En un país de lectoras (según el último Barómetro de la Lectura del Ministerio de Cultura, lee habitualmente un 67 por ciento de mujeres frente al 59 por ciento de los hombres, y el porcentaje crece conforme se van cumpliendo años), es sorprendente la unanimidad de nuestro críticos al destacar Nada como la mejor novela escrita por una mujer entre 1901 y 2021, teniendo en cuenta que, como señala Nadal Suau, quizá otras obras fuesen más audaces o estilísticamente perfectas, pero carecían de la fuerza, la magia y la provocación de la obra de Laforet. De los quince expertos consultados, solo uno no le ha dado la máxima puntuación posible. Y, sin embargo, es la única obra de la escritora que aparece entre las 25 primeras, lastrada, como su propia autora, por el peso descomunal de su primera novela y por su intensa vida familiar.
Niñas de la guerra
Nacida en 1921, Laforet fue, como la mayoría de las narradoras que han situado sus novelas entre las diez primeras, una niña de la guerra, como Carmen Martín Gaite (1925), Ana María Matute (1925) y Esther Tusquets (1935), autoras, respectivamente, de Entre visillos (segunda según nuestra encuesta); Primera memoria (4) y Olvidado rey Gudú (8); y El mismo mar de todos los veranos (6). Pero si ampliamos el foco a las 25 primeras, encontramos también a Josefina R. Aldecoa (1926) y su Historia de una maestra,(12), Concha Alós (1926) con Los enanos, en el puesto 20, e incluso Adelaida García Morales (1945) y El sur (7).
En las novelas elegidas predomina el realismo, tiznado por la experiencia de la guerra
Aunque marcamos como primer límite temporal de la encuesta el año 1901, solo cuatro autoras nacidas en el siglo XIX aparecen destacadas: Emilia Pardo Bazán (1851), Concha Espina (1868), Elena Fortún (1886) y Rosa Chacel (1898). Es posible que el lector eche en falta otros nombres pero al limitar estas páginas al género de la novela, quedan fuera extraordinarias poetas y ensayistas (María Zambrano, por ejemplo), así como espléndidos libros de memorias hijos del exilio de grandes autoras como María Teresa León, Concha Méndez, Clara Campoamor o María Luisa Elío, aunque Chacel, Fortún y Carnés vivieron de primera mano esa traumática experiencia. Sí, la relación sería infinita.
Entre quienes se sitúan en lugares destacados en la encuesta hay dos autoras que merecen atención especial por su papel de puente entre generaciones y estéticas: Luisa Carnés (1905) y Mercè Rodoreda (1908), especialmente la segunda, que es además la única presente con dos obras en catalán (La plaça del Diamant y Mirall trincat). Lo curioso es que, como la propia Rodoreda confesaba en el legendario programa A fondo de TVE, cuando decidió dedicarse a narrar “no sabía escribir ni una carta en catalán porque entonces solo se enseñaba el castellano en la escuela, y tuve que aprenderlo apasionadamente”.
Con extraordinario éxito, habría que añadir, vista la hondura y complejidad estilísticas de las dos novelas elegidas. No aparecen en cambio novelas en vasco ni en gallego, porque, aunque La quimera de Pardo Bazán figura entre las veintinco mejores, se trata de una obra en castellano que comenzó a publicar por entregas en La lectura. Revista de Ciencias y Artes en 1903.
De carácter intimista, con rasgos autoficcionales en muchas ocasiones, las autoras denuncian la miseria moral del franquismo
De la época del baby boom son Almudena Grandes (1960), perjudicada por la dispersión de votos, y Belén Gopegui (1963), que, como también ocurre a Martín Gaite (con cuatro novelas), Chacel (con tres) y Matute (dos), presenta dos libros bien situados. Tanto Grandes como Gopegui destacan con novelas comprometidas, fuertemente ideologizadas, mientras que ya no conocieron a Franco ni Sara Mesa (1976) ni Cristina Morales (1985).
Denuncia de la Miseria moral
Si hablamos del estilo, en las novelas seleccionadas predominan las realistas, tiznadas por la experiencia de la guerra civil y sus dramáticas consecuencias. De carácter intimista, con rasgos autoficcionales en muchas ocasiones, a las moralistas novelas de amor de principios de siglo suceden otras que comienzan a tratar el amor entre mujeres pero sin perder de vista la crítica al franquismo y su miseria moral.
Finalmente, hay que subrayar la importancia que para la literatura escrita por mujeres tuvieron los premios, pues tres de las elegidas obtuvieron el Nadal y Cristina Morales, el Herralde. Las novelas publicadas este siglo aparecen a partir del puesto 11, quizá por la falta de perspectiva, pero sí, la busca de la nueva Laforet sigue abierta.