Juan del Val plantea un juego de espejos en Bocabesada, su nueva novela, que publica la editorial Espasa. Su protagonista, Martín Varela, se le parece mucho: es un famoso colaborador televisivo y escritor de éxito con una novela superventas sobre una urbanización de lujo que HBO quiere convertir en serie (Edén es la de Varela, título muy similar a Delparaíso). “Espero que quieran seguir adelante con el proyecto después de leer la novela”, bromea Del Val, ya que su nuevo libro retrata los entresijos del mundo de las productoras y plataformas de televisión, y los directivos son tildados de mediocres.
Del Val (Madrid, 1970), guionista y colaborador habitual de El hormiguero, uno de los programas de entretenimiento de mayor audiencia de España, se explica: “Yo sería un directivo nefasto, porque soy apasionado, y un directivo no puede serlo porque toma decisiones en las que se juegan millones de euros. Debe ser contenido, pero esa contención deriva en cobardía y en no apostar nunca por nada que no haya hecho otro antes. No puedo destacar de ellos su creatividad ni su valentía, que son dos aspectos que me gustan en un ser humano. Lo digo con todos mis respetos”.
Bocabesada es una novela muy coral como lo era Delparaíso. El título es también el nombre de la productora de series de televisión que preside Camilo Orellana, padre viudo de un joven que se llama como él y que no tiene muchas aptitudes, pero que deberá hacerse cargo de la productora de manera imprevista.
"Sé que mi prestigio como escritor crecería de manera exponencial si no saliera en la tele"
Entre los numerosos personajes también figuran Ana, la secretaria de la empresa, que mantenía una relación con Martín Varela hasta que este decidió dejarlo todo para irse a escribir su próxima novela a Nueva York; Rocío, la directora de producción; Jacinto, el portero de la finca; Adela, una joven trans aspirante a actriz; Jennifer, una joven prostituta de lujo que un día también quiso ser actriz o modelo; Nacho Blázquez y Nuria Cadenas, directivos de una plataforma de streaming, entre otros. Todos, evidentemente, con su propia historia, sus anhelos, sus problemas y su papel en la urdimbre de la trama.
Del Val, que también colabora en el programa La Roca —presentado por Nuria Roca, su mujer desde hace 23 años—, se reconoce en muchos aspectos de su protagonista, pero también en otros personajes, incluso en Carlos, un niño que tras cambiar de sexo se convertirá en Adela. De hecho, se considera “bastante femenino”. “He vivido permanentemente con mujeres, atento a las mujeres, no me resulta en absoluto difícil ponerme en su piel en todos los aspectos, más que en el caso de muchos hombres. Por eso me suelen salir mejor los personajes femeninos”, opina.
Pregunta. Martín Varela sale huyendo del mundo de la tele para dedicarse a escribir. ¿A usted le ha pasado lo mismo por la cabeza alguna vez?
Respuesta. Nunca me he planteado en serio dejar la tele. En realidad llevo poco tiempo saliendo delante de la cámara. Dejarlo sería claudicar ante esta idea generalizada de que no se pueden hacer dos cosas a la vez y que si sales en la televisión no puedes escribir novelas. Sé que mi prestigio como escritor crecería de manera exponencial si no saliera en la tele. Yo escribo con mucha honestidad. En la televisión soy menos yo de lo que soy escribiendo. En la novela estoy entero, pero estoy feliz en la tele y la dejaré cuando me echen.
P. ¿El mundo de la televisión es tan mezquino y falso como parece desde fuera?
R. En el mundo de la tele, como en todos, hay cosas más gratificantes que otras, pero no es un mundo turbio en absoluto. Es cierto que hay más gente con un ego grande que en otras profesiones, eso te lo da la exposición. Hay que tener cierto ego para estar ahí.
"En el mundillo literario hay demasiada pose, demasiado complejo de superioridad. Hay autores que pretenden trascender y acaban siendo un verdadero coñazo"
P. ¿Y qué me dice del mundo de la literatura?
R. Yo creo que en el mundillo literario hay demasiada pose, demasiados lugares comunes, demasiado complejo de superioridad respecto a los lectores por parte de los autores. Yo nunca me sitúo por encima del lector, le presupongo toda la inteligencia del mundo. Yo no me doy importancia, me parecen más importantes la historia y los personajes que esa cosa pretenciosa de contarle al lector todo el rato lo que llevas dentro. Eso es algo muy frecuente. Hay autores que pretenden trascender y acaban siendo un verdadero coñazo.
P. Usted habla sin tapujos de muchos temas que actualmente son controvertidos. ¿Cree que hay mucha autocensura y miedo a la cancelación?
R. Vivimos un tiempo complicado con eso. Mucha gente tiene miedo de dar una opinión controvertida porque al día siguiente le van a atizar en las redes sociales, en los titulares. Por culpa de ese “mejor me callo”, hemos llegado a un momento en el que todo el mundo habla sin decir nada, sin provocar para bien y para mal. Porque para mí una de las obligaciones de cualquier creador es provocar. Hay gente que presume de no ofender a nadie, pero un artista que no provoca a nadie no debería jactarse, sino avergonzarse.
