Los indicios del Holocausto en 'Los libros de Jacob', la "obra magna" de la Nobel Olga Tokarczuk
La novela, que llega a España tras ser publicada en 2014, está inspirada en el personaje real Jacob Frank, un joven judío autoproclamado mesías
15 marzo, 2023 02:13La escritora polaca Olga Tokarczuk (Sulechów, 1962) fue la juvenil ganadora del Premio Nobel de Literatura de 2018 (anunciado en 2019, con el de ese año, Peter Handke, tras la polémica suscitada por la crisis de la Academia Sueca). Tenía cincuenta y siete años, llevaba rastas, recelaba de la política y era vegetariana.
Su novela Sobre los huesos de los muertos (2009, Siruela, 2019) había sido convertida hacía poco en la película Spoor (El rastro), de la directora Agnieszka Holland, una dosis de espanto existencial con conciencia ecológica.
Tokarczuk (pronunciado Tocarchuk) no era uno de esos galardonados que a veces la Academia Sueca parece apuntalar en la cripta para un visionado final. Su carrera iba, y va, a galope tendido.
Las novelas de la autora polaca, a menudo de tono pensativo y mítico, se están abriendo paso poco a poco hacia otras lenguas. Además de Sobre los huesos de los muertos, entre ellas figura Los errantes (Anagrama 2019), una obra filosófica y a menudo deslumbrante que trata del viajar y el estar entre estaciones, galardonada con el Premio Booker Internacional en 2018.
Hace tiempo que se dice que la novela más ambiciosa de Tokarczuk —la Academia Sueca la calificó de su “obra magna”— es Los libros de Jacob, publicada por primera vez en Polonia en 2014, y que ahora llega a medio mundo [España incluida]. Con más de mil páginas, su extensión, desde luego, es magna.
Incluso su subtítulo (algo raro en una novela) es enrevesado. El primer tercio dice: Un viaje fantástico a través de siete fronteras, cinco idiomas y tres grandes religiones, sin contar las sectas menores.
Si tiene la sensación de estar a punto de entrar en un péplum épico precedido por un vestíbulo, no va errado del todo. Si detecta un toque redentor de sátira con aroma a eneldo, tampoco.
La novela, ambientada a mediados del siglo XVIII, trata de Jacob Frank, un carismático joven judío autoproclamado mesías que viaja por los imperios Habsburgo y otomano atrayendo y repeliendo a multitudes y autoridades por igual.
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Frank está inspirado en un personaje histórico real. Salta a la vista que la autora se ha documentado. Tokarczuk se ciñe estrechamente a los vericuetos de la suerte de su protagonista en su conversión al islam, luego al catolicismo, y por el camino, al protosionismo.
Tras ser condenado por hereje, el protagonista de la historia pasa muchos años en prisión. Sus ideas son importantes si son verdaderas, como se suele decir.
Sin embargo, afirmar que Los libros de Jacob trata de las agitadas andanzas del líder de una secta es como decir que Mason y Dixon, la legendaria novela de Thomas Pynchon sobre los científicos británicos responsables del trazado de la línea que separaba los estados (entonces colonias inglesas) de Pensilvania y Maryland, trata de dos hombres que salen a dar un paseo.
Los libros de Jacob es una novela rebelde, abrumadora y enormemente excéntrica. Es sofisticada e irreverente, y rebosa genio popular. Trata todo aquello con lo que se topa al pie de la letra, y al mismo tiempo, rayando en el absurdo. Su brío es chauceriano.
El protagonista es todo un ejemplar: musculoso, alto, con hoyuelos. Su barba poblada brilla al sol. Tiene la elegancia de un ciervo rojo. Es enigmático, no es pretencioso, y canta canciones obscenas. Además, cura a los enfermos y encuentra las cosas que se pierden. Un cometa lo sigue en el cielo. Las gallinas a las que toca ponen huevos de tres yemas. Un halo aceitoso de sexualidad al borde de lo cómico flota a su alrededor. Se cuenta que las mujeres miran atónitas sus genitales.
