Llop. Conversaciones desde la isla de la calma
Dos de sus mejores amigos, Daniel Capó y Nadal Suau, retratan al escritor en 'José Carlos Llop: una conversación' (Elba)
14 diciembre, 2020 10:17Después de veinte años de charlas cruzadas sobre vida y literatura, José Carlos Llop (1956), Daniel Capó (1973) y Josep María Nadal Suau (1980), palmesanos los tres, decidieron emprender un viaje en torno a la trayectoria personal y creativa del primero para descubrir cómo se relacionan entre sí claves íntimas como la memoria, la verdad, la belleza, el estilo y la libertad.
La excusa primera fue la edad de Llop: cuando cumplió sesenta años, los conjurados pensaron que había llegado el momento de preparar un libro así, “que fuera una prolongación de nuestras conversaciones”, explica el protagonista a El Cultural. Se ampararon, claro está, en la amistad, pues, como destaca Capó y nos recuerdan los liberales ingleses del XIX, “primero necesitas ser amigo de un hombre para poder comprenderlo. Este libro es el retrato de una amistad y, por tanto, no deja de implicar un juego de espejos, con sus guiños, sus rimas secretas y sus discrepancias”.
Hablamos de una complicidad que en ambos casos ronda los veinte años, pues el más joven, Nadal Suau, se acercó a su mentor con veintidós para pedirle una entrevista. “Tenía que completar un trabajo para la asignatura de la profesora Ana Rodríguez Fisher, en la Universidad de Baleares”. Y tuvo una nota excelente…
Capó, por su parte, se encontró con Llop casi por azar en las calles del centro de Palma. Había leído unos meses antes su traducción de la poesía de Walcott y el primer tomo de sus diarios, La estación inmóvil, y ese encuentro le resultó providencial. “Fue vital —recuerda ahora—, porque ambas obras nos hablan del horizonte de la insularidad y de la condición europea y cosmopolita a la que nos empuja esa frontera natural que es el mar. Sus libros y su personalidad me ayudaron a entender que somos mucho más grandes que los límites marcados por una geografía y un tiempo determinados”.
También lo fue para Nadal, que destaca del protagonista de este libro su exigencia “con el mundo que lo rodea, su educación exquisita no excluye la opinión explícita”, y su asombrosa generosidad: “Si empecé a escribir en prensa fue, literalmente, gracias a él”.
Dentro del laberinto
Ahora, el lector poco avisado que se acerque al poeta y narrador a través de este libro descubrirá, en palabras de Nadal Suau, “la coherencia que vertebra la vida y la obra llopianas”. El ensayista y crítico de El Cultural recuerda además, mientras charlamos, uno de los primeros consejos que Llop le dio, “saber dónde estaba, y no moverme mucho de allí. Al menos, no en función de modas o de miedos. El libro demuestra que ese consejo era una confesión autobiográfica”.
“Es la memoria la que conduce a la literatura y a través de ésta nace una conciencia articulada de la insularidad. en mi caso son inseparables”, dice Llop
Repleto de intuiciones y hallazgos, Una conversación profundiza, por ejemplo, en la relación existente en la obra de Llop entre memoria, literatura e insularidad. Capó nos confirma su certeza de que “sin memoria no hay literatura” y Nadal Suau recurre a Cynthia Ozick para explicar cómo en la memoria llopiana existe ante todo “la voluntad de preservar lo que fue y que explica lo que somos”, y que la insularidad, “que por extensión podría ser la mediterraneidad, es una luz, una atmósfera, y también un tejido lingüístico, una forma opaca e indirecta, pero sutil, de hacer la verdad explícita y oculta al mismo tiempo”.
Por eso, remata, “la famosa elegancia llopiana no es sino su particular forma de decantar el carácter isleño, que no siempre muestra un rostro tan sofisticado, la verdad”. Finalmente, es el propio Llop quien nos explica que en su caso personal “es la memoria la que conduce a la literatura y a través de ésta nace una conciencia articulada de la insularidad. En mi caso, son inseparables”.
Una tradición europea
Otra cuestión esencial abordada en el volumen es la de la tradición cultural con la que el autor balear se identifica más, la europea, la clásica, la insular, la peninsular…, y con qué consecuencias. Llop, aquí, responde a El Cultural con otra pregunta: “Mi respuesta sería: ¿cuántas islas aparecen en La Odisea? Ahí caben sus tres posibilidades, porque todas son la misma tradición y en esa tradición tiene su casa mi literatura. Toda ella, espero”.
Capó, en cambio, lo define ante todo como un “escritor europeo —un gran escritor europeo, añadiría yo—, que lo es desde un mar que constituyó la cuna del mundo, aunque ya no conserva aquella centralidad. Ese arco en tensión entre lo particular y lo universal constituye uno de los grandes motores del deseo poético”. Y Nadal lo confirma. Para el crítico de El Cultural, la obra de Llop “dialoga con Pamuk o Modiano, y, cuando vuelve su vista a un isleño como Rosselló-Pòrcel, lo hace desde un marco no menos europeo”.
Quizá sea la insularidad el elemento clave del libro, que ha visto su publicación demorada por la pandemia. Confinados en la isla de Palma, Llop apunta que los escritores en realidad “estamos acostumbrados”. En la misma línea, Capó asegura que el cierre en marzo de los puertos y los aeropuertos jugó a su favor, pero le inquieta el futuro económico de las islas, tan dependientes del turismo. Para Nadal, sin embargo, el impacto ha sido enorme, pues le ha sumergido, “en una atmósfera soñolienta e irreal que durante meses frenó en seco mi escritura, y que todavía ahora asoma la cabeza de vez en cuando”.
Con todo, el balance, al menos de esta Conversación ha resultado más que satisfactorio para los tres, especialmente para José Carlos Llop, para quien la literatura es “una forma de vida más seria que otras, lo que no la exime del humor: la literatura nunca es aburrida. En la mía conviven elementos de la alta cultura con otros de la cultura popular y se enriquecen mutuamente, aunque a veces establezcan el combate que recreó Swift entre antiguos y modernos”.