Cuando en verano de 1964 Tokio acogió sus primeros Juegos Olímpicos, la nación vivía su momento “de mayor orgullo en décadas. Era la prueba de que Japón se levantaba después de la humillante derrota y la destrucción nuclear”, escribe Naoko Abe en El hombre que salvó a los cerezos (Anagrama). Sus palabras, en las primeras páginas de este contundente ensayo histórico y cultural sobre botánica, tropiezan inevitablemente con el presente. Convertido de nuevo en escenario olímpico, la otra cara de Japón, la más literaria, protagoniza también un fuerte boom que, como los cerezos de los que escribe Abe, han traspasado épocas y fronteras.
Varias son las llamativas apuestas editoriales niponas que este año han poblado las novedades narrativas en nuestro país con nombres como Yoko Ogawa, Hiroko Oyamada, Hiromi Kawakami, Hideo Yokoyama o la propia Abe, además de los más clásicos Junichiro Tanizaki o Inazo Nitobe. Los editores Enrique Redel de Impedimenta, Marián Bango de Satori y Anik Lapointe de Salamandra, además de uno de sus traductores más frecuentes, Fernando Cordobés, nos dan su opinión sobre este fenómeno literario.
Japón, de la armonía a la fascinación
Lejos de parecer un espejismo, lo cierto es que el auge del interés entre los lectores españoles por la literatura japonesa es ya una evidencia. Cuando empezó la crisis del covid, con la consiguiente debacle cultural y editorial que la pandemia ocasionó, tanto Cordobés como su compañera Yoko Ogihara, traductores a cuatro manos de autores como Soseki o Murakami, temieron perder su única fuente de ingresos. Sin embargo, sucedió todo lo contrario. “Hasta el extremo de creer que nos volveríamos locos porque no dábamos abasto. Hay un auge increíble”, tercia el intérprete.
“Lo pienso y no llego a encontrar la razón”, reflexiona ahora en una videollamada desde su casa en el país nipón. “Japón es un país muy distante, sigue estando envuelto en una especie como de aura de misterio, hasta cierto punto de sensualidad, todo porque se conoce poco. Al mismo tiempo es un lugar estable o da esa sensación. Es un país conservador donde las formas son muy importantes, tienen otro planteamiento ante la vida en general. El principio fundamental aquí es la armonía social y esa imagen que transmite de orden y funcionamiento atrae mucho en medio de este caos”, analiza.
“Estamos ante un fenómeno de éxito global. la cultura japonesa, su literatura, su cine, sus cómics, nos fascinan”. Enrique Redel
Lo cierto es que cada vez más, desde el sector editorial, se empieza a prestar atención a esta especie de “fascinación” que nos despierta un mundo radicalmente diferente y ajeno, “que es a la vez muy moderno y con raíces muy antiguas y que nos ha llegado a través de la moda, la comida, los mangas, las películas —reflexiona Lapointe, editora de Seis Cuatro, novela de Hideo Yokoyama—. Hay toda una generación que tiene por lema viajar al Lejano Oriente, al Este. Los lectores españoles sienten un interés creciente por su literatura, de la que aún queda mucho por descubrir”, avanza.
Pero para quienes llevan tiempo apostando por autores japoneses, esta “fascinación” tampoco es del todo nueva ni mucho menos repentina. “Se trata de un género que ha contado ya desde hace décadas con el favor del público”, afirma Redel. La fórmula preferida del profesor, el primer gran éxito de Yoko Ogawa —autora de La policía de la memoria—, lo publicó Funambulista en 2008, recuerda el editor, y algunos de los libros más vendidos de Impedimenta, con varios títulos que se remontan a 2009, pertenecen a Natsume Soseki. “Es decir, estamos ante un fenómeno global. Cada nueva película de Miyazaki es un éxito absoluto. Los cómics más vendidos son mangas —por encima de los cómics de Marvel o incluso de los cómics de Ibáñez, en ocasiones—. La cultura japonesa, su literatura, su cine, sus cómics, nos fascinan”.
