cultivadores del aforismo -de Lichtenberg, de La Rochefoucault, o de Chamfort- sintiera verdadera devoción por la prosa, y hasta por las ideas, de este singular pensador norteamericano tan inclasificable y singular. Y lo contrapusiera en positivo, dentro del ámbito del ensayo filosófico anglosajón de la época, a Thomas Carlyle, el célebre autor del ensayo Los Héroes, que aunque aparentemente podría pasar por ser más afín a su concepción del superhombre, de la voluntad de poder y del culto a las personalidades excepcionales, le parecía mucho más vacío, acartonado y trivial. Los mejores estudiosos de Nietzsche (Charles Andler, por ejemplo) subrayan siempre esta importante influencia de Emerson sobre las ideas y las formas de razonamiento y de escritura que son propias y específicas del estilo aforístico del Nietzsche maduro.

La edición está muy cuidada, con una amplia, exhaustiva cronología. Sólo me permitiré una observación crítica. Dado el escaso conocimiento que en el medios españoles se tiene de esta figura, o en razón de que sólo indirectamente se le suele conocer y reconocer (por el ascendiente que tuvo sobre Henry David Thoreau, el autor del célebre Walden, y del ensayo sobre la desobediencia civil, sobre todo) hubiera sido deseable un prólogo más ceñido a la caracterización sintética de ideas, estilo y forma del pensamiento, y de la escritura, de Emerson. El prólogo de esta edición me parece demasiado ceñido a discusiones que presuponen unos conocimientos sobre el personaje que, según creo, sólo excepcionalmente se disponen en el contexto español.
Ese esclarecimiento de las ideas y del estilo del pensamiento de R. W. Emerson era especialmente necesario por causa del carácter voluntariamente errático y sesgado de las ideas de un autor que nunca pretende demostrar nada, y que en su fluido modo de afrontar grandes cuestiones -como la antinomia entre determinismo y libertad- se caracteriza por la forma siempre lateral, o marginal, de abordarlas y debatirlas.