Image: Diccionario Pla de literatura

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Ensayo

Diccionario Pla de literatura

JOSEP PLA

12 diciembre, 2001 01:00

Josep Pla. Foto: Fundación Josep Pla

Edición de Valentí Puig. Traducción de Jorge Rodríguez. Destino. Barcelona, 2001. 714 páginas, 4.000 pesetas

En tan sólo cuatro páginas Valentí Puig -y no hacen falta más- explica los propósitos de este enjundioso libro, el método de trabajo y plantea su esquemático punto de vista. Haberse dedicado a comentar lo que Pla nunca llegó a sistematizar, aunque sus ideas se encuentren dispersas por estas 700 páginas, hubiera supuesto un trabajo ímprobo y haber escrito no menos de 700 páginas más. Una feliz frase de Puig da en la diana del propósito emprendido: "Pla es un lector de antes de la era del vacío, de antes de la contaminación ideológica, cuando leer era un placer y un aprendizaje" (pág. 7). Lo que tenemos ante nosotros es, pues, el mundo literario que Pla ha querido transmitirnos. No parte de un canon, sino de un anticanon; las preferencias e inquietudes de un lector interesado, parcial y caprichoso.

El escritor ampurdanés fue un excelente lector en las lenguas que llegó a conocer. Posiblemente ni siquiera sea del todo sincero en sus apreciaciones. Por ejemplo, repasando tan sólo el índice de nombres que figura al final del volumen y que nos orienta sobre la amplia gama de intereses (autores y algunos temas) dispondremos ya de una primera aproximación a un Pla lector. Lo biográfico ha sido en parte relegado en la selección de textos, así como lo referente a la estética de las artes que sólo se muestra tangencialmente (Pla tuvo curiosas concepciones sobre los pintores de su época y sobre los movimientos que conoció. Podría, incluso, confeccionarse otro diccionario de "sus" artistas y del arte). Pero, por ejemplo, acerca del surrealismo, entiende que "fue una consecuencia de lecturas mal digeridas de Freud, de referencias a la obra de Marx oídas en el café o en los talleres y de la iconoclastia sentimental de una generación naciente sincronizada con la difusión, en París, de estos autores". Es natural que así sea, porque Pla ignorará cuanto suene a irracionalismo. "Observar es más difícil que pensar", proclamaba, ya que, como admite Puig, fue fundamentalmente periodista. La literaria está formada por una base de lecturas francesas clásicas y también de autores ingleses, aunque leyó mucho más de lo que escribió, lo que se nos antoja ya desmesurado.

Apenas si encontramos referencias a la literatura en castellano, salvo los integrantes de la discutible "generación del 98", incluido Ortega y Gasset. Puede explicarse, dado que el lector destinatario de sus textos periodísticos era casi siempre catalán y nacionalista. Sobre los poetas de la generación del 27 no hemos descubierto ni una sola línea. Sobre Borges opinará que "no es un escritor de la vida: es un escritor de los libros. Llega a ser insoportable. Muchas veces es difícil establecer una línea divisoria entre una y otra cosa. En el caso de Borges es facilísimo, y la línea es clara y total. Son recensiones de otros papeles -muy bien hechas- [...], pero en definitiva, nada o poca cosa".

Sobre la literatura y la cultura catalana o europea en general podemos descubrir perlas semejantes. Como ejemplo léanse los textos dedicados a Josep Carner. Sin embargo, las apreciaciones de Pla nunca dejan indiferente. Fue consciente de que nadaba a contracorriente en muchas ocasiones, pero su concepción literaria formaba parte de una propuesta política cultural de mayor envergadura. Le sobrepasaba. Le interesaba no sólo el valor del texto, sino el hombre: las anécdotas sobre Darío o su concepción de El Corán, por ejemplo, son inigualables, así como la descripción del grupo de Bloomsbury o su defensa del alcohol como acicate para fomentar la imaginación creadora.

Puig ha extraído de sus obras completas las referencias dispersas que tratan de la literatura y sus protagonistas. A Pla nunca se le hubiera ocurrido algo semejante. No debe entenderse como un orden de valores de la literatura catalana, a la que dedica la mayor parte de su atención. Ataca e ignora el bilingöismo, aunque lo practique, y se manifiesta siempre como un noucentiste. Nunca irá más allá de lo que estima razonable. Y su medida es la lectura provechosa, aquello por lo que suspira Valentí Puig y que estima con razón que se ha perdido en estos tiempos más complejos y menos creativos que los que Pla vivió. La lectura de este Diccionario resulta apasionante, incita a la reflexión y constituye una inteligente apuesta.