Si hay algo necesario en un buen relato, cuando se trata de contar la realidad humana que habita en sus márgenes, de contar el hambre, el frío, el miedo, la desazón, es acertar con el enfoque. Si es Paula Farias (Madrid, 1968) quien entrega, convertido en relato poético, lo que tantas veces ha vivido en su trabajo humanitario en Médicos sin Fronteras, en operaciones de rescate para asistir a quienes se les tuerce la vida y caen en manos de un sistema lleno de fisuras, intereses y contradicciones.
Y, sobre todo, si es ella quien cuenta la épica de los refugiados en el Mediterráneo, y es su mirada la que dirige la operación de narrar situaciones que tienen lugar de este lado y del otro, entonces ya es otra historia. Y esa mirada de enorme potencial expresivo, que suma a la experiencia vivida una escritura cautivadora, no dejará a nadie indiferente.
Quienes conozcan otros títulos narrativos de esta autora, como Dejarse llover (2005) o Fantasmas azules (2021), no dudarán en acercarse a Piel de deriva, un despliegue de historias mínimas, de tramas y escenarios que se detienen en cabos sueltos de esa compleja cadena de vidas que confluyen en el mar. Las coordenadas espacio y tiempo vienen determinadas por la Primavera Árabe y la caída de Gadafi, el sueño de Europa frente a Libia y la odisea del miedo.
Pero no hay voluntad de plegar el relato a la servidumbre de una línea recta ni un único escenario. El protagonismo, la intención y el sentido están volcados en un escenario sin límites precisos (el mar) y un cuidado despliegue de personajes, y a tal ambición responde la autora con una esmerada estructura.
Una exquisita selección de palabras es la antesala de un despliegue escénico ofrecido como un puzle que va componiendo lo que sugieren sus connotaciones: “farsa”, “derivas”, “zozobras”, “fragilidad”... Y como en un juego imparable de significados encadenados asistimos a fragmentos de vidas. De un lado los eslabones mínimos de esa cadena, que se pierden por el camino como flecos de una trama mayor.
No hay voluntad de plegar el relato a la servidumbre de una línea recta ni un único escenario
De ese mismo lado, quienes apenas desempeñan un papel pero son necesarios en los márgenes de esta realidad: Rangit, Dilip, Ibrahim, son reales, lo es su hambre, su esperanza… De este lado, eslabones como Brico y Jonás (el personaje que otorga unidad a la novela, un guiño a Conrad) y tantos que participan de la farsa. Y del lado de quienes son “piel de deriva” está la mirada de Farias.
Un acierto proponerlo como un cuento deslavazado sobre los problemas que trae el hambre y el escenario de infamias que tienen lugar en los márgenes de una realidad contradictoria. Un cuento lleno de verdad y de belleza.