No hay obra de un creador, por célebre que sea, que no guarde tesoros escondidos. La vigencia indiscutible de Stefan Zweig, que se quitó la vida en Petrépolis (Brasil) el 22 de febrero de 1942 supuestamente aterrorizado por la expansión del nazismo, no se correspondía tanto con su desempeño en la ficción —acaso por sus novelas, casi siempre breves—, como por sus biografías de escritores y sus brillantes reflexiones acerca de la convulsa Europa en la primera mitad del siglo XX. El mundo de ayer. Memorias de un europeo, un texto autobiográfico, constituye un certero diagnóstico de aquella sociedad vapuleada por las dos guerras mundiales que tanto impacto causaron en el escritor.
Ahora que su obra pasa a ser de dominio público, la editorial Páginas de Espuma reúne por primera vez toda su narrativa breve —43 relatos— en un volumen de casi 1.400 páginas: Stefan Zweig. Cuentos completos. Desde "Los sueños olvidados", publicado en 1900, hasta "Wondrak", de 1942, en estas cuatro décadas de intensa escritura no faltan clásicos como "Novela de ajedrez", donde el autor habla por primera vez del nazismo, "Mendel, el de los libros" o "Carta de una desconocida".
El periodista cultural Alberto Gordo se ha hecho cargo de la traducción de todos los textos, un acontecimiento "irrepetible", según apuntó el editor del sello que se hace cargo del volumen, Juan Casamayor, en la rueda de prensa celebrada este lunes. Y es que por primera vez se presenta "una mirada única" en la que no hay "desigualdades". El editor, por cierto, resaltó que el trabajo de Gordo es "impecable" y prácticamente no hubo que hacer correcciones desde la editorial.
El hecho de haber sido un "escritor de largo aliento", tal y como advierte Casamayor, nos conduce a una duda: que algunos textos de Zweig sean, en lugar de cuentos, novelas cortas. La voluntad, en todo caso, fue la de disponer cada uno de los relatos —mejor llamarlos así, teniendo en cuenta que la distancia entre cuento y novela corta queda "en tierra de nadie", según explica el editor— en orden cronológico. De este modo el lector podrá dar buena cuenta de la evolución en el estilo y en las temáticas de las ficciones, que normalmente se ajustan a la realidad social de la que fue testigo el pesimista Zweig.
Más que una progresión lineal en su escritura, Gordo destacó la capacidad del autor para adecuar su estilo a la naturaleza de cada relato, además de una versatilidad para pasar de la novela corta al relato con cierta naturalidad. El traductor quiso aclarar que muchos de los textos "son cuentos con las características propias" del género: por ejemplo, "el giro final inesperado es muy frecuente", apuntó. Respecto a las ficciones más extensas, lo que denominamos "novelas cortas", es como si Zweig hubiera "comprimido" la novela decimonónica, explicó Gordo.
El traductor celebró también una prosa "grata de leer y grata de traducir". Zweig siempre estuvo "apegado a la tradición" literaria, recordó, luego su escritura no incurre en expresiones propias de las vanguardias, lo que sin duda habría dificultado la tarea. Sobre el propio proceso, que duró un año, Gordo manifestó su compromiso con el estilo de Zweig, caracterizado por un "fraseo largo y elegante", aunque "los primeros textos son más densos y recargados".
En todo caso, "el idioma español es maleable", señaló, por lo que acepta de buen grado las subordinadas del "alemán austriaco" que empleaba el autor. En la misma línea, secundó la consideración de Casamayor según la cual "todo lo clásico necesita una traducción contemporánea". Si bien aseguró que Zweig ha sido generalmente bien traducido en España, no olvidó apuntar que en algunas ocasiones "no se ha respetado la sintaxis (la puntuación, la cadencia), que es precisamente lo que hace elegante su escritura".
[Stefan Zweig, una vida de elocuente compromiso]
Respecto a sus preocupaciones existenciales, reconoce Gordo que se sorprendió al descubrir el gran interés de Zweig por el sionismo. Nacido el 28 de noviembre de 1881 en el seno de una acaudalada familia judía que residía en Viena, da muestras de un profundo conocimiento sobre el judaísmo en "En la nieve", aunque luego se distanciaría poco a poco. Por supuesto, este libro es también el correlato de aquellos años en los que afloraron ideologías xenófobas, así que está muy presente su espíritu humanista y pacífico. Recuerda Gordo que, ya en aquellos años, Zweig da cuenta de una "voluntad de superar los estados-nación".
Precisamente el libro que consigna los episodios que para Zweig supusieron un punto de inflexión en la historia, Momentos estelares de la humanidad, fue el detonante de la admiración que Gordo profesa hacia el autor de La embriaguez de la metamorfosis. Lo leyó en la universidad y desde entonces le ha interesado su figura. Recuerda que, además de su mirada agudísima sobre la realidad, el propio autor "se enmascara" en algunos de los personajes que protagonizan estos cuentos.
Por cierto: a pesar de la profundidad de sus reflexiones, el escritor siempre fue partidario de "quitar la hojarasca" en los textos literarios, dijo Gordo. Incluso estuvo tentado de suprimir "la palabrería" y "las digresiones" de algunas de las grandes obras de la literatura universal. Aquel emprendimiento editorial nunca se llevó a cabo. Tampoco la expansión del nazismo que Hitler hubiera deseado se acabaría consumando. Pero Zweig no pudo verlo; lamentablemente, se había suicidado tres años antes.