Desde los albores de la humanidad el fuego ha jugado un papel clave en nuestra evolución como especie permitiendo la cocción de los alimentos o la supervivencia en ciertos climas y propiciando incluso, según ciertas teorías, el surgimiento de ese atributo enteramente humano que es el lenguaje. Las sucesivas revoluciones como el nacimiento de la agricultura o la industria también estuvieron arropadas por unas llamas que han ocupado un lugar privilegiado en nuestro corpus cultural: desde la filosofía griega y las religiones mistéricas orientales, como el zoroastrismo, hasta las leyendas populares de toda época y región, como esos dragones que existen en todas las mitologías del planeta.
Pero este prolongado trato del hombre con el fuego ha provocado, en palabras del catedrático de Geología de la Royal Holloway University de Londres Andrew C. Scott (1952), “un terrible error de perspectiva” consistente en considerar nocivo y siempre provocado por el hombre todo fuego existente en la Tierra. Algo que parece ridículo si pensamos, como recuerda el geólogo en esta transversal y documentada historia del fuego, que éste “lleva habitando la tierra más de 400 millones de años y seguirá haciéndolo mucho después de que no quede nadie de nuestra especie para contarlo”.
Scott narra nuestra milenaria y fructífera relación con el fuego, pero nos advierte de sus peligros si continúa el cambio climático
Para combatir este antropocentrismo que, como demuestra el actual deterioro del clima puede costarnos nuestro futuro, Scott narra en este libro el papel y el impacto que ha tenido el fuego en la evolución del clima terrestre, condicionando la composición de la atmósfera y las temperaturas; y en la tipología de la vegetación y la vida animal, pues antes incluso de la aparición del hombre, los incendios causados por rayos o volcanes han causado extinciones masivas de especies animales y vegetales, pero también ha hecho germinar y propagarse nuevas variedades de fauna y flora. A este nutrido apartado dedica el geólogo toda su pasión y vocación de experto, tiznando la cara del lector de un carbón que es la herramienta para conocer todos estos hechos sucedidos hace millones de años y sus ecos en el presente.
La otra cara del libro se aleja del pasado para estudiar qué significa el fuego hoy en nuestras sociedades tecnificadas y urbanas, pues, aunque no lo veamos directamente “cada momento de cada día hay un fuego ardiendo en un lugar del mundo”, un fuego que afecta a la composición atmosférica y vegetal del planeta y al cambio climático. Es por ello que como sostiene Scott en los capítulos finales, que sintetizan todo el mensaje del libro, debemos reaprender a relacionarnos con el fuego, “estar preparados para convivir con un elemento que con los cambios climáticos puede convertirse en un problema, algo que no fue en el pasado histórico reciente”. Y es que, por mucho que nos empeñemos, no hay sitio para nosotros fuera de la naturaleza.