Lorena Franco tiene la cara angelical, una disciplina espartana y la capacidad para hacer de la novela negra un género poco previsible. Salirse de horma es lo habitual si al 'noir' llegas con el alma de joven, belleza fuera de habitual y una vida entre platós y pasarelas.
Si vamos por partes, a la hora de hacerle la autopsia viva a Lorena Franco habrá que consignar que nació en Barcelona hace poco, en el 83. Que despuntó en Amazon hasta que el pueblo lector de México y de España y de USA fue enganchándose a sus tramas y a sus cosas. Lorena Franco aparece en los carteles del cine de Bollywood, y sabe que la profesión de actriz implica no pocos sacrificios. El primer sacrificio es que ser modelo es una prueba de resistencia: con estas dos labores -cine y pasarela- se sabe que hay que renunciar a muchos sueños, aunque para Franco la Literatura no es un sueño, sino una forma de vida que no se puede soslayar. "Son trabajos que pueden combinarse muy bien -comenta-; cuando no estoy inmersa en un rodaje o decido tomarme un respiro en cuanto a castings se refiere, estoy escribiendo. Intento organizarme y aprovechar muy bien el día".
Los fuera de horma como la propia Lorena nos demuestran que la musa viene, a pesar de todo. La musa llega si se le planifica: las actividades plurales de la dramaturgia, el cine, la canción o el fútbol repercuten -o no- en qué se escribe y cómo se escribe. O no, porque Lorena Franco entiende que desfilar frente a una cámara o el objetivo de un Testino -es un decir- son etapas de un aprendizaje. "Aprendes de los guionistas, creativos, directores... todo suma y esos factores son claves en mi manera de escribir, casi siempre en primera persona, cercana al lector, como creo que también debe serlo la TV y el cine".
Lorena Franco escribe en primera persona, lo que anticipa un modo muy particular de entender el texto literario; en primera persona y con diferentes voces como hace en su reciente Quién mueve los hilos. La primera persona es indisoluble de la convicción de que la Literatura es un sacerdocio confesional. Si sus personajes viven en un infierno de sexo y de venganza, esa primera persona les da el tono infernal y empático por el cual la asesina en serie o el explotador sexual son hijos de una educación y vienen castrados por la vida y por lo aprendido. El talento de Franco está en hacernos creíbles a tipos humanos que nos cruzamos por la calle y que planean un asesinato múltiple en una coctelería de moda en Barcelona.
Más allá de cómo cuide a sus monstruos y los rehaga publicados en primera persona, a Lorena Franco se le ve en la producción de Paharganj, Bollywod puro. Y en El secreto de Puente Viejo, que más que una serie televisiva es un tratado del arcaísmo lingüístico. De la bella morena que sale en una superproducción hindú a la narradora enferma de misterio hay una horma que nuestra perfilada salta con la ilusión de la juventud. Si la sonrisa de Franco puede causar y causa rubores, su pluma es deudora de la oscuridad: "El misterio que genera el thriller es adictivo. Los personajes, lo que aparentan y lo que son en realidad, los giros con los que puedes jugar en novela negra/thriller..., y la trama. Disfruto mucho escribiendo otros géneros como el de los viajes en el tiempo, pero la trama de la novela negra me da libertad. Me encantan las tramas oscuras que profundizan en lo peor del ser humano".
Es verdad que la actuación permite construir personajes, vivir más vidas en una vida, y haberse creado entre guiones le da al escritor una mecánica filmada de situaciones y caracteres que redundan en conocer mejor el alma humana, aun cuando la televisión sólo nos muestre una parte acartonada de nosotros mismos. Y es que como confiesa Lorena Franco, en la novela de madurez -toda última novela es la novela de madurez- la trama inspirada le iba llegando mientras que hundía tecla: "Quién mueve los hilos es un thriller turbio e inesperado. De hecho, a medida que iba escribiéndolo, fue creándose su final y es algo genial porque, si yo no esperaba ese final para el libro cuando empecé a escribirlo, al lector también le va a sorprender". Pero es que su CV lo marcan más de una docena de novelas, lo que viene siendo un récord que no ha reseñado lo que se debería. Es estajanovista cuando escribe, cuando desfila, cuando actúa, cuando vuelve a escribir...
Y luego los proyectos. Películas, guiones, publicidad, anuncios, cara de ángel que escribe y que anuncia que la Literatura no cesa ni cesará: "Mi próxima novela saldrá a principios de 2.020 con la editorial Planeta. Aún no puedo desvelar el título ni la trama, pero falta poco para conocerlo y, mientras tanto, además de trabajar en el editing, seguimos escribiendo, creando y rodando".
Y así, creando y rodando, se van saliendo de horma nuestros personajes. La Literatura es un arte que se nutre de otras artes a los que vampiriza; acaso porque el escritor es un vampiro de lo que vive o de lo que cree que vive. Lorena Franco, con su juventud creadora, tiene un proyecto literario y cinematográfico que, al igual que Fernán Gómez, deja clara sus limitaciones y esos enriquecimientos mutuos que se dan en los actores que crean cuanto interpretan y que interpretan cuanto crean.