No es verdad que Benjamín Labatut esté tratando de popularizar la ciencia a través de la literatura. Al menos, no es del todo preciso. La ambición del escritor chileno que nació en Rotterdam (1980) y escribe en inglés es esencialmente literaria. Lo que sí ha hecho en sus dos últimos libros, Un verdor terrible (2020) y MANIAC (2023), ambos publicados en Anagrama, es convertir a figuras imprescindibles de la ciencia en grandes personajes de sus relatos. Aunque tampoco es solo eso. En la presentación de MANIAC este jueves en La Central de Callao (Madrid), Labatut, acompañado de la escritora y periodista Marta Peirano, esclareció toda esta nebulosa.
Los personajes ocuparon el primer acto de la conversación, que transitó de la ciencia a la literatura sin solución de continuidad. "Llego a ellos por las ideas, no por las biografías", aseguró el autor. Claro que en el caso de Un verdor terrible, explicó Labatut, "me interesaba cómo las vidas de Heisenberg o Schrödinger se reflejaba en sus ecuaciones". Por ejemplo, del perverso sexual que fue Schrödinger —sobre él gravitan sospechas de pedofilia— se dijo que sus fórmulas eran "sensuales".
Aunque si hay algo que de verdad obsesiona a Labatut es lo que no alcanza al entendimiento del ser humano, y este sí es un motivo por el que vale la pena hacer literatura. El autor escribe en MANIAC sobre AlphaGO, un programa de ordenador desarrollado con inteligencia artificial que venció a Lee Sedol, campeón mundial de GO, un juego de tablero cuya estrategia es similar al ajedrez. Este "desafío para la comprensión de los expertos" es el combustible que pone en marcha su escritura.
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John von Neumann es "el premio gordo" de MANIAC, aseguró Peirano. "El personaje más singular del siglo pasado" según la consideración de Labatut representa lo incomprensible, en tanto que "su mente pone en cuestión los límites del ser humano". El matemático, uno de los nombres que más contribuyó a la historia de la mecánica cuántica, formó parte del comité encargado del programa atómico estadounidense. "Vio el mundo como nadie lo había visto antes", aseguró Labatut, añadiendo que fue también el creador del modelo matemático de una neurona, lo que supuso el embrión de las redes neuronales.
Preguntado por el recurso coral que domina la novela —hasta 14 personajes rodean a Von Neumann—, "era importante dar una idea de la complejidad de los personajes", todos ellos grandes genios del siglo XX. A menudo "el lector no permite contradicciones al narrador", que es "una suerte de Sebald" en MANIAC, así que "necesitaba múltiples perspectivas", esto es, testimonios reales de quienes lo conocieron. La idea era, por tanto, que Von Neumann "hablara lo menos posible, como Dios en la Biblia", para que su personaje fuera presentado en "su real dimensión", que era "titánica".
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Ahora bien, "la vida real de Von Neumann fue un éxito tras otro". El hecho de que nunca fracase —"no tiene las caídas necesarias que requiere una novela", vino a decir Labatut— le condujo a "exagerar ciertas cosas". Necesitaba, además, un contrapunto. Paul Ehrenfest, íntimo amigo de Einstein, se erige en la antítesis de Von Neumann en esta novela. Ehrenfest no soportaba al prodigio húngaro que se valía de "espantosas armas matemáticas para crear aparatos teóricos incomprensiblemente complejos", leemos en la página 21.
Las frenéticas transformaciones que se daban en la mecánica cuántica, el campo en el que Ehrenfest era especialista, lo desconcertaron hasta el límite de la locura. Tanto que asoció lo que él consideraba tan irracional con el advenimiento del nazismo, que representaba la barbarie. Enfermo de desazón, mató a su hijo de 14 años, discapacitado, para quitarse después la vida. El progreso —"¡Esas terribles abstracciones!"— lo había arrastrado al abismo.
La ciencia y el trauma nazi
Labatut advirtió en la presentación que "el hilo que une estas historias" es responsabilidad suya. También, y a propósito del monumental episiodio, que los mejores pasajes no los inventó él, sino que ocurrieron en la realidad. Sucedió también que Kurt Gödel, uno de los lógicos más importantes de todos los tiempos, admirado por Von Neumann, "dejó de comer, traumatizado por el ascenso nazi, hasta que murió de inanición". También su vida fue la historia de un delirio: "Introdujo tanta incertidumbre a las matemáticas que llegó a creer que algún matemático vendría a matarlo", relató Labatut.
Sorprendentemente, el autor de MANIAC considera que a los personajes varones de esta novela les falta profundidad y son las mujeres las que contribuyen a la elevación del relato con su impronta irreverente a través de "la violencia y la maldad". En esta línea, Labatut cree que "un hombre no puede ser solo una cosa (un escritor, por ejemplo) porque reduce su visión del mundo, aunque es cierto que hay una tendencia mayoritamente masculina a la monomanía", que es la obsesión por una idea determinada recurrente.
MANIAC es una disección profunda en clave científica y psicológica del convulso siglo XX, pero a su autor no se le escapan las conexiones con las incertidumbres actuales. A propósito de los relatos que explican estas cuestiones, afirmó: "Igual que siempre hemos necesitado metáforas para interaccionar con los dioses, también las necesitamos para pensar la ciencia". Así, en lo referido a la omnipresente inteligencia artificial, advirtió: "Estamos creando seres matemáticos, así que necesitamos conocer sus límites".