Es posible ir tras la pista de Sònia Hernández (Terrasa, 1976) por diferentes vías: rastrear su actividad periodística como colaboradora en diferentes medios culturales, descubrirla en sus libros de poemas o seguir la pista de sus títulos narrativos. Más difícil es no quedar subyugados por su escritura, lúcida y realmente cautivadora. Sirva de argumento El lugar de la espera (2019), la novela que precede al volumen de relatos con el que ahora reaparece en las librerías, otra razón de peso para tener en cuenta a esta escritora.
Maneras de irse, el nuevo título, es sugerente y ambiguo, como lo son las trece narraciones que dan sentido al íntimo homenaje que rinden a grandes maestros de la literatura universal. Ante todo es un libro íntimo y confesional, de ficciones tomadas por lo real y lo fantástico, de paradojas complejas, de estilo denso y sencillo, dirigido por una voz narradora que no abandona la primera persona, y que confia en el poder apaciguador de la palabra.
Trata, sobre todo, de cómo seguir adelante con tantos cambios, recuerdos y pérdidas como habitan una vida, de tantas maneras como hay de mirar y de percibir. Puede parecer fragmentado, sin motivo aparente de unión entre un relato y otro, pero un hilo invisible transita por todos otorgando sentidos múltiples a las distintas versiones que la ausencia adopta en cada uno. No hay aquí lógica narrativa al uso, es la confusión quien se adueña del punto de vista para contar la necesidad del desasosiego que impulsa hacia el conocimiento, la realidad del dolor frente a la pérdida y la necesidad del duelo para superar dicha ausencia.
Íntimo y confesional, este libro de relatos rinde homenaje a grandes maestros de la literatura
El amor, el tiempo, el delirio, la otredad y la soledad articulan a su vez el discurso que va tejiendo la voz narradora. En todos los textos suenan las voces de Borges, Pessoa, Tabucchi o Bioy Casares, el mejor legado para fundir ficciones tan desconcertantes como envolventes. El primero de ellos es perfecto para arrancar una propuesta sobre la búsqueda de uno mismo (“Lisboa, una frivolidad”). “Rituales domésticos” ofrece una vivienda donde aprender a construir una nueva existencia.
“He soñado que volaba” fascina por la manera de narrar la confusión plena. “La negación del aire” se rinde ante la tesis de que la realidad encuentra siempre formas para abrirse paso. Y el último, “Maneras de irse”, cierra el diálogo secreto que sostienen entre todos recreando la lección de extrañeza aprendida en un libro irrepetible, La invención de Morel.
La literatura es la mejor fuente de la que proveerse, sostiene este libro, de ahí que proponga un juego borgeano, una noche boca arriba y la estancia en una casa tomada por sombras con las que aprender a convivir. Y de ahí que abandere el poder de la escritura para hacer posible lo real y lo fantástico, la existencia y la ausencia