En vísperas de presentar Maldito hamor (Espasa), su segunda novela, Cruz Sánchez de Lara (Almería, 1972), vicepresidenta de EL ESPAÑOL y editora de MagasIn y de Enclave ODS, además de abogada y activista, confiesa que si escribir la primera, Cazar leones en Escocia, le había hecho "muy, muy feliz", escribiendo esta, en la que retrata una relación tóxica, ha sufrido mucho.
"Sí, me he angustiado, me he desesperado, me he rebelado contra la crueldad humana, llegué a tener un bloqueo… De hecho, intenté dejarla en dos ocasiones. No entendía qué sentido tenía escribir si no era el de ser feliz. Mi editora y mi marido me insistieron para que continuara porque les parecía que la historia era muy potente y que la forma de describir a los personajes era muy realista. No puedo decir que haya sido fácil ni que haya sido feliz. Estaría mintiendo", confiesa.
Pregunta. ¿Por qué, cuáles han sido los principales problemas?
Respuesta. El principal problema ha sido el emocional, el que ya he descrito. Además, tenía cierta sensación de traición a todas las Cleas que me han contado su historia a lo largo de mi ejercicio profesional como abogada. Los protagonistas son un pretexto para explicar lo que he aprendido sobre el comportamiento humano en relaciones perversas en las que se utiliza el corazón y la culpa como medio de destrucción. Y algunos de los capítulos están inspirados en algunos patrones que se repiten en las situaciones más extremas. Es una novela sobre los límites, sobre el descenso a los infiernos terrenales y sobre el instinto de supervivencia. También sobre el deseo de morir y/o el deseo de matar.
He tenido que enfrentar otro desafío muy complicado para mí en el manejo de la trama. La historia tiene muchas ambigüedades. Son esas frases que tienen un doble camino para que la mente del lector vaya construyendo su percepción propia. Todo se desarrolla con varias hipótesis abiertas y el final, que puede no ser el esperado, no podía hacer que quien lea se sienta engañado. La honestidad con el lector para que el final sea una opción que debería haber valorado y no lo sienta como un engaño es un auténtico reto.
P. ¿Cómo, en qué sentido ha evolucionado como escritora desde que terminó su primera novela hasta hoy?
R. Después de la primera novela, que es pura ilusión y casi un regalo de la vida para quienes amamos escribir, conocer el mundo editorial te hace aterrizar de bruces en la realidad. Impresiona mucho cuando conoces las cifras del escaso porcentaje de títulos vendidos que supera los mil ejemplares. Eres consciente del trabajo de un buen editor, de la importancia del diseño de cubierta, de la apuesta de las editoriales por un autor, de la ayuda que suponemos los medios de comunicación para la divulgación… Desde el primer momento, he sido consciente de la apuesta que ha hecho Espasa por mí. Y quiero que esto sea una declaración de lealtad. Mientras ellos me quieran, esta será mi casa, mi sello.
Los veo cuidar mis libros, procurar que avance paso a paso en esta carrera de fondo y me emociona que crean en mí. Eso no se puede olvidar por una cuestión crematística. Y mi editora, qué decir. He aprendido que una editora y una autora no deben decir jamás que son amigas, pero quienes me conocen saben lo importante que es para mí. También he aprendido a escuchar a los lectores. Qué les gusta, qué les aburre, qué les irrita. Eso te hace mejor. No dejo de aprender y por eso, esta respuesta no tendría fin.
"Soy consciente de la apuesta que ha hecho Espasa por mí. Y quiero que esto sea una declaración de lealtad"
P. El libro está repleto de guiños culturales, desde el mismo nombre de la protagonista, Clea, que remite a la heroína de una de las novelas del Cuarteto de Alejandría de Durrell, pasando por el título de Jardiel Poncela (Amor se escribe sin hache), o la película Te doy mis ojos… ¿Son distintos niveles que enriquecen la lectura?
R. Somos lo que hemos leído y lo que hemos aprendido. Por eso, cuando te sientas frente a una pantalla en blanco, los dedos teclean ideas que has ido almacenando en diferentes momentos de la vida. Las referencias culturales son muy importantes, pero también lo es jugar. Soy una jugadora con las palabras, una jugadora de impronta canalla y cursi a la vez. Esa mezcla que todo lo puede. Clea efectivamente era un personaje de Durrell, pero también es la feminización de las iniciales de mi primera novela, CLEE (Cazar leones en Escocia).
