Gazpacho
Sabina Urraca
Dice etimologihoy: Del árabe hispánico 'gazpáco', y este del término griego para 'cepillo de la iglesia', por alusión a la variedad de ingredientes. A mi me parese que esta voz viene de empacho, pero con gas, jajaj, dice leo45 en el foro de abajo. quevivaespañacoñ le dice métase con los platos de su pais o no haver venido. leo45 responde jeje yo no fui a ningún lado estoy en mi pueblo Conchillas Uruguay con mis gallinas pasando calor. No hay más comentarios. El ventilador me despeina. Cierro los ojos. Veo un camino polvoriento. Cruza un yacaré. En mi mano, un vaso de gazpacho para leo45. Oigo las gallinas. Lo veo. Me dice gracias, señorita, pero no me hace bien el ajo.
Noche de verano
Laura Ferrero
Si decimos que pasó como "una noche de verano" es que pasó fugazmente, que de tan bueno se marchó rápido, casi sin dejar rastro, acaso el de la nostalgia, porque la felicidad, como decía Robert Frost, compensa en altura lo que le falta en longitud. Noche de verano es el solsticio y la verbena. La expectación y la fantasía. La posibilidad, el y si. Un Sueño. El nombre de un perfume, de una canción. Pero las noches de verano son también el calor y los mosquitos. El zumbido del ventilador. Las cucarachas de color burdeos que saludan al llegar a tu portal. Sé que las noches de invierno no tienen tanto glamour ni literatura, pero a mí que me dejen la lluvia y el frío. Que me traigan una buena mantita para arrebujarme en el sofá.
Chanclas
Pilar Adón
Con un sonido rítmico y contundente como el que produce la avispa sobre una valla al arrancar los diminutos recortes de madera con los que construye su nido comunal: así avanzamos por el verano, dejándonos llevar por el risueño compás del flip flop tras liberar los pies de su ocultación habitual. Convertidos en inspirados adeptos de la orden de los casi-descalzos, bien asentados en una fascinación que se nos antoja hermana de la dicha cuando no es más que el aturdimiento del solsticio, nos disfrazamos de pasajeros y nos vemos emparentados con los palmípedos o las aves zancudas en nuestra sensación estival de que en cualquier momento podríamos separarnos del suelo y echar a volar.
Fiesta patronal
Use Lahoz
Su origen es religioso, pero conforme avanzan las horas se va volviendo pagano. San Lorenzo, San Pedro Mártir, San Pascual Bailón son nombres que, en algunos pueblos, se leen en letra pequeña en los carteles que anuncian la fecha más esperada del año junto a las orquestas que se harán cargo del baile. Se inauguran con un chupinazo o con un volteo de campanas, según el presupuesto. Luego, si hay suerte, alguien ilustre lee un pregón. La charanga trae a la noche una promesa de alevosía. La música es el hilo de la memoria. La distancia que va del tachún tachún al chunda chunda no es la que se esperaba. Suele haber una comida de hermandad y, con la traca final, la imagen ardiente del santo se ilumina entre chisporroteos y dice hasta el año que viene, antes de que los manguerazos borren la euforia del calendario.
Piscina
Aloma Rodríguez
Una piscina es un recipiente de agua en el que uno puede bañarse, refrescarse, meter solo los pies, darse un remojón, un chapuzón, nadar como una sirena, un cachalote, creerse un delfín o dar vueltas como las belugas, que dan tanta paz con sus croquetas acuáticas. Las hay de goma para el balconcillo, el patio o el jardín, las hay pequeñas, grandes, de obra o de vaso, públicas, municipales, de club, cubiertas, de azotea, en hoteles o las de la casa de campo, al ladito del huerto o al fondo del jardín. Honestamente, esas son las mejores. Una piscina es la imagen de la felicidad en verano. Hacia el otoño, se convierten en la imagen de la melancolía: encierran lo que fue y la promesa de lo que será el próximo verano.
