Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) es una autora consagrada desde El bandido doblemente armado, obra publicada en el ya lejano 1980, ha escrito numerosos libros ahormados en géneros distintos que van de la novela (la última es Música de ópera, 2019) a la autobiografía (Con mi madre, 2001), pasando por el cuento (Chicos y chicas, 2016) y el ensayo. Ganadora de premios y miembro de la Real Academia Española desde 2010, es, además, una barojiana acreditada. No en vano, encabezó la colección Baroja & yo con un trabajo delicioso –Lúcida melancolía, 2017– en el que mezcla experiencias personales de toda una vida con aproximaciones sabias y desprejuiciadas sobre la obra del autor de El árbol de la ciencia.
Con Cuarteto, Soledad Puértolas regresa a un relato de dimensiones mayores de lo habitual porque cada uno de los cuatro textos que componen el volumen tiene más de cincuenta páginas. En ellos, la autora pone de relieve su enorme capacidad imaginativa para elaborar historias complejas y, sobre todo, llenas de pormenores y matices. En un reino remoto y perdido, una princesa cae en las garras de una extraña enfermedad –el horror vacui– que obliga a quienes la padecen a estar en constante movimiento, actividad y urgencia, una dolencia que, como dice la protagonista, “está tan dentro de ti que resulta inalcanzable”. El problema es que no existe un tratamiento para ella, lo que obliga al rey a buscar una solución inesperada.
En la segunda historia, un hombre que ha heredado una cuantiosa fortuna contrata a una maestra para que enseñe a sus hijos en la casa familiar, una joven de vida secreta cuyos métodos docentes no son los convencionales. Además, abre las puertas del aula a los habitantes del pueblo y a ella asiste Aldo, que se queda prendado de la profesora.
En la tercera, una joven abandona la isla en la que vive tras la muerte de su padre. El afán de encontrar su lugar en el mundo la empuja a buscar el porvenir en otra ciudad. Por eso inaugura un salón de té donde conoce a mucha gente entre la que destaca una mujer madura con la que traba amistad, hasta que un día desaparece sin dejar rastro.
Puértolas pone de relieve su enorme capacidad imaginativa para elaborar historias complejas y, sobre todo, llenas de pormenores y matices
En el cuarto relato, finalmente, la pareja de un médico, que es una reputada científica, decide romper el vínculo matrimonial y se marcha a trabajar a un país del norte cuyo clima es extremo en invierno, hecho que condiciona las relaciones sociales. Pasados dos años, el exmarido recibe una nota en la que la exesposa, que padece una enfermedad terminal, le pide como último deseo que vaya a visitarla.
Las cuatro historias, encabezadas por una locución latina, tienen un claro valor metafórico y recrean un tiempo agotado en el que las muchachas jóvenes sueñan con casarse, los padres viudos viven con sus hijas y las suegras, omnipresentes en los hogares, contratan a criadas feas porque creen que en cada yerno habita un depredador sexual.
Hay en estas historias una clara preocupación por temas universales como el desarrollo vital, el amor o las relaciones humanas, y resulta especialmente significativa la reflexión que se hace en ellas sobre la vejez y la muerte. Todas cuentan, además, con finales abiertos o imprevisibles y están escritas con un destacado esmero, marca de la casa.