Image: Sueño en libertad. Escritos políticos

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Ensayo

Sueño en libertad. Escritos políticos

Octavio Paz

25 julio, 2001 02:00

Selección y prólogo de Yvon Grenier. Seix-Barral. Barcelona, 2001. 465 páginas, 3.300 pesetas

Tras esta excelente selección podemos advertir un enciclopédico analista, un defensor de la libertad en tiempos en los que ésta parecía tener que inclinarse hacia el pragmatismo

La personalidad de Octavio Paz fue polémica, entre otras facetas, por sus opiniones políticas. Tal vez éstas le acarrearan más polémicas, enemigos y disgustos que las que nacen de la zona más creativa de su producción: su poesía, sus ensayos. Sin embargo, este volumen, formado por una selección de sus artículos, ensayos y entrevistas de carácter político, viene a ofrecernos la imagen de un intelectual y escritor que nunca dejó de comprometerse con su tiempo.

Yvon Grenier, autor del prólogo y de la selección, profesor de ciencia política en una universidad canadiense, entiende que sus inquietudes políticas brotan de sus orígenes: "Todo eso empezó cuando era muy joven. Como es ya muy sabido, su padre fue un activista zapatista durante la revolución y, su abuelo, figura quizás aún más importante para el joven Paz, se destacó como escritor e intelectual liberal durante el porfiriato". Pero vivió, asimismo, momentos políticos culminantes del pasado siglo, militó en movimientos de carácter cultural que implicaban un compromiso y no tuvo empacho en mostrarse a contracorriente de quienes estaban en el poder.
Nunca disimuló sus principios, anclados en la izquierda. Sus reflexiones sobre el anarcosindicalismo, sobre el trotskismo, sobre el comunismo e incluso sus poemas "comprometidos" (alguna muestra hubiera debido incluirse aquí) se decantan hacia el desencanto que Paz sitúa cuando le informan de los campos de concentración de Stalin, en la URSS. Pero sus reflexiones se ocupan no sólo de las grandes corrientes del pensamiento del pasado siglo. Es invitado al Congreso antifascista que se celebra, durante la guerra civil española, en Barcelona, Valencia y Madrid. Paz recelará ya del primer castrismo y expone sus opiniones sobre el fenómeno de Chiapas. Una "independencia" política crítica le habrá de permitir calificarse como liberal, sin abandonar sus simpatías por una izquierda que le considerará anticomunista, lo que rechazará en una "Conversación con Braulio Peralta" (1981, revisado en 1996). Sobre las acusaciones que le calificaban de reaccionario, dirá: "reaccionario es un adjetivo, no una razón. Siempre creí -y creo- que mi interlocutor natural era el intelectual llamado de izquierda. Pero esos intelectuales no hablan con razones: contestan con adjetivos".

Paz no es, sin embargo, un analista que busque argumentos en campos trillados. Sus consideraciones sobre la situación mexicana, sus críticas al PRI, no le impiden ofrecer una razonada teoría de la naturaleza de la política mexicana, anclada en el substrato prehispano, en los vicios de la Conquista, que heredó más tarde la república criolla. La pirámide será un símbolo no sólo de la cultura mexica, sino de la organización social del México actual. Anuncia el fin del PRI y advierte de la pujanza del PAN (al que critica por su pasado profranquista y su moral católica intransigente) hoy en el Gobierno, y la debilidad de una izquierda fragmentada, el PRD. Propone otro modelo de desarrollo, ya que entiende que el sistema capitalista y el comunismo fracasaron: "Se trata de una tarea urgente y que requiere por igual la ciencia y la imaginación, la honestidad y la sensiblidad; una tarea sin precedentes porque todos los modelos de desarrollo que conocemos, vengan del Oeste o del Este, conducen al desastre" (1969).

Contra lo que opina Grenier, en la argumentación dialéctica pueden detectarse lecturas marxistas, aunque resulta evidente que el pensamiento de Paz es sincrético, capaz de pasar del análisis social al mito. Tras los escritos aquí reunidos -una excelente selección- podemos advertir un enciclopédico analista, atento a los significados profundos de la historia más que al detalle, un defensor de la libertad en tiempos en los que ésta parecía tener que inclinarse hacia el pragmatismo.

Paz no olvidará tampoco el problema indígena. Lo trata sin sentimentalismos paternalistas e incluso ofrece soluciones más o menos utópicas. El lector podrá disentir, pero tendrá que admitir que no falta coherencia entre las grandes líneas de su pensamiento, su evolución ideológica y sus actitudes personales. Su ecologismo tampoco fue de última hora y sus reproches al caciquismo, a la peligrosa relación entre escritores y poder resultan coherentes. En 1986, al recibir el premio Alfonso Reyes escribía: "El escritor tampoco puede ser funcionario, redentor social, fundador de hospitales [...]: el escritor tiene que elegir entre la acción colectiva, sea filantrópica o mesiánica, y la solitaria escritura". Tras la brutal represión en la Plaza de las Tres Culturas, Paz dimitió de su embajada en la India y se refugió en las universidades estadounidenses por algunos años. En múltiples aspectos sigue ofreciéndonos una lección vigente.