Image: Los cien aforismos. La segunda visión

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Ensayo

Los cien aforismos. La segunda visión

Franza Marc

2 mayo, 2001 02:00

Traducción de Javier Arnaldo. árdora. Madrid, 2001. 62 páginas, 1.270 pesetas

Un libro valioso, no sólo históricamente. Un libro sobre el que pensar y desde el que las puertas del pensamiento se abren

Como todos los vanguardistas, Franz Marc fue un artista arrebatado. Fundador de El jinete azul, activista cultural, su pintura, más allá del tono propio de la época, nos sumerge en ese movimiento geométrico donde la forma deviene un movimiento del espíritu ( un movimiento tan puro como absolutamente turbador), donde la vida, con sus animales al fondo, nos habla de irracionales correspondencias secretas, de mensajes herméticos, hondos e inesperados.

Muchas son las cuestiones que Franz Marc nos plantea en este cuaderno de sus pensamientos últimos, escrito mientras combatía en el frente de la I guerra mundial, entre finales de diciembre de 1914 y los primeros meses de 1915. Muchos son, además, los interrogantes que abre, sobre todo si tenemos en cuenta esta espléndida edición realizada por uno de nuestros mejores teóricos del arte, Javier Arnaldo, del que hay que apreciar los ejercicios de limpieza que ha realizado sobre el arte del romanticismo y la vanguardia europeas.

"Ser puro es todo" nos dice Marc, y realmente la mirada que aquí se hace de la guerra es una mirada trascendente, donde se pretende adivinar el sentido último de la confrontación, el sentido espiritual de un tiempo convulso que estaba arrasando Europa. Influido por las ideas de Kandinsky en su De la espiritualidad en el arte, no posee, por supuesto, la inteligencia de éste, pero lo supera en su mirada sobre la historia, la historia no como la narración de hechos humanos sino como proyecto cultural. En este sentido hay que asomarse a estas páginas para com- prender con qué inteligencia sutil planteó el concepto de Europa y cómo revitalizó una tradición alemana que ya encontramos en Novalis.

Marc, en estos apuntes, no fue un aforista. Como Geoffried Benn fue conceptual, concentrado, pero le sobraba continuum discursivo y le faltaba ese fulgor poético de Lichtenberg. Además, pese a su nietzchianismo, la razón le asalta aquí y allá por la vía kantiana. Es finalmente un espíritu trágico que resuelve el combate entre el pensamiento y el sentimiento mediante la intuición, por esa, entre otras cosas, detestaba a Goethe.
Marc, además, tampoco fue un profeta, se valió de la forma de la profecía, pero carecía del furor, de desmelenamiento de un Blake, de un Bloy o de los profetas bíblicos. Su crítica y tragicidad de la historia desea superar la cultura occidental, desea asimilar la ciencia como una manifestación de nuestro espíritu, pero el carácter de esa segunda visión, de esa literatura revelada, estaba demasiado apegado al presente, le faltaba ese aliento panacrónico del que habló Larrca. Nunca la literatura profética se convierte en un almanaque, como el detestable Nostradamus.

Los 100 aforismos de Franz Marc es, en definitiva, un libro valioso, no sólo históricamente. Un libro sobre el que pensar y desde el que las puertas del pensamiento se abren a ese pensar abstracto y a esa nueva.