Es imposible hablar del primer centenario del nacimiento de Primo Levi (Turín, 1919-1987), sin evocar la Shoah, la hora más trágica de la historia de Europa. Superviviente de Auschwitz, Levi creó el atípico género de los testimonios sobre el sistema de campos de concentración de la Alemania nazi. En 1947 apareció Si esto es un hombre, que al principio pasó inadvertido, pero al cabo del tiempo se convirtió en un clásico. Siempre me he preguntado cómo sería el día después de los "salvados", por utilizar una expresión de Primo Levi, de los que se habían librado del furor homicida de los nazis, superando la postración de los "hundidos" o "musulmanes". En la jerga de los campos, se llamaba "musulmanes" a los que habían perdido toda esperanza. Primo Levi fue un "musulmán", pero recobró el anhelo de sobrevivir. Si esto es un hombre parece la obra de un espíritu que ha superado las heridas de Auschwitz. Esa impresión se tambaleó el 11 de abril de 1987, cuando aparentemente Primo Levi se suicidó, arrojándose por el hueco de la escalera. Aún se discute si realmente fue un suicidio o un accidente, pero lo cierto es que la noticia insinuó que no era posible escapar de Auschwitz. De hecho, Levi confesaba en su libro que muchas veces se despertaba en mitad de la noche, pensando que aún se hallaba en el campo.
¿Cómo era Primo Levi antes de Auschwitz? Yo, quien os habla nos aporta algunas pistas. Se trata de tres entrevistas realizadas por el periodista italiano Giovanni Tesio entre enero y febrero de 1987, con el objetivo de acopiar material para una biografía autorizada. En esas fechas, Primo Levi sufría una crisis que había paralizado su escritura. Con sesenta y siete años, se sentía viejo y derrotado. Su comportamiento no se había desviado de la parquedad, la sobriedad y la cortesía habituales, pero su mirada sobre las cosas había adquirido un tono melancólico. Primo Levi nos explica que aborrece la retórica, el énfasis, la grandilocuencia. De joven, leyó a Louis-Ferdinad Céline, genial escritor y notable antisemita. Su Viaje al fin de la noche le pareció confuso y abigarrado, un irritante galimatías. Prefería la prosa de Thomas Mann, bella, clásica y perfectamente ordenada. Alumno aplicado, su padre le inculcó la pasión de leer. No era el primero de la clase, sino el eterno segundo. Curso tras curso ocupaba ese lugar. Sus padres no eran particularmente religiosos. Observaban las tradiciones del judaísmo, pero nunca adoctrinaron a sus hijos.
Yo, quien os habla nos muestra cómo era el joven Primo Levi, inteligente, tímido y sensible, antes de Auschwitz, y cómo recobró su humanidad después
Hasta los catorce o quince años, Primo Levi fue feliz pero su escaso atractivo físico y su honda timidez impidieron que estableciera una relación normal con el otro sexo. Cuando llegó a Auschwitz con veintitrés años, nunca había tenido una novia y sus flirteos siempre habían desembocado en humillantes rechazos. Levi llegó a plantearse la idea del suicidio. Intentó mejorar su autoestima con deportes que exigían esfuerzo e implicaban cierto riesgo, como el alpinismo y el ciclismo. De pequeña estatura y complexión delgada, su apariencia no podía estar más lejos del ideal de virilidad exaltado por el fascismo italiano. Los estudios le proporcionaron una válvula de escape. Destacaba en química, latín y gramática. Ya en la universidad, se aficionó al cine francés y al teatro. Surgió entonces la conciencia política, agudizada por las medidas contra los judíos, cada vez más vejatorias y opresivas. Decide participar en la resistencia.
Lo hace con su grupo de amigos, universitarios sin formación militar. Detenido durante una redada, le advierten que ser partisano acarrea el piquete de ejecución; en cambio, los judíos son enviados a un campo de refugiados en Carpi. Primo admite que es judío. No piensa en fugarse: "Era demasiado burgués". Cuando los alemanes ocupan Italia, su destino queda sellado. Será deportado a Auschwitz, un mundo desconocido, casi otra galaxia.
Primo se describe como un hombre sedentario, familiar y amante de su trabajo como
químico. Ama sus libros: "son sangre de mi sangre". Considera que lo ha contado todo: "Hay una gran cantidad de recuerdos, sí, pero yo ya los he malgastado, […] no me queda casi nada". Está sufriendo, pero no es pesimista: "Debo de tener cierta fuerza profunda, porque logré sobrevivir a Auschwitz, y esa es desde luego una gran batalla". Señala que el éxito de sus libros le ha "desequilibrado profundamente" y le "ha metido en la piel de alguien que no soy yo". ¿De dónde sacó Primo Levi la fortaleza necesaria para soportar el infierno de Auschwitz? Quizás del alpinismo, que le enseñó a ser paciente, a no perder la fe y a improvisar ante el peligro.
Yo, quien os habla no es un libro sobre la Shoah, sino sobre Primo Levi. Nos muestra cómo era un joven italiano tímido, inteligente y sensible antes de sumirse en la "zona gris" del Lager. Y cómo recobró su humanidad tras vivir como una larva entre el barro y la escasez. Su odisea, a pesar de su trágico final, es una lección de clarividencia y dignidad. Auschwitz fracasó; el porvenir está abierto y a todos nos corresponde la tarea de construir un mundo donde ya no sea posible hablar de "hundidos" y "salvados".