Canción del verano
Manuel Astur
Algunos lo recordarán; antes, las vacaciones de verano se dedicaban a hacer algo muy importante: nada. Ya nos quedáramos en la ciudad, fuéramos al pueblo de nuestros abuelos o a un apartamento en Marbella; lo mismo daba. Todos teníamos un único objetivo: dejar que los largos días de verano se amontonaran a nuestros pies como cáscaras de pipa y nos broncearan la piel –y a los niños nos llenaran las rodillas de postillas– sin más expectativas que el chapuzón, la siesta, el primer beso o la verbena. Y aquellos veranos tenían como banda sonora una canción que nos gustaba a todos aunque a nadie encantaba. Una canción tonta y repetitiva, normalmente con un baile igual de tonto, que ahora evoca un tiempo más sencillo, más vulgar, más hermoso, cuando el paso de los días era el mayor milagro, cuando todo el mundo estaba vivo.
Verbena
Alba Carballal
A la verbena no se acude, a la verbena se baja como se baja a la calle a jugar, a tirar la basura, a tomar una caña, a sacar al perro o a la playa. Los cuerpos en reposo tienden al descenso, por eso en la verbena los nuestros tocan tierra: de pronto, los bailes no son más que simples meneos, el amor de tu vida se vuelve un ligue de verano y el mar, de fondo, no es un gran escenario sino solo un instrumento de viento cuyo rumor acompaña a la orquesta. En un sistema que premia el constante ascenso –la productividad, la rapidez, el ruido–, la verbena nos obliga a bajar al terreno de las cosas sin importancia, que suelen ser las únicas que importan. Y ya habrá tiempo de volver a subir.
Siesta de verano
Miguel Ángel Hernández
Pausa necesaria en mitad del día. Refugio innegociable cuando el calor aprieta. Retirada voluntaria hacia el reino de las sombras. Momento de descanso después del almuerzo, pero también cuando el organismo lo requiera (a media mañana, antes de la cena o incluso después de desayunar). Puro arte de la interrupción. Trinchera ante la aceleración. Reencuentro con el cuerpo y con la mente. Yoga ibérico, como escribiera el gran siestero Cela. A practicar si es posible en la cama y con la persiana bajada, aunque también sirven sofá, sillón y Tour de Francia de fondo. Pequeña muerte gozosa. Resurrección feliz con la nuca sudada. Aturdimiento pasajero. Café con hielo, agua en la cara y a seguir.
Chiringuito
Mercedes Cebrián
La etimología de la voz "chiringuito" nos lleva al trago corto de aguardiente llamado "chiringo", si bien la popularización del término data de 1988, cuando el músico y lexicógrafo Georgie Dann lo expandió a través de su canción veraniega de igual nombre. El origen del tema musical se debe a las dificultades experimentadas en Málaga por el cantante y su banda para hallar un restaurante de playa abierto donde comer sardinas tras actuar en la ciudad. Según la actual normativa, el exterior del chiringuito ha de contar con sombrillas y su denominación puede oscilar entre el exotismo polinesio ("Waikiki") y el casticismo que emplea el nombre del propietario en el letrero ("Casa Dioni").
Tormenta de verano
Daniel Gascón
Siempre era una tarde de principios de septiembre. El cielo se oscurecía de pronto y veíamos un relámpago a lo lejos. Había que cerrar las ventanas y las contraventanas, una chispa había entrado en la habitación donde dormía mi abuelo cuando era pequeño. Colocábamos alguna palangana para recoger el agua de las goteras, algún mayor corría a poner el coche a cubierto del granizo –igual hay sitio en la cochera del tío Juan–, los niños mirábamos por la ventana del patio, el agua repiqueteaba y formaba riachuelos en la cuesta que bajaba al lavadero. La tormenta era fuerte y breve, alguien decía que luego saldríamos a buscar caracoles, sabíamos que ese era el final del verano.