Hay un caso, probablemente único en el mundo, que ilustra el vínculo de las librerías independientes con el tejido social y cultural de un pueblo, un barrio o una ciudad. Es el de la sevillana El Gusanito Lector. El año pasado su dueña, Esperanza Alcaide, tuvo que plantearse echar el cierre después de 25 años de andadura por culpa de un grave problema de salud que la llevó a ingresar en el hospital trece veces en dos meses. Su corazón no aguantaba el ritmo de lo que ella define como un estilo de vida, más que un trabajo. Los médicos le dijeron que tenía que parar. Escribió una carta a sus clientes de toda la vida, despidiéndose y dándoles las gracias. Su mensaje se hizo viral, corrió la voz en el barrio y en los medios, y los vecinos y clientes acudieron en su ayuda para evitar la desaparición de la librería.
Hoy el negocio continúa funcionando al mismo ritmo de siempre, con la diferencia de que ahora es de propiedad colectiva. 33 socios, entre los que se encuentra la antigua dueña, son ahora los propietarios de la librería y se reparten las múltiples tareas. “Son escritores, farmacéuticos, catedráticos, maestros de primaria, jubilados… Somos como el ejército de Pancho Villa”, explica la librera.
El sector cayó un 3,3% en 2018 y el 45% de los libreros considera que el próximo año será malo
Mañana El Gusanito Lector celebra, como el resto del sector, el Día de las Librerías, una jornada festiva bajo el lema “Las librerías nos tocan” y con actividades especiales, descuentos del 5% (el máximo que permite la ley), horarios ampliados hasta las 22 h y un objetivo común: reivindicar el importante papel de los libreros como promotores de la (buena) lectura y dinamizadores culturales. Sus principales enemigos son los bajos índices de lectura en España (aunque crecen paulatinamente), el cambio de hábitos culturales en favor de las plataformas de cine y series y la dura competencia de plataformas como Amazon. A su favor tienen la cercanía y la capacidad de recomendar libros de manera personalizada y ser punto de encuentro y enriquecimiento entre lectores y autores.
El sector librero cayó un 3,3% en 2018 con respecto al año anterior según los datos del Observatorio de la Librería, un informe que elabora la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), que reúne a 1.600 librerías, con ayuda de la Dirección General del Libro del Ministerio de Cultura. En el barómetro de 2017 ya se estimó una caída del 1,8%, lo que rompió la tendencia positiva en las ventas que se había producido entre 2013 y 2016. Según el último estudio, realizado este mes de octubre, el 45% de los libreros considera que el próximo año va a ser malo para el sector.
Alberto Sánchez, propietario de la librería Taiga de Toledo y presidente de CEGAL, prefiere considerarse dentro del 55% de libreros optimistas, pero entiende y suscribe las preocupaciones de los compañeros a los que representa en la confederación. Para competir con Amazon, CEGAL planea convertir su web Todostuslibros.com, que hasta ahora sirve como buscador de libros y librerías donde encontrarlos, en una plataforma de venta online para finales de 2020. Un proyecto que se presentará, una vez coja cuerpo, en el Congreso de Libreros que se celebrará en marzo en Málaga. “Nuestra idea no es competir con Amazon, eso sería demasiado presuntuoso. Además la confederación lo que quiere es que los lectores acudan físicamente a las librerías, pero ofreceremos también este servicio para adaptarnos a los tiempos, al margen de competidores”, explica Sánchez.
El gremio de libreros echa en falta una mayor implicación de las administraciones públicas, más allá del Sello de Calidad de Librerías impulsado por el Ministerio de Cultura en 2015, que decidió suspenderlo en 2018 y se reactivó en 2019 con el apoyo de la sociedad estatal Acción Cultural Española. Lo que necesitan los libreros, opina el presidente de CEGAL, es “un pacto nacional por la lectura” que incluya a todos los eslabones de la cadena del libro. “¿Desde cuándo no se hace una buena campaña de promoción de la lectura?”, se pregunta retóricamente Alcaide.
"Si los grandes proveedores ganan los concursos, la compra no repercute en la economía de la ciudad". Alberto Sánchez, presidente de CEGAL
El sector también reclama que los libros para las bibliotecas públicas y las de los centros educativos se compren en librerías locales. Lo más habitual es que estas compras se hagan mediante concursos “en los que no se respeta la Ley del Libro”, se queja Jesús Otaola, de la librería Proteo-Prometeo de Málaga, que en 2017 obtuvo el Premio Librería Cultural de CEGAL y el Ministerio de Cultura y cuenta también con el sello de calidad. Aunque la ley fija un descuento máximo del 15% para compras institucionales, los libreros independientes no pueden competir con los “grandes grupos de distribución”, que burlan esa restricción “regalando” parte de los libros, explica Otaola. Además, “si los grandes proveedores ganan los concursos públicos, la compra no repercute en la economía de la ciudad”, opina Sánchez.
Este 8 de noviembre, la librería Proteo-Prometeo celebra, además del Día de las Librerías, su 50.º aniversario. La fundó en 1969 Paco Puche como librería infantil que clandestinamente vendía libros prohibidos por el franquismo, traídos de Francia, Rusia o Cuba. “Había estanterías dobles para esconder esos libros”, explica el director de la librería, que empezó a trabajar en ella muchos años después de todo aquello. “Para despistar a la policía, sus dueños inventaron un sencillo truco: hacer los pedidos con el nombre Proteo y recibirlos a nombre de Prometeo”. Increíblemente, el truco funcionaba. Ya en democracia, la ficción jurídica se hizo realidad y la librería se dividió en dos, cada una con su nombre, y hoy ocupan dos locales enfrentados —uno de ellos un edificio de cuatro plantas— en una céntrica calle de Málaga. Para celebrar este cumpleaños redondo, a primera hora de la mañana harán una “suelta” de libros por la ciudad andaluza y darán pistas a través de sus redes sociales para encontrarlos. Por la tarde presentarán dos libros, uno sobre la historia de la librería, y otro en el que cincuenta autores malagueños comentan cincuenta libros publicados durante este medio siglo.
"En las listas de libros más vendidos de Amazon o una gran superficie, ves una línea única. Las librerías independientes defendemos la diversidad". Esperanza Alcaide, El Gusanito Lector
“No está bonito que yo lo diga, pero los libreros somos insustituibles. Somos un bastión de defensa de la libertad de pensamiento”, opina Alcaide. “Si ves la lista de libros más vendidos de Amazon, o de una gran superficie, ves una línea única. En cambio cada librería independiente tiene una oferta diferente. Yo puedo tener un libro de Antonio Negri que nadie más tiene, o uno de Pura Sánchez que solo encontrarás en cuatro sitios. Defendemos el valor de la diversidad frente al pensamiento único”.
La expropietaria y ahora copropietaria de El Gusanito Lector celebrará una vez más el Día de las Librerías —“en estos años he conseguido que sea una fiesta en el barrio”, dice— anunciando el ganador de su propio concurso de microrrelatos, que ha tenido a los escritores Belén Rubiano, Salvador Navarro y Daniel Ruiz como jurado, y con los cuentacuentos del Festival Intercultural de Narración Oral de Sevilla. Y también montará en la puerta de su librería, como cada año, una zona de lectura con un sillón, una mesa camilla y una manta, donde los lectores se turnarán cada 15 minutos para leer de cara a la calle, café o cerveza en mano, haciendo visible el deseo de toda librería: ser una segunda casa para los lectores.