"Ya no hay que venir a la RAE a consultar libros, se puede hacer desde la mesa camilla de casa". Estas palabras de Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, sintetizan la naturaleza del "ambicioso y maravilloso" proyecto que acaba de poner en marcha la institución. Gracias al mecenazgo de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, que ha alumbrado distintos convenios derivados de la colaboración con la Fundación pro-RAE, la Biblioteca Digital de la RAE es ya una realidad y está disponible en su página web.
Hasta 1.500.000 páginas contenidas en 5.256 ejemplares que, a su vez, corresponden a 4.800 obras —muchas de ellas constan de, al menos, dos volúmenes— han sido digitalizadas tras una labor conjunta de los bibliotecarios y los equipos de tecnología y comunicación de la Academia. Desde este momento, aquellas obras que "estaban muy bien custodiadas pero eran poco manejables", tal como apuntó Muñoz Machado en la rueda de prensa de este miércoles, pasan a disposición de cualquier internauta que tenga a bien sumergirse en ellas.
Se trata de un servicio destinado tanto a los investigadores como al usuario común que le apasionen los textos antiguos. Para los primeros será especialmente útil, pues tendrán muchas más facilidades para encontrar un término determinado con la herramienta OCR (reconocimiento óptico de caracteres) —mismo funcionamiento y utilidad que en un archivo PDF— cuando se trate de un manuscrito mecanografiado. Además, evitarán en muchos casos el desplazamiento hasta la sede de la Academia, añadió el director de la RAE.
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De los 300.000 títulos contenidos en el fondo documental de la Academia, se han digitalizado "con la mejor tecnología" las obras "más exquisitas", aseguró Muñoz Machado. Por su parte, Fernando Masaveu, presidente de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, puso de relieve la doble finalidad con la que se encaró este proyecto: el acceso universal y la preservación de fondos. Y es que "la digitalización evita la manipulación excesiva del libro antiguo", según indicó la directora de la biblioteca de la RAE, Pilar Egoscozábal, que ha supervisado el proceso.
A propósito, Muñoz Machado considera que ha sido una labor llevada a cabo"en tiempo récord", pues el proyecto arrancó en junio de 2021. La digitalización consta de tres fases: la primera, que ya habría sido completada, corresponde a las publicaciones inscritas en el lapso temporal que se extiende desde los incunables —se recogen unos 50 que datan de mediados del siglo XV, coincidiendo con los inicios de la técnica tipográfica— hasta 1830; la segunda, también materializada, se prolongaría hasta las obras impresas hasta 1900; mientras que la tercera sigue abierta.
Un servicio en construcción permanente
En realidad, la Biblioteca Digital "no es una obra cerrada", ha puntualizado Egoscozábal, sino que las obras se digitalizarán teniendo en cuenta los criterios de la RAE y las solicitudes de los investigadores. Entre los títulos incluidos en el nuevo servicio, que se integran tanto en el campo de las humanidades —literatura, arte, historia, ciencias sociales, religión o filosofía— como en el de la ciencia, sobresalen algunas joyas del fondo documental de la RAE. Por ejemplo, la primera edición de la primera parte del Quijote, de 1605.
Respecto a la edición de Ibarra, que data de 1780 y está también integrada en la Biblioteca Digital, no pudo contener Muñoz Machado el relato de la curiosa anécdota que bordea su publicación. Resulta que el objetivo era emular (e incluso mejorar) la edición inglesa de 1738, cuya sofisticación había dejado a España en evidencia. Entre las estampas que finalmente ilustraron la edición, en la que habían participado los mejores grabadores del momento, no se incluyó la de un tal Francisco de Goya. Tanto la Academia de Bellas Artes como la propia Real Academia Española rechazaron su obra.
Tesoros al alcance de todos
La Biblioteca Digital contiene también tesoros como uno de los ejemplares de El Buscón de Quevedo, los manuscritos autógrafos de Don Juan Tenorio, donde se pueden ver las tachaduras y el proceso creativo de José Zorrilla; El bastardo mudarra o Estefanía la desdichada, de Lope de Vega, en los que comprobamos que su escritura no era precisamente lineal; la edición facsímil del Cancionero de Juan del Encina, que reproduce la primera edición de 1496; el Libro del buen amor de Juan Ruiz Arcipreste de Hita...
De la segunda fase, destacan los manuscritos de los libros Canción de otoño, de Rubén Darío; En las orillas del Sar, de Rosalía de Castro; Zaragoza, uno de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós... Por supuesto, no falta el Diccionario de autoridades, primer diccionario realizado por la Real Academia Española y publicado en seis tomos entre 1726 y 1739. Resulta también curioso el caso de los pliegos de cordel. Hasta 209 de estas obras de literatura popular, cuya extensión no supera las cuatro páginas, han sido digitalizadas y están disponibles en el nuevo servicio.
La flamante Biblioteca Digital aún debe seguir mejorando en cuestiones de funcionalidad, pero la puesta de largo será muy satisfactoria para el usuario común, pues presenta una interfaz sencilla y atractiva.