El filósofo y ensayista Eduardo Lourenço, uno de los pensadores más destacados de Portugal, ha muerto este martes en Lisboa a los 97 años de edad, según ha confirmado la Presidencia de la República. El Jornal de Notícias, uno de los periódicos más leídos del país, lo define en su necrológica como una “figura mayor de la historia de Portugal de la segunda mitad del siglo XX”. Desde hace mucho tiempo, el estado de salud de Lourenço era muy precario y su última aparición pública fue en 2019.
Lourenço dedicó su labor intelectual a analizar la idiosincrasia y las circunstancias de su país. “Escribió siempre sobre Portugal, sobre lo que es Portugal, sobre la historia de Portugal, qué es ser portugués, cuál es nuestra identidad, lo que significamos hoy y en el futuro”. Así lo ha descrito el presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa. Desde 2016, Lourenço formaba parte del Consejo de Estado de Portugal por invitación de este mismo presidente, que le ha agradecido "casi un siglo de servicio a la patria".
Una de sus obras más importantes es Laberinto de la saudade (1978), en la que trató el pasado imperial, el presente del país y reflexionaba sobre su futuro. Con este mismo título, que alude a la característica melancolía portuguesa, el cineasta Miguel Gonçalves Mendes realizó en 2018 un documental protagonizado por Lourenço y su pensamiento, en el que además participaron otras figuras importantes de la cultura lusa actual, como el arquitecto Álvaro Siza y los escritores Gonçalo M. Tavares y Lídia Jorge.
Lourenço, lector voraz y autor de decenas de libros, nació en 1923 en São Pedro de Rio Seco (Almeida, Guarda), una aldea muy cercana a la frontera con España. Estudió Ciencias Histórico-Filosóficas en la Universidad de Coimbra. Se licenció en 1946 y poco después publicó su primer libro, Heterodoxia. Entre sus obras destacan también títulos como Pessoa revisitado, Fernando, rey de nuestra Baviera y El esplendor del caos. Actualmente en español solo están disponibles sus obras Europa y nosotros (Huerga y Fierro, 2001) y Pessoa revisitado (Pre-Textos, 2006).
Aunque Portugal fue la principal protagonista de su obra, Lourenço fue un hombre cosmopolita que vivió en Francia durante décadas y pasó largas temporadas en Alemania y Brasil. Además de escritor, fue profesor en universidades como la de Hamburgo, Heidelberg, Montpellier, Grenoble y Niza. A finales de los años 80 fue consejero cultural de la embajada de Portugal en Roma.
Si su ilustre compatriota José Saramago fantaseó con la idea de una unión ibérica entre Portugal y España, para Lourenço las relaciones hispano-lusas, sin llegar a ese extremo, también fueron una preocupación. Por eso impulsó en 2000 la creación en Guarda, su fronterizo municipio natal, de un Centro de Estudios Ibéricos, formado por entidades académicas de ambos países.
Además de los temas elevados, prestó atención a los usos y costumbres de su tiempo, así como al mundo del entretenimiento o el culto a la fama, asuntos que abordó en algunas de sus obras.
Para el escritor y columnista de El Cultural J. J. Armas Marcelo, “Lourenço es Lisboa y es Portugal entero”. “No me extrañaría nada que fuera un próximo Nobel en lengua portuguesa”, afirmó en 2014, pero su vaticinio no llegó a cumplirse.
No obstante, recibió numerosas distinciones, entre ellas el Premio Camões en 1996 y el Pessoa en 2011, los más importantes de la lengua portuguesa, entre otros galardones, y también fue nominado al Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 2011.