El particular caso de Satori
Quizás el caso más paradigmático en este sentido sea el de Satori, una editorial dedicada en exclusiva a la literatura japonesa que nació como una necesidad personal de satisfacer su interés por la cultura del país. “Siendo niños, como muchos miembros de nuestra generación, sentíamos una especial atracción por Japón que se fue manifestando con el tiempo a través de diferentes facetas y aspectos que fueron despertando nuestro interés, desde la práctica de las artes marciales japonesas al estudio de la literatura, el arte o la historia”, explica su directora que celebra que el sector editorial, más allá de autores como Murakami, asuma apuestas cada vez más arriesgadas. “La literatura japonesa se ha desprendido, por fin, de esa etiqueta de 'ininteligible' que injustamente se le adjudicó en otros tiempos”, señala.
“La literatura japonesa se ha desprendido, por fin, de esa etiqueta de “ininteligible” que injustamente se le adjudicó en otros tiempos”. Marián Bango
Con casi quince años a sus espaldas, Satori se ha asentado entre un público “que busca profundizar en la cultura japonesa y tiene ganas de descubrir nuevos autores”. Son lectores que afrontan los desafíos literarios, describe Bango, personas que “quieren sumergirse en la literatura japonesa sin complejos y sin miedo a ‘no comprender’”.
La editorial, que con su colección de manga reivindica el papel de los mangakas clásicos, acaba de lanzar una colección nueva —Esenciales Satori— con títulos fundamentales como El elogio de la sombra de Junichiro Tanizaki o Bushido. El alma de Japón de Inazo Nitobe para los lectores que quieran acercarse a su literatura por primera vez. “En septiembre publicaremos Cierta mujer, de Arishima Takeo, que narra la historia de una mujer que lucha por vivir su propia vida en una sociedad opresiva; Diario de la luna menguante, de Abutsu-ni, una joya inédita de la literatura medieval japonesa, obra auobiográfica de la poeta más importante del siglo XIII, y varios títulos de los dramaturgos más destacados del teatro japonés contemporáneo”, avanza su editora.
Una fascinación mutua
Pero Satori, aunque la más emblemática sin duda, no es la única editorial que ha apostado fuerte desde sus comienzos por la literatura japonesa. “Quiero pensar que Botchan, de Natsume Soseki fue el primer verdadero “libro Impedimenta”: descarado, juguetón, con un tono desenfadado pero a la vez sólido, con una portada impactante —la mítica Lilium Pomponium del Hortus Esysettensis—, que abría lo que luego se ha confirmado que era una genuina biblioteca de autor”, comparte Enrique Redel para quien publicar a Soseki supuso cumplir un sueño. “El libro ganó el Premi Llibreter, sirvió para lanzar nuestro catálogo a un público amplio y nos abrió muchos lectores adeptos a la literatura nipona, además de permitir a muchos profanos que la conocieran. Recuerdo el impacto de ver pilas del libro en todas las librerías catalanas, y la rapidez con que reimprimíamos. Soseki, por entonces un autor semidesconocido, se volvió un referente para muchos”.
“Japoneses y españoles tenemos una especial relación con la muerte, con los mitos, que es muy similar pero con potentes toques locales. De ahí el éxito en España”. Enrique Redel
Desde entonces, Impedimenta ha seguido firme a lo largo de los años en su apuesta por otros autores japoneses como Osamu Dazai o Tamiki Hara. “La literatura japonesa tiene una extraña capacidad: nos parece completamente diferente a la europea, casi procedente de otro planeta. Pero también tremendamente familiar, especialmente con el modo “hispánico” de ver la realidad, porque trata de un modo muy directo temas que nos incumben y nos tocan, y es como si nos pertenecieran: el honor, la muerte, la tradición, el amor trágico, la guerra, la devastación, el aislamiento. Lo japonés causa identificación y curiosidad en nosotros. Se trata, además, de una fascinación mutua. Ambos, japoneses y españoles tenemos una especial relación con la muerte, con los mitos, que es muy similar pero con potentes toques locales. De ahí el éxito de los autores japoneses en España. Y de su cultura: el manga, el anime o las series”, analiza Redel.
Entre las últimas propuestas de Impedimenta, destaca Agujero, de Hiroko Oyamada, quien llegó a manos del editor por la traductora Tana Oshima, residente en Nueva York. “Rápidamente nos habló de esta especie de rara mezcla entre Murakami, Miyazaki y Lewis Carroll pasado por el tamiz de la sensibilidad nipona, y nos fascinó. La historia de una mujer anodina que, en un verano especialmente caluroso, se muda a un escondido pueblo donde solo se escuchan las chicharras una tarde, persiguiendo a un extraño animal, cae en un agujero y a partir de ese momento toda su realidad cambia. Es el mismo lugar y no es, es su propia familia la que está ahí, pero no lo es. Era obligado rescatarlo”.