Hay una escena de este libro que ya aparecía en Te doy mis ojos, contada de otro modo. Lamentablemente, no es un plagio ni una inspiración. Aquella película ya describía, de una forma fidedigna, ese patrón de comportamiento humillante y cruel que varias mujeres me han descrito. Es increíble que haya distintas mentes que canalicen la humillación de una forma similar, sin que eso se enseñe en ninguna parte.
P. Maldito hamor tiene un comienzo brutal: "Aquel día en que te maté…". Parece que vamos a encontrarnos con una novela policiaca pero pronto rompe los esquemas al lector con una historia de amor fou, tóxico: ¿es la cara b, oscura, de aquellos luminosos amores de Cazar leones en Escocia?
R. Es la cara oscura del ser humano. Afortunadamente, solo de algunos. Amar no es someter, no ama quien establece una relación de poder en el seno de la pareja. Eso no es amor. Eso, llevado hasta las últimas consecuencias, es lo que he querido llamar ‘hamor’. Hamor en hebreo tiene un significado que hace que el título tenga un sentido rotundo y exacto.
P. Quien también es el reverso malvado de los héroes del libro anterior es lord Astor: ¿cómo es posible que una mujer culta, con recursos, independiente, caiga en las redes de este maltratador de libro, un manipulador tóxico, sin rebelarse?
R. Ese es el mensaje que me encantaría que calara. La cultura no te exime de caer en las garras de un depredador que te lleve a la muerte (a la propia o a la ajena) o a convertirte en una delincuente o en la peor versión de ti misma. La vulnerabilidad no está reñida con la inteligencia ni con la memoria. Al contrario, las personas con capacidad de exigirse a sí mismas pueden llegar a ser víctimas de la codependencia, si caen en una espiral en la que la culpa, la pena y la generosidad las arrastren.
Los protagonistas de una historia perversa ‘protegen’ lo que pasa entre ellos: el miedo, la culpa, la vergüenza, el pudor, el temor al reproche social, el sentido malentendido de la necesidad de mantener una familia unida, los hijos, las familias, las amenazas, el temor a la incertidumbre… es un fenómeno complejísimo que tendemos a simplificar.
"'Maldito hamor' es una novela sobre el deseo de matar y el deseo de morir"
P. La opulencia en la que viven los personajes ¿es "deliberada y a la vez estratégica"? ¿Con qué fin, qué pretende subrayar?
R. En este caso tiene triple sentido. El primero, el de desmontar el mito. No solo se asesina en los entornos rurales, en familias de pocos recursos. Parece mentira que aún haya personas que sigan alimentando esa falsedad. El segundo tiene que ver con el lector. Un entorno desahogado y sin problemas económicos hace que pueda concentrarse en la parte psicológica de los personajes. Y por último, está mi empatía. Si la factura de la luz fuera un problema para mis protagonistas, ocuparía una parte de la novela. Yo no quiero escribir sobre privaciones económicas, sobre cuestiones exógenas. A mí me interesan los cerebros, el comportamiento, las pasiones y el alma.
P. ¿En cuántas personas reales se ha basado para retratar de una manera tan veraz las personalidades de Clea y de Henry? ¿Y la de Amalia?
R. En muchísimas. Todos conocemos a alguna Clea, algún Henry y alguna Amalia. Si no lo hemos hecho, hemos leído sobre ellos.
P. Si un caso como el de Clea llegase a su bufete, antes de que todo se precipitase le recomendaría…
R. Ya no ejerzo la abogacía, pero siempre recomendaba autocontrol y ayuda psicológica. Una víctima nunca debe convertirse en delincuente. Y tiene que identificar cuál es su situación, su realidad. Una de las cuestiones más complejas de situaciones como esta es que la mayoría de las víctimas tiene normalizada su realidad y cree que tiene parte de responsabilidad en lo que les pasa. En la mayoría de las ocasiones ‘duermen con su enemigo’.
"Soy una jugadora con las palabras, una jugadora de impronta canalla y cursi a la vez"
P. La trama, lejos de discurrir plácidamente, reserva grandes sorpresas al lector hasta su conclusión: ¿tuvo claro desde el principio el desarrollo del libro, su esquema, o los personajes y sus personalidades se fueron apoderando del libro?
