Un hecho tan real como olvidado, la esclavitud a la que en 1853 fueron reducidos más de 1.500 jóvenes gallegos que emigraron a Cuba engañados con falsos sueños de prosperidad, es la base de Azucre, primera novela de la poeta
y narradora Bibiana Candia (La Coruña, 1977). Autora de dos poemarios –La rueda del hámster y Las trapecistas no tenemos novio–, y un libro de relatos –El pie de Kafka–, Candia opta en Azucre por una narración fragmentaria en la que se alternan las voces y los recuerdos de un puñado de muchachos (Orestes, José el Comido, Juan el Rañeta) impregnando al lector con sus sueños y esperanzas, y con ese miedo a lo desconocido, al futuro, incluso al mar, que acaba siendo “como una piedra de barro deshaciéndose en el pecho”…
Así, tras una travesía espantosa en la que no faltan las tempestades ni los malos augurios, no tardan en descubrir que la empresa que los ha contratado, Urbano Feijoo de Sotomayor, les ha convertido en esclavos. La perplejidad de los muchachos ante lo que les va ocurriendo es la misma que la del lector, secuestrado por una trama emocionante sin sensiblerías, en la que va descubriendo poco a poco la verdad a través de los ojos asombrados de los personajes.
Libro cuajado, de aparente sencillez a pesar de su rico lenguaje –en el que no faltan expresiones gallegas que acentúan su verdad–, Azucre nos revela a una escritora sin los titubeos ni las pretensiones de algunos debutantes, quizá porque Bibiana Candia es ya una espléndida realidad.