El despertar de las mujeres
Oyamada es una de las autoras japonesas junto con Naoko Abe, Yoko Ogawa o Hiromi Kawakami que han sido publicadas en los últimos meses en nuestro país. No serán las únicas. “Yo me atrevería a decir que lo que están haciendo las escritoras ahora en Japón es muchísimo más importante que lo que están haciendo los hombres”, afirma Fernando Cordobés. “Habría que profundizar mucho para poder argumentar este tipo de afirmación pero yo tengo esa sensación. Entre otras cosas porque tienen una sensibilidad distinta y porque hay aquí un despertar de las mujeres, como pasa en casi todo el mundo”.
“Es un despertar muy peculiar —continúa el traductor— porque las mujeres japonesas no son mujeres europeas, son mujeres asiáticas, tienen una forma de tratar las cosas, de verlas, de enfrentarse a su realidad y sus problemas muy distinta a la que podamos tener nosotros. No suele ser una forma ni conflictiva ni agresiva. No hay grandes discursos, grandes palabras, ni una actitud violenta. La sensación es que no pasa nada. Es un mar de fondo, no se nota en la superficie pero debajo sí”.
“Las mujeres japonesas tienen una forma de enfrentarse a sus problemas muy distinta a la nuestra. No hay grandes discursos. No se nota nada en la superficie pero debajo sí”. Cordobés
Además de El hombre que salvó los cerezos, la historia de Collingwood Ingram que quedó tan fascinado por los cerezos que dedicó toda su vida a salvaguardar este tipo de árboles y sus distintas variantes —por cuyo ensayo Abe obtuvo el prestigioso Premio Nihon Essayist Club en 2016—, en De pronto oigo la voz del agua (Alfaguara), de Kawakami —el último libro publicado que Ogihara y Cordobés han traducido al castellano—, hay, por ejemplo, muchas referencias a la vida cotidiana japonesa.
“En Japón el paso de las estaciones es muy importante. La gente tiene sus sentimientos muy asociados a las flores que hay en cada estación. El ejemplo más característico es el de los cerezos. Cuando alguien habla de los cerezos no solo está hablando de que vayan a florecer, lo que está diciendo es que llega la primavera, con todo lo que eso significa —explica—. Hay una cultura muy grande de flores, plantas o hierbas, cosas pequeñas en las que nosotros no nos fijamos pero que para ellos son fundamentales. El libro de de Kawakami me impresionó muchísimo por los detalles y por el pensamiento circular de la protagonista. Es como si lanzase un pensamiento hacia adelante, ella fuera detrás de él y el pensamiento volcara para atrás y volviera a dar la vuelta. Es un pensamiento circular siempre, no es lineal, no va hacia ningún sitio, siempre cambia de dirección, está siempre volviendo sobre cosas del pasado”.
Además de estas tres autoras, otra mujer impera en esta lista con una novela distópica. La policía de la memoria (Tusquets) de Yoko Ogawa es la historia de una isla donde poco a poco empiezan a desaparecer todo: los pájaros, los peces, las flores… y con ello los recuerdos y sensaciones asociados a estas pérdidas. Finalista del National Book y del Booker Prize, esta novela protagonizada por una joven escritora que trata de dar forma a una novela mientras el mundo alrededor se evapora, fue considerada por algunas de las grandes cabeceras internacionales como una de las mejores obras de 2020.
“Ahora vivimos un momento de 'renovación' en el que ponemos el foco en la voz femenina. Figuras como Yuko Tsushima o Hiroko Oyamada son ejemplos claros”, enfatiza Redel, que avanza que en esta misma línea se mantendrá Impedimenta en los próximos meses. “Estamos leyendo algunas interesantísimas escritoras y, de hecho, en 2022 aparecerá una auténtica obra maestra, Tokio, Ueno Station, de la coreano-japonesa Yu Miri. Narra la historia de una serie de inadaptados y emigrantes que acampan cerca de la Estación Ueno, en Tokio, y desvela una trama familiar que representa la historia reciente de Japón. El libro se llevó el National Book Award 2021 al mejor libro traducido del año”, avanza.
