Tuvieron que pasar muchos años, de 1950 a 2019, para que esta obra fuese redescubierta y valorada en Alemania. Su autora, Gabriele Tergit (1894-1982), comenzó a escribirla en el terrible Berlín de 1932, del que tuvo que huir en el 33. Continuó en Praga, Jerusalén, Tel-Aviv y Londres, hasta finalizarla en 1950. Hoy empieza a considerarse la gran novela o espejo de la Alemania judía, un testimonio descomunal en el que, además, todo ser humano debería detenerse para tomar conciencia.
Una gran traducción de Carlos Fortea nos lleva por estas 900 páginas que abarcan de 1878 a 1939 (desde Bismarck hasta los horrores del nazismo) mediante una saga familiar alemana con raíces en banqueros judíos berlineses y en los descendientes de un humilde y fiable relojero bávaro, que pasan, de fabricar tornillería, a fundar una gran marca, Automóviles Effinger.
Cuando la obra de Tergit se publicó en la Alemania de posguerra de 1951, muy pocos libreros se atrevieron a exponer la vergüenza nacional en sus escaparates y muy pocos lectores deseaban verse involucrados. Así la obra guardó un injusto y largo silencio. Tergit, de familia judía acomodada, escritora y periodista comprometida en la República de Weimar se vio, como sus personajes, desarraigada y desposeída de todo.
A través de los diálogos de estas cuatro generaciones, cargados de ironía y humor, aflora un impresionante cuadro de costumbres: modos de vestir, bailes, visitas y desfiles del emperador, el riesgo de las inversiones, tradiciones hebreas, matrimonios concertados, amores apasionados, la hipocresía y frivolidad de muchos, las reivindicaciones de mujeres que apenas podían estudiar o escribir una carta íntima sin quedar señaladas...
Tergit tampoco se olvida de las luchas obreras, el enfrentamiento entre artesanía e industria moderna, las imparables transformaciones sociales y el deslumbramiento por la gran ciudad y por el progreso, la voz del pueblo, la rebelión estetizante de los jóvenes hacia sus padres burgueses, las limitaciones y barbaries del social-comunismo, el debate del sionismo, el final del romanticismo financiero (ejemplificado en la ruina del humano banquero Mayer), o la inquebrantable fe en la Ciencia y el Derecho del catedrático Waldemar.
Las 900 páginas de 'Los Effinger' son un reto lector que Tergit vuelve adictivo. Un gran y necesario homenaje
Pero si algo queda patente en este grandioso testimonio es la gran paradoja de que estos judíos emprendedores eran, sobre todo, ardientes patriotas alemanes que habían combatido en la guerra del 1870 o de 1914, o financiado campañas de Bismarck. Su gran tragedia fue ser excluidos y arrancados de lo único que conocieron y amaron, su país, su cultura.
Las 900 páginas de Los Effinger son un reto lector que Gabriele Tergit vuelve adictivo a través de 151 capítulos/estampas breves. Impresiona el detalle de las sucesivas crisis financieras, aunque aún más conmueve el relato del lento pero seguro auge del nacionalsocialismo, extendiendo sus tentáculos sobre las vidas de esta familia judía que niega el inminente desastre, el expolio personal, económico y social a manos de mediocres y resentidos que fueron accediendo al poder. Tremenda la denuncia de la connivencia de la mayoría con la barbarie cuando se suprimió el Derecho. Un gran y necesario homenaje a quienes les arrebataron la identidad y hasta la vida.
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