“Al lado de Munier, la relación con el mundo adquiere otro cariz. La cosa ya no va de ir quemando etapas. Llegamos a la montaña, esperamos, oteamos, y, a veces, aparece un animal. El fotógrafo naturalista no divide el espacio, se instala en el tiempo”. Así explica el aventurero y escritor francés Sylvain Tesson, Premio Renaudot 2019 con El leopardo de las nieves (recién publicado por Taurus), lo que supone un viaje con Vincent Munier (Épinal, 1976), ampliamente reconocido como uno de los mejores fotógrafos de naturaleza de la historia. En busca del esquivo y casi mítico leopardo de las nieves, casi al borde de la extinción, emprendió el francés cinco expediciones, no todas exitosas, internándose en la inhóspita meseta tibetana, una de las pocas regiones del mundo que aún hoy podemos considerar prácticamente inaccesible.
Con palabas precisas y una prosa cristalina, pura crónica llena de emoción, Munier relata estas complicadísimas aventuras que cobran vida a través de sus fotografías de una belleza sublime, enmarcadas en vibrantes descripciones de un paisaje apenas hollado por el hombre y lúcidas reflexiones sobre lo que esto significa y debe significar. Así, entre narraciones de las largas caminatas, los días de aguardo, los violentos encontronazos con las fuerzas de ocupación chinas y los fríos inimaginables, emergen también las historias que cuentan la vida de unos pocos humanos que habitan lo inhabitable y de un ecosistema animal donde lobos, águilas, zorros tibetanos y yaks salvajes conviven en un severo y complejo equilibrio.
Y por supuesto, el gran protagonista, ese leopardo “invisible” que a los ávidos ojos de la cámara de Munier es “una perspectiva, un azar, más un cambio de luminosidad que un movimiento” que siempre logra desaparecer como un fantasma. Sin embargo el fotógrafo, que insta encarecidamente a lo largo del libro a separar su profesión del turismo —los últimos refugios de los salvaje merecen, para poder seguir siéndolo, que no cedamos a la atracción que ejercen sobre nosotros—, repite como un mantra que lo importante no es ver al animal, sino su búsqueda. El viaje, no la meta. “Si el leopardo se manifiesta es que estoy preparado para verlo. Si no es que todavía no estoy listo. El leopardo existe, está aquí. Sus ojos escarchados nos espían desde la montaña; con eso me basta”.