Junto a Impedimenta, otras propuestas llegarán desde Japón en los próximos meses. Tal es el caso del best seller internacional Pechos y huevos, que Seix Barral publicará en septiembre, donde Mieko Kawakami, a partir de la relación entre tres generaciones de mujeres japonesas, reflexiona sobre la feminidad, la mujer y su cuerpo. O, como avanza Cordobés, la apuesta de Temas de Hoy por Emi Yagi, cuyo título “prácticamente imposible de traducir”, les está dando aún más de un quebradero de cabeza. “El título que le han puesto en la edición inglesa es Diario de un vacío. Es un libro actual, con palabras de una mujer de hoy en día, que vive en una situación que todo el mundo reconoce. Es el Japón del presente, no el de principios del siglo XX. No hay mujeres con kimonos, no entra en tópicos antiguos. Quien escribe es una mujer joven, con una voz muy peculiar. Es curioso para nosotros, después de traducir esta novela, salir a la calle y ver el Japón que reconocemos”.
El auge de la novela negra
Si algo llama la atención entre las tendencias literarias japonesas, además de la proliferación de estas autoras, es el auge de la novela policíaca o negra. Éxito de público y crítica, Hideo Yokoyama batió todo los récords de ventas con la publicación de Seis Cuatro (Salamandra) en Japón cuando salió al mercado en 2012. Inédito hasta este año en España, fue la editora de Salamandra, Anik Lapointe, quien decidió apostar por él. “Había leído varias críticas del libro en los periódicos anglosajones y despertó mi interés. Con una prosa que me hipnotizó desde el primer momento, Seis Cuatro pone al descubierto no sólo el miedo de un padre a perder a su hija sino también la complejidad de las relaciones interpersonales y los entresijos de la sociedad nipona, incidiendo especialmente en el peso de lo colectivo en detrimento del individuo”, explica.
Desde su publicación en enero, las ventas de este título han refrendado este éxito también en nuestro país. “Para mí —continúa la editora— fue todo un descubrimiento: una novela atrevida, que unía ese sentido del realismo de la novela negra con la crítica social y el dolor de un padre frente a la indiferencia y la corrupción del mundo”. Ambientado en el Japón contemporáneo, Yokoyama sigue el modelo de la novela negra de Ed McBain, que relata la dinámica de una estación de policía, según reconocía el propio autor en una entrevista. “Aplicado a la sociedad nipona, nos permite entrar de lleno en un mundo complejo de reglas no dichas y de jerarquías no escritas muy difícil de entender desde el punto de vista occidental. Y nos hace ver justamente cómo en Japón el individuo está constreñido por el poder omnímodo de la sociedad, del gobierno y de la comunidad”, describe Lapointe.
“'Seis cuatro' nos hace ver cómo en Japón el individuo está constreñido por el poder omnímodo de la sociedad, del gobierno y de la comunidad”. Anik Lapointe
En un país de 126 millón de habitantes, el mercado editorial es inmenso. Con temas frecuentes como “el aislamiento del individuo frente al grupo, la alienación, la presión social, la pérdida de los valores tradicionales o la vulnerabilidad de la persona frente a la tecnología”, según apunta Bango, además de la novela negra que impera en los últimos años, y el despunte de una autoría femenina, con tramas muy específicas, se escribe también mucho “en torno a la comida, porque es un valor cultural muy importante aquí. También proliferan los libros de historia, que es una cosa que en España prácticamente pasa desapercibida, porque la historia japonesa se conoce poco y es muy probable que no tenga público. Y luego ya si te metes en manga o novela gráfico, es algo infinito”, añade Cordobés sobre las tendencias editoriales.
Así, en medio de un mercado tan inabarcable, la labor de publicar autores clásicos y contemporáneos, reconoce la editora de Satori, es infinita. “Hay muchísimos autores y obras clásicos que aún permanecen inéditos y merecen ser publicados, como Abutsu-ni; también hay otros autores que cuando se publicaron en su momento pasaron desapercibidos o no lograron una difusión a la altura de su talento, como Ango Sakaguchi o Akiko Yosano”.