El escritor, académico y expolítico canadiense Michael Ignatieff (Toronto, Canadá, 1947) estuvo este martes impartiendo una conferencia en la Fundación Ramón Areces de Madrid. A su regreso esta mañana, se ha bajado del avión y, ya en el aeropuerto de Viena, ha descolgado su teléfono móvil. Al otro lado de la línea, la Fundación Princesa de Asturias estaba a punto de comunicarle que había sido reconocido con el premio en la categoría de Ciencias Sociales por "aplicar la reflexión crítica a los grandes conflictos políticos de nuestro tiempo", entre otras venerables razones.
Ignatieff, aclamado por sus teorías liberales, por sus críticas al nacionalismo y por obras como la imprescindible biografía sobre Isaiah Berlin, conoce la importancia que tiene este premio, según ha asegurado en una rueda de prensa virtual coordinada por la editorial Taurus, sello que se hace cargo de sus publicaciones en España.
Según el jurado, su obra constituye "una original mezcla de realismo político, humanismo e idealismo liberal, donde los valores de la libertad, los derechos humanos, la tolerancia y la salvaguarda de las instituciones son su preocupación fundamental". Además, es "una referencia imprescindible para orientarnos en un presente tan cargado de conflictos bélicos, polarización política y amenazas a la libertad", según rezaba el acta, por lo que la política internacional ha capitalizado su intervención ante la prensa.
[Michael Ignatieff, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2024]
"No hay un riesgo de guerra, estamos en guerra". Con esta contundencia se ha referido a la situación actual en Europa. "La cuestión es si la guerra se va a extender o no", ha matizado Ignatieff, que se ha mostrado de acuerdo con las alertas que proceden de países como Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria o República Checa en relación a la actitud de Rusia. "Si no detenemos a Putin en Ucrania, Europa no está segura", ha aseverado.
Más allá del discurso diplomático, considera esencial el apoyo a Ucrania "con todo lo posible, incluso con municiones, para que las fronteras europeas estén seguras". Por cierto, "en España creéis que estáis muy lejos", ha advertido, pero "si Putin consigue violar la soberanía de un estado europeo, en 25 años no existirá el continente".
El desafío separatista en Cataluña
A nuestro país, precisamente, le dedicó buena parte de su intervención. Más allá de las "eternas divisiones de la sociedad", España "después de Franco es una de las grandes historias de éxito en Europa", ha dicho.
Experto en el análisis de los nacionalismos, se ha pronunciado respecto al desafío separatista en Cataluña: "La aspiración de los catalanes es muy antigua". Pero "Asturias, Galicia y País Vasco también son identidades muy profundas", por lo que "deberíamos tranquilizarnos, nos van acompañar durante mucho tiempo". En esta línea, se muestra partidario de "apostar por el diálogo", pues "las soluciones radicales no resuelven el problema".
En Canadá, según ha recordado, hubo un referéndum constitucional con consentimiento por ambas partes. "Esa es la manera de avanzar", ha determinado, aunque, entre bromas, ha dicho que "la experiencia fue cercana a la muerte".
Ignatieff fue líder de la oposición en su país natal como presidente del Partido Liberal desde 2009 hasta 2011. Aunque nunca llegó a materializar sus objetivos, se ha mostrado "muy contento de haber entrado en política". Aquella "experiencia inolvidable" quedó registrada en el libro Fuego y cenizas, publicado también por Taurus en 2014.
Si bien su último libro, En busca de consuelo (Taurus, 2023), mostraba su lado más pesimista, lo cierto es que el pensador canadiense ha revelado una cara bien distinta en la rueda de prensa de este miércoles. "Esta es la mayor era del periodismo que he conocido; la más objetiva, escrupulosa y honesta", ha dicho. Asimismo, considera que "hay un público preparado para pagar por buena información". El problema del periodismo, concede, es que en la esfera digital compiten "el rigor contra el zoo". Y "eso es lo más preocupante".
Con todo, "he aprendido más en la calle escuchando a la gente que en las bibliotecas", asegura Ignatieff. Por ello lamenta que la política haya prostituido el lenguaje. "Cuando conviertes el lenguaje en un arma, lo traicionas. Lo fuerzas para convertirlo en un instrumento de ideología", ha dicho antes de confesar que él mismo incurrió en este pecado durante su etapa como opositor al gobierno.
Populismo y democracia
Lo que verdaderamente preocupa, en el ámbito político, al flamante Premio Princesa de Asturias no es el populismo. De hecho, "tendríamos que evitar llamar populista a alguien porque no nos gusta lo que dice". "El riesgo de la democracia no es el populismo, sino la gente que se ha situado al margen de lo constitucional", ha explicado.
Así, "el problema de Trump no es que sea de derechas, sino si va a aceptar el resultado de las elecciones en caso de que pierda". En este sentido, "si Le Pen está en los límites de la Constitución, lo aceptaría; pero si no lo está, el pueblo francés se tendrá que levantar para decir: 'No pasarán'".