Juan Luis Alborg en su biblioteca de Valencia, en 1951. Foto cedida por Concha Alborg

Juan Luis Alborg en su biblioteca de Valencia, en 1951. Foto cedida por Concha Alborg

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Letras

Cartas de amor y guerra de Juan Luis Alborg, uno de los grandes historiadores de literatura española del s. XX

Concha Alborg analiza en un libro la amplia correspondencia que el crítico, entonces un joven con aspiraciones literarias, dedicó a su novia durante la contienda civil.

6 septiembre, 2023 02:43

El conjunto de cartas escritas por Juan Luis Alborg durante la Guerra Civil puede ser considerado la obra narrativa que nunca llegó a hacer, ya que se centró en su labor como crítico e historiador de la literatura española. Así lo considera Concha Alborg, escritora y académica como su padre y responsable de la edición de su valiosa correspondencia, publicada por UMA editorial y la Universitat de València bajo el título Retrato del joven escritor Juan Luis Alborg. Epistolario durante la Guerra Civil.

Título: Retrato del joven escritor Juan Luis Alborg. Epistolario durante la Guerra Civil

Autora: Concha Alborg

Editorial: UMA Editorial y Publicacions de la Universitat de València

Año de edición: 2023

Disponible en UMA Editorial

Disponible en Unebook

A sus 23 años, en el curso 1936/37, Alborg tiene que interrumpir sus últimas asignaturas de Filosofía y Letras para incorporarse como operador de radio en la retaguardia del frente sur de la República (primero fue destinado a Valdepeñas y después sirvió en la provincia de Jaén).

Aspirante a escritor, desde julio de 1937 hasta marzo de 1939 relata sus experiencias a su futura esposa, Concha Carles, en un intenso intercambio epistolar. De las más de 400 cartas que se conservan en el legado de Juan Luis Alborg a la Universidad de Málaga, la editora ha seleccionado 116 para este trabajo.

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“Estas cartas son un testamento de esa herencia cultural republicana que se perdió a causa de los años del franquismo”, señala Concha Alborg, responsable también de la edición de las misivas de Concha Carles a Juan Luis Alborg: My Mother, That Stranger. Letters from the Spanish Civil War (2019).

Por su parte, en lo que suponen de “rescate de la intimidad” de los protagonistas, son comparables, según la experta, a la correspondencia amorosa entre Jorge Guillén y su esposa, Germaine Cahen, o la que hubo entre Pedro Salinas y Katherine Whitmore.

La obra se divide en cinco capítulos, acompañados por un prólogo de José Teruel, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y especialista en epistolarios inéditos, una introducción contextualizadora, un apartado de reproducción de cartas y la correspondiente bibliografía.

El primero de ellos, El joven escritor, explora la infancia y las circunstancias familiares de Juan Luis Alborg, nacido en Valencia el 18 de junio de 1914. Poco después muere su madre, por tuberculosis, y a los nueve años, por la misma causa, pierde a su padre. La orfandad condiciona su vida, como revela en sus cartas. En el Seminario Santo Tomás de Villanueva se forma culturalmente en una tradición humanista.

Concha Alborg en su casa de Filadelfia

Concha Alborg en su casa de Filadelfia

Llamado a filas

Cuando empieza la Guerra Civil está a punto de terminar Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia. Vive con su familia y tiene una primera novia, a la que dejará por Concha Carles, sobre la que ejerce desde primera hora una tutela intelectual. Inesperadamente, es llamado a filas (por sus circunstancias debería haber recibido una dispensación, lo cual no sucedió).

El segundo capítulo se centra en los primeros meses de Alborg en el frente, de julio a diciembre de 1937. Son cartas en las que hay pocas referencias a los sucesos de la guerra y a la coyuntura política. Desde Valdepeñas, su primer destino, Alborg manifiesta su amor por su novia (se escriben casi a diario) y su dolor por la separación. Concha Alborg apunta una posible inspiración en la novela de Juan Valera Pepita Jiménez. El servicio postal se mantiene durante la guerra con eficacia y las cartas llegan en dos o tres días.

Cartas muy precisas desde el punto de vista lingüístico, sin tachones, de entre seis y siete páginas (algunas, mucho más largas). “Hasta cierto punto, la escritura de las cartas se convierte en la razón de ser para él; son mucho más que un modo de comunicación, son su salvación y su escape de la realidad circundante”, señala la editora. El joven Alborg mantiene también correspondencia con diversos miembros de su familia.

Su sentido del humor “le daba oportunidad de describir escenas muy graciosas que llenan las cartas de gran expresividad y demuestran sus dotes de narrador nato”. Por otra parte, “las cartas están llenas de instrucciones para Conchita: la letra que debe utilizar, qué quiere que le cuente, qué quiere que haga y qué libros debe leer”. El cuidado del estilo es para él fundamental. Se considera artista y escritor y está anticipando una primera novela que nunca escribirá.

Juan Luis Alborg y Conchita Carles en diciembre de 1940. Foto cedida por Concha Alborg

Juan Luis Alborg y Conchita Carles en diciembre de 1940. Foto cedida por Concha Alborg

A partir del traslado a Andalucía, Alborg va perdiendo la esperanza de que la reclamación familiar sobre su llamada al frente tenga éxito. También expresa su deseo de terminar la carrera. Al mismo tiempo, “es evidente que siente una gran atracción por todo lo andaluz: su gente, sus pequeños pueblos, su paisaje”.

