“Hay que recuperar a Nebrija para evitar lo que ha ocurrido con la canción que nos representa en Eurovisión”, sentencia Agustín Comotto, creador del cómic biográfico Nebrija (Nórdica). Alejado de la polémica por Benidorm Fest y el clamor popular por la derrota de Rigoberta Bandini, la indignación del viñetista se corresponde con “que se financie con nuestros impuestos” la inclusión de “una canción que no me representa porque no tiene siquiera una gramática” en un festival de música europeo.
500 años después de su fallecimiento, precisamente el reconocimiento mayor de Elio Antonio de Nebrija es la publicación de la Gramática de la Lengua Castellana en 1492. Entonces salió con el nombre de Vocabulario latino-español y, según cuenta Comotto, “pasó sin pena ni gloria” durante su periplo vital. Más influyente fue su posición contraria a la expulsión de los judíos o la corrección de textos bíblicos, que casi le cuesta la hoguera. Por supuesto, la determinante intervención del cardenal Cisneros a favor de su indulto aparece recreada en esta biografía ilustrada.
Lexicógrafo, traductor, catedrático, poeta, cronista real, pedagogo, impresor o editor son solo algunas de las asignaciones que podrían atribuirse a la figura de Nebrija, y sin embargo la fuerza de su legado reside, según el autor del cómic, en haber sido “un adelantado a su tiempo”. Entre otros hitos, es reconocido por ser uno de los primeros introductores del Renacimiento en España.
¿Pero en qué medida ostenta semejante honra? ¿Cuáles son los hechos que acreditan esa distinción? “Ninguno en concreto”, confiesa Comotto. Lo que convierte a Nebrija en un nexo entre el Renacimiento italiano y la cultura española es “el espíritu leonardesco de la curiosidad”, dice el ilustrador. En este sentido, el historietista ha secundado las declaraciones de Luis García Montero en la presentación de los actos del Año Nebrija en el Instituto Cervantes, que ha tenido lugar esta mañana.
El director de la institución ha insistido en la vocación de Nebrija por convertir el conocimiento en un baluarte del reino español a finales del siglo XV, lo que algunos historiadores reinterpretaron mucho después como un designio ligado a un sentimiento patriótico o imperialista. “Querer saber”, ha dicho Comotto, es lo que distingue su carácter con respecto a una cultura institucional que no asumía el ascenso de los sabios hasta puestos predominantes, no fuera que la gente llegara a cultivarse.
“En un momento en que la lengua no estaba definida”, prosigue Comotto, el protagonista de su obra gráfica firmaba como "Nebrixa". El encargado de homogeneizar el castellano es “precisamente él”, subraya. La dimensión de su obra se explica en decisiones como incluir la “y” para separar conceptos o eliminar el apóstrofo entre vocales y consonantes, signo que aún se conserva en lenguas como la catalana. Pero también por algo más desconocido, como es la primera publicación de un diccionario “catalán-castellano”, según cuenta el ilustrador.
La vida de Nebrija, “un comerciante nato” según Comotto, está determinada por los límites temporales, en tanto que comprende el final y el principio de dos etapas cruciales en la historia: la Edad Media y la Edad Moderna. Ese marco crepuscular entraña una dificultad para la documentación y precisar los elementos históricos de las viñetas, según ha señalado Comotto, que edulcora la historia con la invención “fundada” de algunos personajes con arreglo a la narración.
En su prólogo, Juan Bonilla señala el protagonismo que se concede al contexto temporal como una de las virtudes de este cómic “riguroso, ameno y de una enorme calidad gráfica”, según las palabras del poeta y narrador. Comotto no incluye normalmente más de cinco historietas por página, lo que supuestamente favorece el dinamismo de una historia secuenciada en “escenas largas”, ha dicho, conforme a su seña de identidad.
Aún añade Bonilla una cuestión de mayor relevancia, que podría ser una alusión a las actividades que, desde hoy, conmemoran el quinto centenario de la muerte de Nebrija. “Cervantes es más un premio que un novelista, Colón es más una plaza que un navegante y Nebrija es más una universidad que un gramático”. No obstante, el cómic Nebrija “nos acerca a la vida y a la obra” de este humanista imprescindible, y nos descubre datos tan curiosos como que abandonó el seminario por su “incontinencia”.