R. Tuve clara la primera frase y la intención de Clea: ‘El día que te maté fue el comienzo de muchas cosas’. A partir de ese momento, sufrí mucho. Imagino que tenía que escribir este libro en algún momento de mi vida. Ahora bien, los lectores tienen mi palabra de que no contaba con hacerlo ahora. El libro se ha escrito solo. Escribía solo al dictado de los personajes. Yo solamente he sido el vehículo conductor.
P. ¿Comparte con su protagonista esa curiosidad que es su mejor virtud y su defecto mayor?
R. Soy tremendamente curiosa. Pero mi mejor virtud y mi mayor defecto es la empatía.
P. ¿Y, como ella, ha sufrido el síndrome del impostor? ¿Por qué parece que para una mujer es imposible evitarlo?
R. Creo que todas las mujeres responsables hemos sufrido el síndrome de la impostora y yo no soy una excepción. Máxime, cuando llegué al sector al que me dedico procedente de otro muy diferente. Como editora y vicepresidenta de un periódico, empiezo demasiadas veces mis frases con una disculpa: ‘Yo, que no soy periodista…’. Me siento muy cómoda al reconocer mis limitaciones. Creo que las mujeres a las que se nos ve fuertes desde fuera podemos hacer a muchas otras que entiendan que no son las únicas que se sienten así. El síndrome de la impostora y los problemas de autoestima van de la mano. Me paso la vida diciéndole a otras que ojalá vieran en ellas mismas lo mismo que yo veo cuando las miro.
P. ¿Qué tienen que ver las madres de sus dos novelas, Cata Arce y Tulia Castán, y de qué manera sus intentos de ayudar a sus hijas chocan con las personalidades de éstas y con su primera incapacidad de comprenderlas? ¿Tan profunda es la sima que separa a estas dos generaciones? ¿Es cuestión de educación, de prejuicios?
R. Creo que se trata de todo un poco. A Cata Arce, en mi novela anterior, le habría encantado tener una hija más rebelde, más activa, que se bebiera la vida sin prejuicios como había intentado hacer ella. En Maldito hamor, sin embargo, el sufrimiento de Tulia está porque le habría gustado tener una hija más convencional, con una vida menos arriesgada y más tranquila. Al final, se trata de lo mismo: la incomprensión de que nuestros hijos elijan caminos distintos a los que pensábamos que elegirían o a los que habríamos elegido para ellos. También hay algo común a todas. Queremos darles las lecciones de vida que aprendimos a base de errores, de caernos y levantarnos. Queremos evitar sus inevitables lágrimas que forman parte de la vida de cada generación.
P. ¿Cree que las nuevas generaciones de mujeres serán más libres, o seguiremos asumiendo nuevas formas de sometimiento y esclavitud?
R. Me preocupa muchísimo la juventud. Todo lo que tiene de positivo el acceso a la información, lo tiene también de perverso. Un dispositivo es una puerta de acceso a tu habitación, a tu intimidad. Hay mucho estratega de lo inmediato, de la necesidad de satisfacer y de algo que me parece gravísimo, la necesidad de aceptación de las nuevas generaciones, que se mide en likes y seguidores.
[Un amor más allá de la muerte en la primera novela de Cruz Sánchez de Lara]
P. ¿Cómo se imagina a su futuro lector o lectora, su público ideal?
R. Cualquier persona que me elija y me regale su tiempo es ideal para mí. Aprovecho para agradecer con mayúsculas a quienes se han decantado por mí entre tantas opciones estupendas. GRACIAS.
P. ¿Qué le gustaría que descubriera de sí mismo o misma, y de la realidad de sí misma?
R. Que lo peor puede sucedernos a cualquiera. Y que es de necios presumir de que a uno mismo no le podría pasar algo parecido a lo que vivieron Liz y Clea.
P. Aún no ha presentado su libro, pero es inevitable preguntárselo: ¿tiene ya pensada la tercera novela? ¿qué nos puede adelantar?
R. Ya estoy con el tercer capítulo de la siguiente. 1941. Esa es la fecha en la que transcurre la acción y fuera de España. Me he documentado mucho y me está encantando escribirla.