¿Los judíos siempre han sido divertidos? Durante la mayor parte de su historia tuvieron fama, al menos entre sus vecinos paganos, de taciturnos y carentes de sentido del humor. Sin embargo, en 1978 la revista Time afirmaba que el 80% de los monologuistas de Estados Unidos eran judíos. Por lo tanto, o se habían vuelto más graciosos, o lo habían sido siempre y nadie se había percatado.
Existen numerosas teorías para explicar el humor judío, la mayoría ideadas por judíos. Saul Bellow, actuando como vehículo de su Kierkegaard interior, pensaba que el humor judío combinaba “risa y estremecimiento”. Freud creía que era un mecanismo de defensa. O, como dice Mel Brooks, “si están riéndose, ¿cómo van a matarte a palos?”.
En El humor judío. Una historia seria, el profesor de la Universidad de Columbia Jeremy Dauber (Belleville, Nueva Jersey, 1973) recorre más de 2.000 años de historia sin decantarse por una teoría dominante. En su lugar expone, a la manera de un biólogo de campo, una taxonomía detallada de su objeto de estudio: siete categorías que lo abarcan todo, desde el Libro de Ester hasta la serie televisiva Larry David, con una sección dedicada a cada una de ellas.
Hay un capítulo para el humor sobre el antisemitismo; otro para el humor satírico; otro para el ingenio intelectual y los juegos de palabras; otro para el humor teológico o filosófico; y un subgénero multifunción vagamente definido, la comedia de engaño, que comprende la obra de Franz Kafka, Marcel Proust, los hermanos Marx y Jerry Seinfield.
En vez de trazar una historia cronológica, el planteamiento sistemático de Dauber consiste en presentar en cada capítulo una muestra de la historia judía de principio a fin, con ejemplos de la Biblia, el teatro yiddish del siglo XVIII y la serie Girls, de Lena Dunham. A continuación, rebobina la cinta para la siguiente sección y vuelve a empezar. Siete veces. La lectura se vuelve en ocasiones frustrante y repetitiva. Al final, Dauber confiesa que “la Biblia no es graciosa”, pero eso no lo detiene.
¿Es el Libro de Ester tan divertido como para justificar siete exégesis diferentes? Tiene gracia que haya que preguntárselo. Debido a todo este ir y venir, Dauber intenta que el lector no pierda la orientación utilizando frases del tipo “como hemos mencionado anteriormente”, “ya hemos hablado de”, “ya hemos conocido al rabino Gamaliel en un capítulo anterior”, o esta: “Pensar en los judíos y en el espacio nos lleva de nuevo a Woody Allen”.
No obstante, este corsé narrativo no impide que Dauber, un verdadero experto en literatura yiddish y hebrea, haga observaciones originales a lo largo del libro. Por ejemplo, están los reflexivos miniensayos sobre Philip Roth y Kafka. Acerca del segundo, el autor sostiene que su comedia subversiva es netamente judía porque se burla de las pretensiones de una certeza científica que oculta las fuerzas irracionales que controlan nuestras vidas. Las historias de Kafka transmiten “las distorsiones monstruosamente malentendidas que asoman de una manera tan horrible que uno no puede por menos que reírse”.
La comedia judeoalemana se dedicaba a burlarse de la comunidad más beata de los judíos del este de Europa
Sin embargo, el tema preferido de Dauber es la comedia cinematográfica y televisiva judeoestadounidense contemporánea. El trabajo de Larry David recibe más atención que Kafka o Roth. Por desgracia, la mayoría de los comentarios sobre personajes como David, Jerry Lewis, Mike Nichols y Judd Apatow no son particularmente nuevos ni originales. El autor resulta más brillante cuando se ciñe a áreas en las que tiene ventaja académica. Los fascinantes capítulos sobre el teatro yiddish de los siglos XVIII y XIX, aunque demasiado breves, son sorprendentes.
Quién se imaginaba hasta qué punto la comedia judeoalemana se dedicaba a burlarse de la comunidad más beata de los judíos del este de Europa, a los que ridiculizaba tratándolos de campesinos estúpidos, corruptos y perversos sexualmente. La minoría judía de Berlín apostaba por la asimilación, e intentaba distanciarse de sus compatriotas más ajenos del este. Aunque, visto en retrospectiva, ¿quiénes fueron más estúpidos?
Y aquí es donde la ausencia de una gran teoría unificadora da la sensación de ser una escapatoria. Dauber se encuentra más cómodo con el éxito de la comedia judeoestadounidense que con el triste final de la rama europea. Cita la astuta observación de Freud, “No sé si existen muchos otros casos de un pueblo que se burle hasta tal punto de su propia personalidad”, pero es reacio a profundizar demasiado en esta vena masoquista del humor judío. Más fino hila Ruth Wisse en su libro No Joke: Making Jewish Humor (No es broma. Hacer humor judío), sobre el mismo tema.
“¿Qué le voy a hacer si para mí reír es una especie de enfermedad?”, se preguntaba el gran humorista yiddish Sholom Aleichem, que abrazó el sionismo, en parte como una manera de salir de la trampa, y sin duda, el Estado judío pone a prueba la mayoría de las teorías sobre el humor judío. ¿Qué ocurre cuando los judíos ya no son una minoría perseguida? ¿Puede una minoría bien armada seguir siendo divertida?
Dauber, experto en literatura yiddish, hace originales observaciones sobre el humor de Kafka
Sin embargo, el libro solo dedica unas pocas páginas a Israel, en su mayoría nada entusiastas. No menciona las obras clásicas de Arik Einstein o Uri Zohar, ni la sátira política de programas de televisión actuales como Eretz Nehederet y Hayehudim Baim (echen un vistazo en YouTube a su interpretación del Libro de Ester). Dauber ignora el éxito cinematográfico israelí Zero Motivation, una comedia sobre el aburrimiento de un grupo de jóvenes mujeres de las Fuerzas de Defensa de Israel (que Amy Poehler ha solicitado para su adaptación estadounidense), y pasa por alto a otros autores más jóvenes, como Etgar Keret y Assaf Gavron.
Sin embargo, si el profesor Dauber está tan preocupado como afirma por el hecho de que, a medida que los judíos estadounidenses se asimilen, el humor judeoestadounidense acabe volviéndose menos específicamente judío y más genéricamente estadounidense –algo de lo que advierte en sus páginas finales–, razón de más para que un estudioso serio del humor judío mire hacia el este.
© The New York Times Book Review. Traducción: News Clips