En 1956 se publicó Howl and other poems de Allen Ginsberg, al año siguiente On the road de Jack Kerouac, y en 1959 The naked lunch de William S. Burroughs, los tres libros mayores del grupo de escritores que recibieron la denominación de Beat Generation, movimiento literario forjado a mitad de los años cuarenta y que conmocionó a la sociedad literaria americana, y a la sociedad en general, en la década siguiente.
De Ginsberg dice Lawrence Ferlinghetti en un poema que “Él es uno de los profetas regresados” y así era: vidente en un país que había alcanzado la supremacía universal, que salía de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial con una discriminación racial aberrante, en plena guerra fría, con una guerra real en Corea (1950-1953) y el miedo a un conflicto atómico, alzaba su voz en una situación en la que, como escribe Marcos-Ricardo Barnatán, (Buenos Aires, 1946), “Una nueva mentalidad surgía en la juventud divorciada de sus mayores”; de esa nueva mentalidad daban testimonio los beat y, de hecho, ahí está el movimiento contestatario de los beatniks: se aspiraba a la libertad. Era el discurso del hartazgo, del desánimo. En Eros y civilización (1953), Herbert Marcuse diagnosticaría, y teorizaría, el descontento de la juventud y, ya es sabido, su pensamiento está en el germen de los levantamientos de rebeldía de la década de los sesenta. A eso se habían adelantado estos poetas.
Pero la fuerza de verdad, o efecto de verdad, de las obras de los beat no se diluía en ser respuesta a una situación concreta, sino que transciende a esta y es que era, mejor, es, poesía sin más, más allá de su circunstancia, como el tiempo ha venido a demostrar al ser hoy, como entonces, palabra viva. En cuanto poesía, supuso una renovación muy notable del lenguaje al incorporar voces de la calle incluidas las consideradas malsonantes y, como señala el antólogo, “un argot cifrado al que solo pueden llegar los iniciados”, lo que no impidió – ¿o favoreció?–, que sus textos se hicieran enseguida muy populares, a lo que estos autores contribuyeron con su participación en protestas y manifestaciones.
Esta antología es reedición de la que se publicó en 1970 preparada por Marcos-Ricardo Barnatán, el poeta argentino que había llegado a España unos años antes y traía conocimientos literarios extraños para la cultura española de aquellos años. Los poetas seleccionados son, sin duda, los más relevantes del movimiento: Gregory Corso, Ferlinghetti, Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Philip Lamantia (no eran los únicos, ni solo hubo hombres, más tarde se prestaría atención a mujeres beat, entonces marginadas).
Consonancias con los novísimos
El hallazgo de los beat llegó a nuestro panorama cultural de la mano de esta antología el mismo año que se publicaba Nueve novísimos poetas españoles con poemas que, si no puede decirse que tuvieran paralelos significativos con los de los beat, sí expresaban un similar descontento en otro contexto, el de la España de Franco, por una parte, y por otra, con los modos poéticos dominantes del momento. Con fórmulas diferentes, en unos y otros poetas, y en los lectores jóvenes que les prestaban oído, latía un espíritu común. Las cosas no podían seguir igual.
Hoy, tantos años después y con abundantes publicaciones de estos poetas al alcance de la mano, esta reedición continúa siendo importante y no solo porque es testimonio de un tiempo ya lejano, sino porque sigue siendo una introducción muy pertinente de la poesía beat y también ejemplar de lo que Barnatán denomina “tradición de la ruptura”, que habrían instaurado el dadaísmo y el surrealismo.
Aullido (fragmento)
He visto a los más grandes espíritus de mi
generación destruidos por la locura,
hambrientos, histéricos, desnudos,
arrastrándose de madrugada por las
calles de los negros en búsqueda de
la droga urgente, imperiosa,
iniciados a la cabeza del ángel ardiendo
por la antigua conexión celeste con
la dínamo de las estrellas en la
maquinaria nocturna
que pobres y rotos, malolientes y bebidos
se reunían a fumar de pie en la
oscuridad [...]
Allen Ginsberg