A finales de 1937, Conchita (así la llama, además de “monada”, “queridísima”, “inolvidable”, “feísima” o “chatita de mi alma”) es trasladada a Barcelona con el Gobierno republicano, para el que trabaja, y él piensa en la posibilidad de reunirse allí con ella.

Soldado y escritor

El tercer capítulo, En la provincia de Jaén, aborda el periodo enero-junio de 1938. Interesa en esta etapa la maduración física y emocional del futuro crítico e historiador en Arjonilla, donde aprende a cortar leña, dormir en el suelo y montar en mula. “Es un soldado cumplidor y serio: aprende morse y telegrafía, hace guardias, cumple con el reglamento y casi nunca se lamenta”, anota Concha Alborg.

Él y ella viven para las cartas y se esmeran en la escritura. A veces “expresan el mismo sentimiento como si fuera un eco y es necesario comprobar las cartas para ver quién fue el primero en enunciar esa idea en particular”. Él la adoctrina y ella “demuestra ser una estudiante aplicada y lista”.

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Temas que afloran con frecuencia son el tiempo y la comida, y él muestra su obsesión por la novela de Sinclair Lewis Doctor Arrowsmith. Traza nuevos planes de encuentro en Úbeda, pero “cuando ya tiene todo preparado para la visita de su prometida, un inoportuno traslado de la brigada trunca sus planes”.

El siguiente apartado es En la provincia de Valencia (junio-diciembre de 1938). La brigada es trasladada cerca de Valencia y los novios pueden verse con relativa frecuencia. Él “se las ingenia para conseguir permisos, aunque sean de pocos días y tenga que volver a pie muchos kilómetros”. No obstante, “el hecho de que se puedan ver no parece mejorar la separación entre ellos sino al contrario. Juan está cada vez más desesperado. La proximidad física acentúa la incertidumbre de la guerra y la vida de soldado”.

Son meses de tristeza y frustración. De incógnitas sobre el final de la contienda. La vida en la provincia de Valencia es distinta y Alborg se esfuerza en buscar soluciones a los problemas que se van planteando. “Es indudable que sus cartas crecen en intensidad y sinceridad conforme transcurren los meses”. Incluso le propone matrimonio a Conchita.

El recorrido concluye con Los tres meses de 1939. Las cartas de este periodo “demuestran la mayor tristeza por la separación y el tiempo que ha transcurrido; una de las mayores frustraciones es no saber cuánto tiempo más va a durar la guerra”. Aunque está cerca de Valencia y consigue ver a su novia en varias ocasiones, “Juan se muestra más desesperado que nunca, más enamorado y más triste, incluso ha perdido el gusto por la lectura”.

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Ambos sienten que la vida les ha robado la felicidad de unos años irrecuperables de su juventud. “He deplorado cien mil veces el tiempo preciosísimo que estamos perdiendo ahora cuando las plenas facultades de la juventud lo harían altamente aprovechable”, escribe Alborg el 2 de febrero.

En las últimas semanas se intensifica el número de cartas. También la insistencia matrimonial de Alborg, que quiere casarse antes de terminar sus estudios y tener tantos hijos como desee su prometida. A mediados de marzo, la brigada se traslada a Casas de Utiel, un pequeño pueblo a 80 kilómetros de la capital valenciana. La última carta de Juan, fechada el 28 de marzo, indica que se ha suspendido el correo y los oficiales no han llegado al nuevo destino, abandonando a los soldados.

Las cartas perdidas

“Sin duda siguió escribiendo a Conchita dos o tres días más hasta finales de mes sin saber que la guerra estaba a punto de terminar”. La última carta que él recibe de su novia es del 21 de marzo. Esas postreras cartas “que ella debió de escribirle y él nunca recibió” son “las únicas que no se han conservado”.

“Mi padre se deleitaba en contar sus experiencias durante la Guerra Civil”, afirma Concha Alborg. Su madre, sin embargo, “nunca contaba historias de cómo fueron esos años. Yo no supe hasta que leí sus cartas que ella trabajaba en una cooperativa del Gobierno republicano ni que había presenciado más bombardeos en Valencia que mi padre en la retaguardia del frente del sur”.

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Juan y Conchita se casaron católicamente el 26 de diciembre de 1942. Él ya había terminado la carrera. En 1944 nació su primer hijo, Juan Luis, y 20 meses después llegó Concha. En 1953 la familia se estableció en Madrid, donde Alborg enseñó Latín en la Universidad Central hasta 1961, cuando, después de ganar el Premio Nacional de Literatura en 1959 por el primer volumen de Hora actual de la novela española (1958), le fue otorgada una beca Fullbright, lo que conllevó el traslado de los cuatro a Estados Unidos.

Concha Carles falleció en Madrid a los 58 años, en 1975, de una enfermedad crónica del hígado. Alborg murió en Bloomington (Indiana, EE.UU.) a causa de una apendicitis a los 95 años, en 2010. “Completamente lúcido, continuó escribiendo su Historia de la literatura española asiduamente hasta el mismo día en que ingresó en el hospital para ser operado”, señala Concha Alborg, que como preparación para este libro recorrió en el mes de mayo de 2022 los pueblos de Jaén en los que su padre estuvo destinado durante la guerra.