'Los libros de Jacob' es una novela rebelde, abrumadora y enormemente excéntrica. sofisticada e irreverente, rebosa genio popular
Más adelante se afirma que tiene dos penes. Al parecer, puede retraer convenientemente uno cuando dos resultan demasiado. Es capaz de dejar embarazadas a las mujeres solo con mirarlas, como se decía (creo) que podía hacer también Jim Morrison.
Muchos otros personajes orbitan a su alrededor: apretadas filas de mujeres y amantes, inadaptados, entrometidos y parásitos diversos. Dos personajes secundarios son especialmente importantes. Uno es Nahman, un rabino que se convierte en el John Boswell de Jacob. Para complicar las cosas, la mujer de Nahman y Jacob se desprecian mutuamente.
Luego está Yente, una anciana al borde de la muerte que se traga un amuleto y se convierte esencialmente en inmortal. Yente ve la acción como desde lo alto de un alminar y hace las veces de “narrador en cuarta persona”, como explicaba Tokarczuk medio en broma en una entrevista.
Esta descomunal novela da cabida a una avalancha de incidentes y comentarios. Aparecen escándalos de plagio y uñas de los pies difíciles de cortar. Hay médicos misántropos y obispos con deudas de juego. Las manchas de sangre son una lata.
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Se discute la utilidad del latín, se sufre de gota, se cogen resfriados, se idolatran los pechos grandes y se bebe a grandes tragos zumo de granada recién exprimido. En un momento clave, un personaje puede apartarse y limpiar de malas hierbas el orégano. Es de esa clase de libros.
Olga Tokarczuk puede ser muy divertida. Frente a un grupo de personas, Jacob pregunta: “¿Por qué al espíritu le gusta tanto el aceite de oliva? ¿Por qué tanta unción?”. La traducción sintoniza con los múltiples registros de la autora; incluso consigue que los juegos de palabras encajen.
En la novela, como en la vida, la comedia se mezcla con la auténtica tragedia: tortura, traición, encarcelamiento, muerte. También asoman temas más oscuros. Los judíos son acosados, perseguidos campo a través. Se perciben los primeros indicios del Holocausto.
La autora presta mucha atención a la suerte de los personajes femeninos. Las desigualdades se exhiben siempre con mordacidad. “¿Cómo es que unos tienen que pagar mientras otros cobran?”, se pregunta uno de los personajes.
Los libros de Jacob parece moderno en su percepción de un viejo orden que se acaba. Se tiene la impresión de que el fin de los tiempos está más cerca que antes. La gente oye “el tintineo del arsenal angélico”. Jacob ofrece a sus agradecidos seguidores la sensación de que alguien tiene controlado lo que está pasando.
La densidad de esta novela es saturnal; su sátira es ágil; los académicos tirarán de sus temas, como si fuesen lombrices intestinales, durante décadas. El entusiasmo de Tokarczuk nunca decae. Obliga a seguir adelante.
Sin embargo, los personajes permanecen en ocasiones distantes. Los libros de Jacob rara vez toca las emociones. Para mí, las páginas no volaron. Me venía a la mente uno de los hápax [voz registrada una sola vez en una lengua, en un autor o en un texto] de Finnegans Wake: thunderslog [trueno].
No lo digo con la intención de disuadir. Como me sucede con algunas óperas, me alegro de haber vivido la experiencia.
© The New York Times Book Review. Traducción: News Clips
Locura y razón
Licenciada en Psicología por la Universidad de Varsovia en 1985, tras graduarse Olga Tokarczuk trabajó como psicoterapeuta en una clínica de salud mental. Sin embargo, como ella misma confiesa, “tratar con los pacientes me hizo darme cuenta de que yo también era una persona trastornada. No sabía escuchar, no respetaba los límites, quería contarles mi vida”.