"Hay gente que presume de no ofender a nadie, pero un artista que no provoca a nadie debería avergonzarse"
P. Hay un personaje en su nueva novela que es prostituta porque le gusta. ¿Qué opina de la prostitución en esos casos?
R. La prostitución es un drama. La inmensa mayoría de las prostitutas no la ejercen en libertad, es pura explotación y hay que perseguir a las mafias. Hay casos excepcionales en los que se ejerce voluntariamente, como el de Jennifer en la novela, y lo respeto. Yo no juzgo a mis personajes. Yo tengo mi opinión, pero lo que escribo no me hace preso de mis palabras. Si me preguntas a título personal, no como escritor, te diré que Jennifer se está equivocando mucho, pero es su problema, no el mío.
P. Otro tema social candente que aparece en su libro es la cuestión trans. Usted no teoriza políticamente, sino que cuenta el caso de una persona concreta, va al lado humano.
R. Tal cual. En mis novelas aparecen muchos temas sociales candentes porque son contemporáneas. Pero insisto en que yo como escritor ni juzgo ni opino. Describo, sobre todo sentimientos. El personaje de Adela tiene muchísima fuerza, y se basa en hechos bastante reales y la parte en la que describo cómo es una operación de cambio de sexo está muy documentada. Yo no escribo sobre leyes ni ideologías, sino sobre las emociones de los personajes.
P. ¿Cree que la industria del entretenimiento está infravalorada por parte de la élite cultural, a pesar de que entretener es una de las actividades más difíciles que hay?
R. Sí, porque esa pseudoélite intelectual ni es intelectual, ni es élite ni es nada, y, paradójicamente, suele ser de izquierdas y presume de estar siempre al lado de la gente, pero la desprecia profundamente: los programas que ven, los libros que leen, la música que escuchan y hasta la comida que comen. Eso no es estar con la gente. El entretenimiento es una cosa muy seria, y cuando esa supuesta élite cultural intenta hacer algo en la televisión, se pega una hostia descomunal. Hay que tener mucho talento para hacer un entretenimiento accesible a todo el mundo.
"El entretenimiento es una cosa muy seria, y cuando esa supuesta élite cultural intenta hacer algo en la televisión, se pega una hostia descomunal"
P. ¿Es muy distinto para usted escribir un guion para televisión que escribir una novela?
R. Lo único que ambas cosas tienen en común es que se golpea un teclado y se utiliza el verbo escribir.
P. Usted empezó trabajando en el mundo de la construcción y después dio el salto al periodismo. ¿Cómo lo hizo?
R. Colándome. Lo conté en Parece mentira, esa sí que es una novela completamente autobiográfica. Me gustaban mucho los toros y tenía inquietud por escribir. Yo no había terminado segundo de BUP siquiera, pero mentí, dije que hacía segundo de periodismo y que quería hacer unas prácticas. Era otra época, había más inocencia y me creyeron. Así entré en el diario El independiente en 1991. Empecé en la sección de Toros haciendo pequeñas reseñas y entrevistas. Me quedé y me puse a estudiar como un perro, estaba pendiente de todo y logré quedarme en el oficio, que aprendí con cierta rapidez. Ahora tengo 53 y aquí sigo.
P. Delparaíso fue la novela que acabó de consagrarle como un escritor de éxito. ¿Cómo vivió ese proceso?
R. Yo hice en solitario Parece mentira, que funcionó bien dentro de unos límites moderados. Con la siguiente, Candela, gané el Premio Primavera y eso me colocó en un sitio en el que la gente me tomó más en serio. Pensaron “a lo mejor junta las letras bien”. Esa novela estaba narrada en primera persona por una mujer. Suponía un salto con respecto a la siguiente y funcionó. En Delparaíso hice otro salto hacia una novela muy coral de personajes, bastante más literaria que comercial, y sin embargo dio el pelotazo. Bocabesada tiene la estructura de Delparaíso, pero es menos literaria, más fácil. Y reivindico la palabra “fácil” porque no significa simple. A mí me obsesiona bastante que todo lo que quiero contar, que son muchas cosas, se lea de manera fácil.
P. Delparaíso será una serie de HBO. ¿En qué fase está el proyecto y quién la está haciendo?
R. La están escribiendo Agustín Díaz Yanes y Paloma Rando. Se ha encargado el guion de ocho capítulos, pero es un proceso tan largo que me desespera, intento no estar demasiado pendiente porque pueden pasar años.
P. Sus primeras novelas las escribió a cuatro manos con Nuria Roca. ¿Es difícil escribir entre dos?
R. Es una tortura. Cada uno escribía por un lado y luego editábamos el texto del otro. Salieron bastante bien, pero no lo volveremos a hacer.
P. ¿Nuria es su primera lectora?
R. Sí, va leyendo mis borradores folio a folio. No soy ese tipo de escritor que no enseña el texto hasta que está acabado. Yo necesito que Nuria, mi editora y dos o tres personas más sean partícipes de todo el proceso.
P. El protagonista de la novela se marcha a Nueva York para escribir. ¿Usted también lo hace? ¿Qué le gusta de aquella ciudad?
R. Voy a Nueva York dos veces al año. Es un sitio que me encanta. Siempre ha sido para mí un referente cinematográfico. Yo empecé a viajar tarde y me parecía un lugar inaccesible. Cuando voy por la Quinta Avenida me siento como un niño pequeño o como Paco Martínez Soria.