Mariana Travacio (Rosario, Argentina, 1967) conoce bien el funcionamiento interior del ser humano –no en vano es licenciada en Psicología– y, sobre todo, domina los mecanismos expresivos capaces de revelarlo. Firmante de dos novelas celebradas por la crítica y el público (Como si existiese el perdón, 2016, y Quebrada, 2022), es, asimismo, autora de numerosos relatos que ha recogido en las colectáneas Cotidiano (2015) y Cenizas de Carnaval (2018).
Me verás caer, el libro objeto de esta reseña, también reúne una buena muestra de sus narraciones breves. En los cinco cuentos que lo forman, Travacio retrata la circunstancia vital de varias mujeres. Lo hace aislando un momento determinado de sus vidas –las situaciones se presentan in medias res– en el que cada una aparece enfrentada a algún abismo o situación incómoda.
Una hija y una madre, que hace tiempo no conviven, pasan juntas unos días durante los que temen aproximarse y apartarse demasiado; una mujer, de nombre Blanca Nieves, cree haber encontrado su alma gemela pero solo era un espejismo que la dejará maltrecha; dos mujeres que han vivido a la intemperie se acogen y se protegen mutuamente; otra experimenta el final de su relación de pareja; una última se encuentra sola ante la enfermedad y la indiferencia de su entorno… Estos son algunos de los argumentos que conforman la colección.
En todas las piezas, las mujeres se debaten entre lo que sienten realmente y lo que creen que deberían sentir, entre una infancia que todavía era promesa y la realidad de la adultez, entre la vida que habían deseado tener y la que de verdad habitan o entre los buenos augurios del pasado y las enojosas certidumbres del presente.
Al indagar en la existencia de cada una, Mariana Travacio se encuentra con el hastío, la desolación y el desamparo. Sus personajes son supervivientes en un mundo verdaderamente hostil en el que buscan algo que no encuentran (a un hombre que las abandonó, una familia olvidada, una ilusión perdida) y donde han sufrido por causa ajena. Algunas de ellas, además, aparecen en varias historias, por lo que el lector puede reconstruir parte de su biografía.
[Un 'western' de Mariana Travacio]
Llama la atención, asimismo, el valor simbólico que tiene el agua en los relatos. A veces por su carácter purificador, si el personaje se sumerge o si toma una ducha que le ayuda a clarificar las ideas. En otras ocasiones, se describe un delta con fondo legamoso y un viejo muelle desde el que se espera no se sabe qué; incluso se muestra un río en el que se diluye la ilusión, o una lluvia incesante que parece un llanto desconsolado.