La familia de Miguel Delibes ha donado a la Biblioteca Nacional de España (BNE) el manuscrito de El sentido del progreso desde mi obra, el discurso que el autor escribió para su ingreso en la Real Academia Española y que pronunció el 25 de mayo de 1975. El acto de donación se ha celebrado hoy en el Salón del Patronato con presencia de sus hijos, entre ellos Elisa Delibes de Castro, presidenta de la Fundación Miguel Delibes, junto a la directora de la BNE, Ana Santos Aramburo.
El discurso constituye una pieza singular en el conjunto del archivo del autor. Tal y como explica la Fundación, Delibes denuncia "una concepción de progreso a juicio del autor, deshumanizada, precisamente por no integrar en ella el respeto a la naturaleza, la 'casa común'". Para ello, aborda temas que parecen plenamente vigentes en el debate social y político, 45 años después: la defensa del medio ambiente, del humanismo y del medio rural, desde una perspectiva amplia y minuciosamente documentada, en colaboración con su hijo Miguel Delibes de Castro.
El autógrafo se compone de 47 hojas cuadriculadas tamaño cuartilla de cuaderno de espiral, escritas por una sola cara con tinta azul, con tachaduras y correcciones. Además en diversas hojas aparece un sello con las iniciales “MD”. Esta valiosa donación se recibe a pocos días de la apertura de la exposición que la BNE, la Fundación Miguel Delibes, Acción Cultural Española (AC/E), la Junta de Castilla y León, el Ayuntamiento de Valladolid y la Diputación de Valladolid dedican al autor en el centenario de su nacimiento, y que podrá visitarse a partir del próximo 18 de septiembre. Reunirá más de doscientas obras entre libros impresos, manuscritos, dibujos, lienzos y fotografías procedentes de la BNE, de la Fundación Miguel Delibes y de otras instituciones españolas.
Un discurso polémico y poco académico
Miguel Delibes fue elegido miembro de la Real Academia Española el 1 de febrero de 1973, haciéndose acreedor al sillón e minúscula de la misma. Sin embargo, no fue hasta el 25 de mayo de 1975 que pronunció su discurso de ingreso. Entre ambas fechas, Delibes perdió a su mujer en noviembre de 1974, quedando solo y con 7 hijos.
Lo singular de este texto es que se trata de un discurso nada académico ante un público formado casi exclusivamente por académicos. Incluso la literatura y el lenguaje pasan a un segundo plano ante el verdadero centro de atención que es la denuncia de una concepción de progreso a juicio del autor, deshumanizada, precisamente por no integrar en ella el respeto a la naturaleza, la “casa común”.
Esta visión en contra de ese progreso mal entendido llegó a ser interpretada en su tiempo como reaccionaria o contraria a la modernidad, lo cual se puede comprender en su contexto histórico, pero no a la luz del siglo XXI, cuando, 45 años después, este discurso se manifiesta como tremendamente visionario, vanguardista y, tristemente, profético.
Delibes fue uno de los primeros en denunciar que no podía existir progreso si éste suponía supeditar la naturaleza a una “tecnología desbocada”. Su texto explicita que no podemos entender que la Humanidad esté avanzando si el ser humano y el entorno en el que su existencia tiene sentido quedan aplastados en ese avance.
En su discurso, Delibes trae a colación tres ámbitos de preocupación que están presentes en prácticamente toda su obra y que son, hoy en día, líneas estratégicas de la fundación que lleva su nombre, a saber:la defensa del medio ambiente con una óptica conservacionista, pero no militante ni política, el humanismo a través de la denuncia de las desigualdades desde una perspectiva de justicia social y la defensa del medio rural entendido en su concepción más amplia, desde su dignificación hasta la recuperación de un conocimiento, un habla o unos oficios que se estaban perdiendo en un entorno caído en el abandono, el envejecimiento y la emigración.
Estos tres temas son hoy, casi medio siglo después de total actualidad y no hay campaña política, medio de comunicación e, incluso, gran compañía con aspiraciones de responsabilidad social, que no incluya alguno de ellos, si no todos, en sus discursos, programación o actividades sociales, respectivamente.
Es un texto que, como cuando hablamos de autores clasicos, se puede decir sin exageraciones, que ha envejecido bien. Hoy en día, si retiráramos las referencias temporales y posibles anacronismos, este texto podría estar incluido en cualquiera de los discursos habituales de actualidad sin resultar, a pesar de sus 45 años de edad, antiguo en absoluto.