¡Buenos días!
Estuvieron muy cerca de ganar estos poemas:
PilarAlejos
Bajo los pies de acero,
arde el último aliento que huye
de la ira del gigante.
Imágenes rotundas que sorprenden de manera autónoma y ganan en el conjunto, con una concepción circular del poema que se redondea con esa final “ira del gigante” que tan bien centraliza todo el horror, y también la indefensión ante sus “pies de acero”. Bien.
MJVIZ
Ojos que restallan
en la noche extraña.
Tiembla la rama del olivo.
Frente a la desolación reflejada en esos “Ojos que restallan / en la noche extraña” nos encontramos también con el milagro, con esa delicadeza de vivir cuando advertimos que a pesar de todo “Tiembla la rama de olivo”, y que en esa certeza se concentra la vida.
Elizeus
Aquí se hunde la niebla temblorosa
He leído que el sol
Golpea bajo la arena.
Esa tierra que parece ser golpeada desde dentro por el mismo sol es una buena metáfora de los bombardeos, pero también una hermosa y eficaz manera de nombrar el temblor, la sacudida vital que trae consigo la guerra. Sonoro y potente en su ejecución.
Pero el ganador es
FonDaniken
Dientes de león acarician
las mejillas a los bellos durmientes
en las trincheras.
Toda la imagen, la que recorre el poema desde su comienzo hasta su desenlace, es de una gran belleza. Desde su sencillez, desde esa fragilidad que mostramos todos al dormir, esa “caricia” -y de las plantas “Dientes de león”, no lo olvidemos, que también tiene su simbología- resulta pacificadora y eficaz en la calma vulnerable que transmite.
Tema de la semana: “Amor fatal”. Quien lo probó lo sabe, por haberse tenido que lavar los labios y la respiración con toneladas de tiempo. Escribamos, para dejar al menos unos días la guerra fuera de las retinas de la escritura poética, de ese amor fatal que te coge por dentro y te destroza, que te estalla como una bomba interna y puede hasta romperte, sin que nunca los trozos, si se pegan, vuelvan a componer la figura que fuiste. Escribamos del amor fatal en 3 versos y no más de 140 caracteres, para salvarnos y reconocernos en la escritura que puede fundar vidas, con sus nuevos comienzos.