Image: España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela

Image: España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela

Ensayo

España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela

Miguel Delibes

13 mayo, 2004 02:00

Miguel Delibes. Foto: Carlos Arranz

Destino. Barcelona, 2004. 192 páginas, 17 euros

Acaso cada generación guarde la memoria de una o varias colecciones que surtieron sus primeros ensueños literarios. Para mí, nacido con el medio siglo, son dos las que ocupan este lugar: Crisol de Aguilar y áncora y Delfín de Destino. La primera desapareció hace ya años; áncora y Delfín sigue, por el contrario, felizmente viva, y alcanza su número mil con este volumen ensayístico de quien publicó prácticamente toda su obra en ella: Miguel Delibes.

Los avatares de su carrera, que comenzaba en 1947 con el premio Nadal La sombra del ciprés es alargada, se puede seguir también a través de la correspondencia que el novelista castellano mantuvo con el editor catalán Josep Vergés hasta 1986. La continuidad de esta colección es admirable por lo profundamente literaria que resulta. Si literatura es aquello que se lee dos veces, la palabra esencial en el tiempo, mal podría existir sin instituciones como áncora y Delfín que ha sido quien de editar ininterrumpidamente un millar de volúmenes en sesenta y dos años: desde la autarquía y el nacionalcatolicismo hasta la ampliación de la Unión Europea y su posible refrendo constitucional.

Ediciones Destino surgió como consecuencia natural de la revista de su mismo nombre, y tres años después de su nacimiento, en 1942, lanzó los tres títulos iniciales de una nueva colección con marinero rubro. Eran éstos Cavilar y contar del maestro Azorín, Viaje en autobús de uno de los autores más identificados con la casa, Josep Pla, y Cumbres borrascosas de Emily Brontë. No parecía mal programa en el yermo de tan cruda paz como aquella: la reanudación del tracto literario con los autores castellanos y catalanes y la apertura al exterior, en lo que el editor Vergés manifestaba su proverbial anglofilia. Si bien esta última línea nunca fue del todo abandonada, y baste recordar la atención de Àncora y Delfín, entre otros autores, a Saul Bellow, su impronta, con todo, será decisiva para la restauración de la novela española después de la guerra civil. Primero, recuperando un amplio público para ella, lo que logra muy pronto con el éxito de Mariona Rebull, de Ignacio Agustí. Y en el mismo año de 1944, mediante el descubrimiento de nuevos autores gracias al premio Eugenio Nadal, que obtuvo en su primera convocatoria una joven desconocida, Carmen Laforet. A partir de entonces, la feliz conjunción del premio y el catálogo de la colección dibujará la trayectoria de la novela hispánica en sus diferentes momentos: el neorrealismo de El Jarama y el realismo social posterior; la renovación disidente de estos planteamientos de Volverás a Región de Juan Benet y la superación irónica del experimentalismo de La saga/ fuga de J. B. de Gonzalo Torrente Ballester, de todo lo cual da cumplida cuenta el propio Delibes en su conferencia "Novela de posguerra (1940-2000)" aquí recogida.

Ha sido un acierto de la editorial y del autor sacar a la luz estas páginas críticas de gran valor testimonial. Delibes se ha caracterizado por su independencia de toda disciplina de escuela, amparado por su fecundo retiro provinciano y su naturaleza de escritor casi adánico, creador intuitivo de una literatura que ha ido contrastando teórica y críticamente siempre a posteriori. Hay precedentes, en su extensa producción, de otros volúmenes donde se vierte su pensamiento literario, como Pegar la hebra (1990) y He dicho (1996), pero el presente contiene páginas desconocidas y sumamente valiosas, incluso desde una perspectiva memorialística, en especial las semblanzas que dedica a los novelistas dados a conocer en los años cuarenta y a los "niños de la guerra" que irrumpieron en los cincuenta. Con una sinceridad digna de encomio y un buen juicio difícil de discutir traza perfiles de desigual extensión de los Gironella, Suárez Carreño, Laforet, Salvador, Romero, Lera, Castillo-Puche, Aldecoa, Fernández Santos. Matute, Juan y Luis Goytisolo. Destacan dos entre los textos más demorados: el de Camilo José Cela, escritor al que "le importan más las palabras que los hechos", y el de Ferlosio, hacia el que Delibes no escatima admiración. Siguen cuatro conferencias en torno al fenómeno narrativo. A la más completa he hecho referencia ya, pero no encierran menor interés las otras tres que versan sobre la idea que Delibes tiene de la creación y la sensibilidad literarias o acerca del papel primordial que le concede al personaje en su obra, con una "Confidencia" final en la que reitera su fórmula de que la novela requiere un hombre, un paisaje y una pasión, siempre abordados por el escritor desde una profunda actitud ética.